De chiste
Un día después del ambicioso discurso de Oña solo se iba a recordar su frase sobre los chistes de gitanos
TEODORO LEÓN GROSS En twitter: @teoleongross
Jueves, 25 de octubre 2012, 04:37
Una frase, una sola frase, puede cargarse toda una estrategia. Y el día elegido por Esperanza Oña para relanzar su carrera, una mala frase ... se cruzó en su camino. Todos los asistentes al Foro del martes coincidían en que parecía haber preparado a conciencia ese acto para cerrar simbólicamente una página, o empezar a abrir otra, tras veinte años de gestión municipal y de cansancio andaluz como pretoriana de Arenas. Y es el momento, ahora que su partido va a ser hegemónico durante años. Así que montó un discurso de vuelo alto y se trajo a Cospedal como telonera para darse brillo con un cartel nacional. Incluso con las cámaras de TVE.
Pero entonces dijo lo que dijo 'Quien ve problemas en hacer chistes de gitanos sí es un racista'. Y ahí se jodió todo. Acababa de dar el titular del día siguiente. A pesar de su meticulosa puesta en escena, el titular sería esa absurda defensa del concejal de los chistes de gitanos ladrones.
Hasta entonces el gran día iba bien. Oña es una política con tablas, con carácter, con atractivo. Tiene lo que hay que tener para postularse entre las herederas de Aguirre: se ha fajado en las urnas con mayorías espectaculares; no se arruga; no es mujer de ideas pero sí de principios firmes; carece de escrúpulos en la lucha del poder; sabe rodearse a la vez de idiotas convenientes y de asesores lúcidos; da el estilo neocon e incluso sonríe con el encanto conservador de Sarah Palin. Buenas credenciales para brillar con Cospedal al lado.
Y sin embargo un día después de su ambicioso discurso, solo se iba a recordar la frase de los chistes de gitanos. Todo reducido a ese titular.
Así, el día diseñado por Oña para exhibirse como aspirante a la corte con hechuras de ideóloga, acabó autorretratada como una política de regate corto, sin cintura para afrontar una situación con respuesta de manual: «el concejal ha cometido un error lamentable, pero ya se ha disculpado». Cospedal sí dijo eso, pero a Oña le salió la chulería farruca, y defendió el chistaco a machamartillo con dos argumentos: asegurar que también Los Morancos hacen chistes de gitanos y no pasa nada; y que si se hacen chistes de payos, por qué no de gitanos. Vaya, vaya, vaya. Si su mejor respuesta es comparar a sus concejales con los Morancos, considerando que el registro de un responsable público puede ser el de Omaíta, poco más hay que añadir. Sobre la comparación con los payos, parece no entender que la risa también tiene una escala moral: uno puede reírse de un joven prepotente que pegue un resbalón; pero es un miserable si se ríe al resbalar una anciana.
Es fácil imaginar el resumen de Cospedal al llegar a Madrid tras ese día: el chiste de los gitanos.
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