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Un momento de la demostración del 'traje inteligente'. :: JORDI ALEMANY
VIVIR

La postura del líder

Diseñan un 'traje inteligente' para ayudar a políticos y directivos a aumentar su influencia a través del gesto y los movimientos de su cuerpo

CARLOS BENITO

Sábado, 14 de mayo 2011, 03:26

Estos días tenemos miles de políticos sueltos por todo el país, en plena actividad, compitiendo por hacernos conocer su postura sobre cualquier tema que pueda suponer un rédito electoral. Pero, a veces, la convicción que transmiten sus palabras se ve desmentida por su otra postura, la física, una manera de estar y de moverse que no siempre han aprendido a controlar. «Con un gesto eficaz, un político de cualquier ideología puede transmitir un 50% más de fortaleza. Y hablamos del movimiento corporal total de un líder: no de una mímica, no de fruncir o no el ceño, sino de la fotografía instantánea de la globalidad. Nuestras neuronas espejo tardan siete segundos en interpretar el movimiento de un líder», explica Alejandro Lasa, director de la firma bilbaína Adur, especializada en el entrenamiento de este tipo de personalidades. La empresa ha desarrollado, junto al centro tecnológico Tekniker-IK4, con sede en la localidad guipuzcoana de Eibar, un «traje inteligente» concebido para optimizar el movimiento corporal de políticos, directivos o periodistas.

«La comunicación empieza en el gesto, no en las palabras. El gesto empapa el mensaje, es ese 'swing' personal de uno en situaciones que le ponen a prueba. Es automático, adquirido con la experiencia y la repetición, pero se puede transformar. Un líder que no lo entrena pierde un tanto por ciento de influencia, no contagia, no tiene gancho», asegura Lasa. El traje es una malla de licra con diecisiete sensores, repartidos por todo el cuerpo, que envían la información de forma inalámbrica a un ordenador. El programa muestra en una pantalla un avatar de la persona, en tiempo real, y va comparando sus movimientos con un patrón establecido, de manera que se pueden apreciar al momento las desviaciones de la norma.

¿Un error común? «Caminar con los hombros, el cuello y la cabeza avanzados, con la mirada baja, sin precisión de avance. Eso contagia incertidumbre y poca vitalidad», desarrolla Lasa. El programa señala las imperfecciones y propicia el primer paso para corregirse: cuidar un poco la verticalidad. «Los hombros descansan ya en las escápulas, el cuello sigue la alineación del cuerpo y, con un paso más largo, empezamos a experimentar un gesto más eficaz, más vigoroso». Pero todavía hay una posible mejora, que llega cuando el cerebro aprende a centrarse en las crestas iliacas, los bordes superiores de esos huesos en forma de mariposa que se nos marcan en las caderas: «Así la zona lumbar se activa, la respiración se hace más amplia: la persona ya no camina pasiva, ni va arrastrando la cadera».

Los andares cansinos y dubitativos son uno de los muchos fallos de postura y ademán que abundan entre nuestros representantes públicos: también están los individuos que Alejandro Lasa llama «moles» -«tienen anemia de expresión emocional, son bloques y creen que todo está resuelto con evitar ciertos gestos»-, los que van por la vida con los hombros levantados -«cuánta energía perdida, que no va al público sino a sostener los hombros, qué estresante»- o los de barbilla alzada. «Esto último lo hacen sobre todo cuando algo les impacta negativamente, o si está en juego algo suyo, y miran con los ojos como desde un balcón: digan lo que digan, son prepotentes, contagian emociones negativas, y la gente dice '¿adónde voy con este?'».

Impecable Obama

«Nuestro sistema mide todas estas cuestiones, que parecen intangibles», comenta Iñaki Maurtua, de Tekniker-IK4. El proyecto, en fase de prototipo, ha precisado dos años de investigación y 300.000 euros, y según sus responsables supone una aplicación pionera de este tipo de mallas, utilizadas hasta ahora en el cine de animación -para reproducir con exactitud en los dibujos los movimientos de un cuerpo humano- y en la preparación de deportistas.

¿Existe algún político modélico en este aspecto? ¿Y quién sería uno particularmente desastroso? «Bueno, a los desastrosos los ve todo el mundo -regatea Alejandro Lasa-. En cuanto al gesto perfecto, no existe, es un sueño: ni siquiera el Discóbolo es perfecto en este sentido, porque su rostro permanece ajeno al esfuerzo. Para mí, el más cercano es Barack Obama: su movimiento corporal es alineado, también cuando se sienta. Lo sigo con atención, para ver si comete fallos, pero no: debe de tener detrás un profesional que no se ha fijado solo en los gestitos».

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