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Esaú Fernández recibe de rodillas al segundo de su lote. :: EFE
Otra insufrible tarde de toros en Las Ventas
CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Otra insufrible tarde de toros en Las Ventas

Un sobrero de Yerbabuena, el mejor del festejo. Estocada magistral de Uceda, descaro y desenfado de Esaú, inseguro David Mora

BARQUERITO

Sábado, 12 de mayo 2012, 03:35

La idea de Esaú Fernández de irse a porta gayola para recibir al toro de la confirmación de alternativa tuvo más de épica que de ciencia. La épica: una larga afarolada de rodillas de alto riesgo y la secuela de unos lances en bombardeo porque de salida el toro fue extraordinariamente codicioso. Toda la corrida de Montalvo, con la excepción el quinto y a última hora, sacó notable fijeza, y en ese punto se llevó la palma ese toro de la confirmación, que, sin embargo, pagó caro el revuelo tormentoso de ese primer puñado de lances forzados en la puerta de toriles.

Del primer puyazo salió el toro reventado en un vuelco y, al alzarse, se movió con deficiente coordinación. Se desató una bronca que reclamaba la devolución del toro pero el palco apostó por él. Esaú es como torero el desenfado mismo y de eso hizo alarde: apertura en la distancia para un cambiado por la espalda que pasó rozando, péndulos entre pitones de notoria firmeza, pulso no malo.

La fatalidad del tremebundo quinto fue que después de haber tomado con son y por derecho el capote de David Mora en lances a pies juntos, y después de haber navegado un poco y haberse, además, dolido en un segundo puyazo, enterró los pitones y se pegó un volatín completo. Un segundo entierro de pitones fue el roto para el descosido; y, en fin, una faena imprecisa de David Mora no ayudó. De una estocada caída dobló ese toro tan imponente. De media muy habilidosa el de la confirmación de Esaú.

De los otros montalvos de la fiesta dos, tercero y sexto, eran cuatreños y colorados. Las hechuras del tercero parecían anunciar cosa grande. El toro, rienda suelta en lances mixtos de saludo de David Mora, apuntó luego fragilidad. Como la propia faena de David Mora, que fue más al aire del toro mientras duró que de medirse con él. A menos la pelea y de pronto se derrumbó el toro cuan largo era. No mejor suerte corrió el otro colorado, al que Esaú volvió a recibir a porta gayola. Molido en un primer puyazo hasta casi afligirse, el toro, pronto en un quite de Uceda Leal, duró solo diez viajes en serio. Y ahí estuvo Esaú con su calma y su sangre fría. Hasta que el toro se puso de rodillas y pidió la cuenta.

De todo el surtido de sucesos salió mejor librado que nadie un sobrero cinqueño de Yerbabuena que llegó a enterrar pitones pero se empleó en el caballo y sacó a la hora del ajuste de cuentas una virtud mayor: codicia. David Mora le hizo un quite garboso por chicuelinas, Antoñares le aguantó en banderillas y Uceda Leal lo pasó por las dos manos en tandas que se hicieron laboriosas cuando se fue apagando el toro. Trabajo de fino criterio, bien pensado, no brillante. Y el remate de una memorable estocada al volapié. De ejecución modélica. Un pelín trasera.

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