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ÓSCAR TEROL
Lunes, 1 de noviembre 2010, 02:42
Desde hace tiempo, vengo rumiando una teoría descarrilada de esas que tanto me gustan para un día festivo, con horas por delante para la reflexión. Creo que habría que actualizar el listado de las llamadas tribus urbanas, porque no se ajustan a la realidad cambiante, y porque algunas de ellas han metamorfoseado sutilmente dando cobijo a nuevos peregrinos sociales que nos son conscientes de su militancia. Me centraré en la tribu de los pijos porque veo que es la más numerosa y la que necesita urgentemente una revisión. Me estoy percatando de que casi todos somos pijos. Vamos a desterrar la idea de que para ser pijo hay que decir «o sea» con la entonación de Enrique Iglesias, o «te lo juro por Snoopy». Tampoco es necesario llamarse Tamara, Pilula, Cuchi, Jimi, Cayetano o Borja; detrás de un Patxi cualquiera se puede esconder, hoy, un pijo sin retorno. Lo curioso del caso es que nadie se reconoce pijo abiertamente, lo pijo siempre está en el otro, y tiene un carácter despectivo porque lo relacionamos con las clases sociales más pudientes. El dinero en abundancia ayuda a la causa pija, pero no le echemos la culpa al vil metal. ¿O no conocemos todos pijos intelectuales que se creen miembros de un club selecto e inalcanzable para los demás mortales? Listos que siempre están leyendo libros o escuchando música de autores que nadie conoce, y cuando son descubiertos por la gran masa, salen corriendo en busca de otra marca que les otorgue distinción. Tenemos también el pijo gastronómico, ese amigo o familiar que siempre te está descubriendo un vino nuevo de una bodega que solamente conocen dos o tres entendidos. Son los que solamente disfrutan de la comida y la bebida si la traen ellos, necesitan saberse la vanguardia de los paladares. No puedo olvidarme del pijo deportivo, ese amigo que necesita correr la maratón de Nueva York para sentirse realizado, porque la carrera de las fiestas su pueblo se le ha quedado pequeña, no porque la gane, sino porque participa cualquiera. Pasen buen día.
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