'Ratón' Terminator

Si alguien se hubiese atrevido a marcar muecas en el asta de 'Ratón' por cada una de las víctimas empitonadas iría ya por la tercera. El toro, negro y bragado de blanco de la ganadería Gregorio Jesús, se ha convertido por desgracia en el vengador de cuantos toros divierten a la población en festejos veraniegos que tienen poco de taurinos y mucho de jolgorio irracional. Sucumben estas reses, alocadas, desesperadas en medio de un frenesí de quienes juegan con la bestia haciendo gala de un abuso de poder, exacerbado por la falsa euforia etílica de los que nos dominamos racionales. Pero ahora ha surgido un vengador. Un toro cuya exhibición en los festejos de este verano está alcanzado cifras astronómicas. Con sus 10 años, 'Ratón' ya ha probado el sabor de la muerte y utiliza sus armas con la destreza que le concede el rumiar largo tiempo en la dehesa, entre el pasto y la jara. Siente uno la muerte del joven de Játiva. Pero también piensa que es un riesgo que deben asumir quienes forman parte de estas desventuradas fiestas llámense el 'el toro del aguardiente', 'el del fuego', o 'el de la cuerda', bien enquistadas, por ejemplo, en la Serranía de Ronda, por mucho que se esgrima una ancestral costumbre. El toro destinado a la plaza expresa la tragedia y la gloria de la existencia humana. Llega a los ruedos con ansias de embestir en arrancadas de muerte dispuesto a desgarrar las entrañas de su burlador. Pero es una luna noble en la que a partes iguales se inmolan astado y torero. Pero esto es arte, tradición. Estética y color. Reciedumbre del espíritu netamente español. Lo otro, el acoso despiadado de la fiera acorralada en una correría siniestra no impera sino el afán de la burla haciendo gala de torpes quiebros y de maltrato cruel y gratuito del animal.