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Favio Rivas, jefe del servicio de psiquiatría de Carlos Haya: Un psiquiatra con vocación de escritor

Me formé como psiquiatra con Castilla del Pino / El alma humana es un mundo apasionante / Tengo una visión optimista de la vida / Acabo de publicar una novela titulada ‘1936’ / Escribir y leer son las caras de la misma moneda / Italia me encanta

POR ÁNGEL ESCALERAFOTOS: ÁLVARO CABRERA

Sábado, 26 de noviembre 2011, 03:06

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La psiquiatría es su profesión; la escritura, su vocación; la lectura, una necesidad que cultiva con el mimo que un jardinero cuida un rosal ... recién sembrado. «Siempre he sentido una auténtica pasión por la palabra escrita», afirma José Fabio Rivas Guerrero, nacido en el municipio malagueño de Algarrobo en 1952, casado y con dos hijos.

Hace unos días, presentó en Ámbito Cultural de El Corte Inglés su última novela: '1936' (editorial Quadrivium), cuya trama se desarrolla a lo largo de un año de gran trascendencia en la historia española del siglo XX, el del comienzo de la guerra civil. A lo largo de las más de 500 páginas de la obra, se entremezclan los personajes reales (Lorca, Franco, Falla, Unamuno, Queipo de Llano o Millán-Astray) con otros de ficción. La narración arranca el 1 de enero de 1936 en Madrid y finaliza el 31 de diciembre de ese año en Salamanca, cuando unos jóvenes falangistas, con antorchas encendidas, acuden a velar el cadáver de Miguel de Unamuno.

Los libros siempre han estado presentes en la vida del jefe del servicio de psiquiatría del Hospital Regional Carlos Haya. Además de leerlos, los escribe (está trabajando en una nueva novela). «Leer y escribir son las caras de la misma moneda», afirma. Sin embargo, deja claro que le gusta la literatura que rezuma calidad y que, en cambio, se le caen de las manos los 'best-sellers' por su mediocridad. El 'Quijote' de Cervantes es su obra preferida, porque «en ella está todo». Otros autores que le han marcado son Joyce, Prust, Camus, Clarín, Pío Baroja o Dostoyevski.

Autor autodidacta

El doctor Rivas considera que los psiquiatras suelen ser grandes aficionados a la literatura. «Hay más fundamentos del alma humana en Shakespeare o Dostoyevski que en los viejos tratados de psiquiatría», asegura. A la hora de ponerse delante de un folio en blanco para crear una historia se define como autodidacta. «El escritor se hace a sí mismo escribiendo y con la base de sus lecturas», señala.

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Si su trayectoria como psiquiatra es brillante y goza de prestigio -ha sido presidente de la Asociación Andaluza de Neuropsiquiatría y vicepresidente de la Asociación Española de Neuropsiquiatría-, su actividad literaria también se ha visto recompensada con éxitos desde que en 1987 publicó su primera novela, 'Jesús el Querubino y la estrategia del mal'. Así, en 1999, su texto 'Camus por él mismo: prolegómenos por un tratado de la felicidad' ganó el primer premio del Certamen Literario Nacional la Imaginación y el Saber. En 2008, logró el premio PSN de novela corta con 'Dospierre'. Su trabajo fabulador se completa con cuatro novelas más: 'La tempestad según Giorgione' (1990), 'Pandemónium' (1995), 'Hijos del pueblo español' (1998), 'Principio 21: incapacidad permanente y absoluta' (2006).

Fabio Rivas se hizo médico porque, como él mismo explica, tiró por la calle de en medio. En el bachillerato siempre destacó en matemáticas y literatura. Podría haber optado por alguna de esas materias para encauzar su futuro profesional. No lo hizo. Se matriculó en la Facultad de Medicina de Granada. Tras licenciarse en 1977, se marchó a Córdoba para formarse en la rama de psiquiatría. Fue discípulo del prestigioso psiquiatra Carlos Castilla del Pino.

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Una vez con el título de especialista en el bolsillo, empezó a ejercer, en mayo de 1980, en el Hospital Civil, en el antiguo manicomio, al que define como «el horror». Nunca olvidará el mal olor, la suciedad y la decrepitud que impregnaban las salas 20, 21, 27 y 31. «Me hice psiquiatra porque el alma humana es un mundo apasionante y muy complejo», comenta. Precisa que cuanto más complicado y grave es el caso de un paciente, más se implica en su atención. Para ello, apela a la lealtad y a la sinceridad entre enfermo y médico. «Los sentimientos son como un espejo. Si quieres y respetas a alguien, más posibilidades hay de que esa persona te quiera y te respete». Añade que se considera un hombre con una visión optimista de la vida.

El deporte, el cine y los viajes forman un triángulo equilátero en el que se apoya con vitalidad. En su juventud jugó al fútbol (era interior derecho). Luego practicó el tenis y ahora acude al gimnasio. Es devoto de las películas de calidad. Suele ir todas las semanas a una sala a disfrutar del séptimo arte. «Cuando se apagan las luces surge la magia del cine», asevera. De sus viajes se queda con Italia, país que le fascina de norte a sur y de este a oeste, su comida y sus gentes, dice este psiquiatra, que busca y encuentra en la literatura el sentido de la creación.

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