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JUAN BAS

Miércoles, 28 de septiembre 2011, 03:34

Este verano me entrevistó esa buena profesional que es Inés Ballester para el programa de divulgación del lenguaje 'Saca la lengua', de TVE, que dirige ese otro buen profesional que es Fernando Olmeda. El programa en el que me tocará intervenir es sobre las exageraciones en el lenguaje, tanto orales como escritas. La entrevista resultó muy divertida por la abundancia de ejemplos jocosos que aportaba la entrevistadora o recordaba yo.

Creo que esas exageraciones, por medio de la comparación desaforada o surrealista, el concepto hiperbólico o imaginativas metáforas descomunales, constituyen casi una clase propia del humor lingüístico; un eficaz género aparte basado en las asociaciones ingeniosas. «Estaba más nervioso que Chewbacca en Llongueras». «Era tan tacaño que no daba ni sombra». O ésta, que siempre me ha encantado por su radical aspereza y sentido de la defensa propia. «Era más feo que Picio, a quien el cura le dio la extremaunción con la punta de un palo para no tener que acercarse.»

Las exageraciones jocosas suelen funcionar mejor oralmente; muchas veces son chistes. Sin embargo, Quevedo demuestra que se pueden usar por escrito con maestría, como en este famoso poema burlesco. «Érase un hombre a una nariz pegado, érase una nariz superlativa, érase una alquitara medio viva, érase un peje espada mal barbado; era un reloj de sol mal encarado, érase un elefante boca arriba...» A Philip Marlowe, el detective de Raymond Chandler, también le gustan las comparaciones extremas: «Iniciativas Malloy pasaba tan desapercibido como una tarántula en un plato de nata.»

Esta exageración es rotunda, redonda, pletórica de surrealismo. «Llovió tanto como cuando enterraron a Azofra -escuela Millás: ¿quién diablos era Azofra?-, que el ataúd era de plomo y flotaba.» O ésta, modelo piropo, que logra la difícil conjunción de escatología y cursilería. «Tírame un pedo para que vea que no eres un ángel.» Las de índole sexual son terreno fértil para la exageración. En versión caníbal: «Te voy a comer hasta las huellas dactilares.» O de máquina herramienta: «Con ese culo puedes partir nueces». Sin sexo en principio, pero también con utilidades: «Tienes un abrelatas por lengua». O también bucal, hacia la rama agrícola: «Tengo la boca tan seca que podría escupir algodón», que decía Marilyn Monroe en 'Con faldas y a lo loco'.

Estupendas y difíciles de armar son las exageraciones conceptuales. Contaba Billy Wilder, director de la película citada, un chiste judío. Para un trasplante de corazón le dieron a elegir al paciente entre dos corazones disponibles, el de un atleta de 20 años muerto en un accidente y el de un representante de actores muerto a los 80 años, abrasado por el alcohol y el tabaco. El paciente eligió sin dudarlo el del viejo representante. Cuando le preguntaron el porqué de su extraña elección respondió: «Porque tendrá el corazón intacto.»

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