La bajada de los precios en la prostitución atrae cada vez a una clientela más joven
Empresarios de locales de alterne y meretrices han detectado un descenso en la edad media de los clientes, que rondaría los 30 años
JUAN CANO
Sábado, 14 de abril 2012, 11:02
A principios de año, una patrulla de la Policía Local sorprendió a un grupo de chavales junto a unas prostitutas en una calle de la capital. Los agentes los identificaron para denunciarlos en virtud de la ordenanza municipal que entró en vigor a finales de 2010, y que castiga tanto la oferta como la demanda de sexo en la vía pública. Al comprobar sus edades, los funcionarios se llevaron las manos a la cabeza. De los diez chicos, ocho eran menores.
El caso, aunque pueda parecer anecdótico, ilustra una nueva tendencia: cada vez son más los jóvenes que se acercan como clientes al mundo de la prostitución. Aunque hay muchos factores que han contribuido a este fenómeno, la bajada de precios de los servicios ha sido determinante al convertirlo en un mercado asequible para todos los bolsillos. La crisis también ha hecho mella, y mucho, en el negocio del sexo.
Así lo confirman tanto empresarios de locales de alterne como las meretrices, que reconocer tener un público cada vez de menor edad. Las estadísticas de la Policía Local también apuntan en este sentido. En las 56 multas impuestas este año contra clientes sorprendidos mientras demandaban servicios sexuales en la calle se ha percibido un ligero descenso en la media de edad de los denunciados, que ronda los 30 años, según informaron fuentes policiales.
Nuria es transexual y ejerce en una calle del polígono industrial Guadalhorce. Lleva más de la mitad de sus 35 años en la profesión. «Empecé con 15», confiesa la meretriz. «Jóvenes ha habido siempre -añade-, pero también es verdad que antes hacía falta dinero para tener sexo, mientras que ahora cualquier chavalito puede permitírselo».
Lo cierto es que la situación económica, unida a la presión policial motivada por la ordenanza, han reventado el mercado. La antigua tarifa de 50 euros por un completo, un precio más o menos respetado por toda la profesión, ha dado paso a la libre competencia, donde solo manda la ley de la oferta y la demanda.
Rebajas en el precio
«Todo pasa por el estómago», afirma María (nombre ficticio), rumana de 26 años, que trabaja en otra calle del polígono. «Si viene un chaval con 10 o 15 euros, para mí supone la comida del día». El negocio, reconoce, se ha convertido en un «cachondeo» donde impera el regateo. «El cliente viene directamente con las rebajas, y busca lo más barato. Se me han acercado chicos muy jovencitos con tres o cinco euros y me han preguntado: '¿Qué me haces por este dinero?'».
El problema, según María, es que siempre hay alguna prostituta que acepta la propuesta, por baja que sea. Ana, también rumana y de 26 años, dice que conoce a chicas que «estropean el trabajo» y que han llegado a hacerlo por siete euros. Nuria lo ratifica: «Todas sabemos de qué va esto. Yo pido entre 20 y 30, pero al final aceptas el servicio por 15; eso me parece denigrante, pero tengo claro que, si no lo hago yo, se lo lleva otra».
Sin llegar a semejante baile de cifras, los clubes también han tenido que amoldar su oferta a la época de recesión. «Si antes la entrada a un establecimiento podía costar diez euros con una consumición, ahora incluye dos copas», apunta el portavoz de la Asociación Nacional de Empresarios de Locales de Alterne (Anela), José Roca. Y este, entre otros argumentos, ha atraído hacia el negocio a una clientela de menor edad. «Evidentemente, es un mundo más accesible para los jóvenes, que suelen ir más cortos de dinero».
Sin embargo, el portavoz de Anela sostiene que el fenómeno 'junior' es incluso anterior a la crisis y va más allá del precio. «Teníamos tipificado al cliente como una persona mayor, a la que le resulta más difícil encontrar compañía en una discoteca, pero es verdad que en los últimos años hemos experimentado un aumento claro de gente más joven. Y sí, se puede catalogar como un fenómeno», apostilla.
Roca explica que el acercamiento de este público al mundo del sexo es muy distinto al de otros perfiles de edad. «El concepto es distinto, no acuden en solitario, sino en grupo para celebrar despedidas de soltero o cumpleaños. Para ellos es como un fin de fiesta. No hay que entender que la juventud española está obsesionada con el sexo, porque no es eso. Solo es una forma de ocio, una manera de desinhibirse en un ambiente lúdico», señala.
Para él, hay otros dos factores que, aparte del económico, han influido en esta nueva tendencia. Por un lado está el cambio de imagen de los clubes, que según el portavoz de Anela han dejado de asociarse a un mundo sórdido y oscuro para entenderse como una sala de fiesta donde tomar una copa. Y por otro, la inmigración, que ha traído consigo una variedad de chicas de todas las edades. «Los jóvenes van a estos locales buscando cuerpos esbeltos. En definitiva, sexo fácil y accesible», sentencia.
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