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REGINA SOTORRÍO
Domingo, 6 de mayo 2012, 12:31
Hacía mucho tiempo que no pisaba estas tierras. Y ya le tenían ganas. Nueve mil personas agotaron el aforo del Palacio de los Deportes Martín Carpena -en algunos casos con entradas que superaban los 180 euros- para ver y oír al rey del bolero y la balada romántica. Luis Miguel, por supuesto. Fue una noche con mucho 'amor' en las letras de las canciones y en el público, que no escatimó esfuerzos -ni voz- para dejarle claro que aquí le quieren. Y él... se dejó querer.
«Es un placer estar con ustedes después de tantos años. Un saludo cariñoso a todos», dedicó al Carpena, sector por sector: a los del fondo, los de la derecha, la izquierda... Y los espectadores -muchas mujeres y mucho acompañante-, encantados de que por un segundo su ídolo se dirigiera a ellos.
El Sol de México arrancó el recorrido musical de su vida con media hora de retraso y una sugerencia que nadie pudo rechazar: 'Te propongo esta noche'. Tiene 42 años -muy bien llevados según el respetable- y desde poco más de los diez está encima de un escenario. Se nota. Sabe a la perfección cómo llevarse de calle al público con sus gestos: abriendo los brazos, levantando las manos... o simplemente acariciando el botón de su chaqueta. Ese simple movimiento desata la locura. Y mucho más si se le ocurre hacer como que toca la guitarra. El éxtasis. «¡Qué bello poder estar visitando ciudades tan hermosas y con un público así!», exclamó.
Como corresponde a un concierto de estas características, hubo desmayos que rápidamente fueron atendidos por los sanitarios. Hacía mucho calor -demasiado- y miles de personas se concentraban en el centro de la pista. Y como también manda la tradición, hubo regalos para la estrella: peluches y flores. Ellos protagonizaron la anécdota divertida de la noche. Cuando por fin el artista se 'arriesgó' a acercarse -sin bajarse de las tablas- a la primera fila del Carpena para recoger sus presentes, un seguridad (de dos por dos, sin exagerar) salió corriendo de una esquina para colocarse a su espalda y sostenerle desde el cinturón. No vaya a ser que alguna chica desatada tirara de él... Y le hizo trabajar, porque eran muchos los ramos y juguetes que el público de Málaga le tenía preparado al mexicano. Algunos hasta los cazó al vuelo. Está entrenado. Y por eso mismo, convirtió el escenario en un fuerte con un amplio despliegue de seguridad a su alrededor.
Romántico y marchoso
El artista les devolvió el detalle con miradas, saludos y canciones de todos los colores. Repertorio le sobra. Se puso «romántico» con 'Tres palabras', 'Somos novios', 'El día que me quieras', 'No se tú' o 'La distancia'. Impresionante escuchar al Carpena interpretando a coro este último tema. Luis Miguel solo tenía que poner el micrófono a los espectadores y ellos hacían todo lo demás. Sacó su lado más marchoso, con un sexy movimiento de caderas y paseos de un lado a otro de la tarima, con 'Suave' y 'Bésame mucho' en versión movida y con un intenso juego de luces. Incluso se puso emotivo con 'Come fly with me', tema que cantó a dúo con Frank Sinatra, al que recordó desde las tres pantallas gigantes instaladas en el recinto.
Interpretó clásicos y actuales, pero el mexicano no tuvo inconveniente en remontarse casi treinta años atrás y recordar temas que en su día interpretó con voz adolescente, como 'Decídete', 'Los muchachos de hoy' o 'La chica del bikini azul'. Tras el momento 'revival', llegaba la despedida. 'Labios de miel' dejaba a los espectadores con buen sabor de boca.
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