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FOTOMATÓN

Rafael Álvarez Morán, vocal de vela de crucero y capitán de la flota de platú del Club El Candado: El deporte como faro en una vida inquieta

«Nací en Melilla en 1946» / «Siempre he practicado deporte, pero me gustaba más entrenar» / «El nacimiento de mi primer hijo me pilló en un torneo en Murcia con el Juventud»

POR JUAN ANTONIO MORGADOFOTOS: FERNANDO GONZÁLEZ

Sábado, 9 de octubre 2010, 03:54

Quién lo ha visto y quién lo ve. Un fuguillas como él prueba ahora con el yoga. Gajes del oficio. Deportista impenitente, las lesiones le han dejado secuelas que le impiden mantener el ritmo de antes. De ahí que se haya decantado por esta disciplina, que le puede dar algo de perfección espiritual, pero que no le quitará las ganas de volver a competir en una regata. De hecho, ya está pensando en echarse a la mar a finales de mes con su compañero de despacho, Javier Contreras. Y también en repetir el Camino de Santiago, que completó en mayo.

Nacido en Melilla el 26 de diciembre de 1946, Rafael Álvarez Morán es vocal de vela de crucero y capitán de la flota de platú del Club El Candado. La historia del deporte malagueño no puede escribirse sin guardarle un destacado hueco, y no solo en una, sino en varias modalidades. Compatibilizó sus enseñanzas en baloncesto y balonmano para pasarse después a la vela. Un cambio de rumbo a prueba de personas inquietas como él. Forma parte del grupo de románticos que en los años 60 y 70 se aventuró no solo a hacer deporte en Málaga, sino a enseñarlo. Era el más difícil todavía, un giro circense que le viene al pelo a Álvarez.

Llegó a Málaga en 1966 con su familia en busca de trabajo. Su padre, originario de las Islas Chafarinas y mecánico naval, había fallecido tres años antes. Su madre, ama de casa, era del Peñón de Vélez de la Gomera. Con dos hermanas mayores que él, Rafael Álvarez recuerda su infancia en Melilla con cariño. «En casa había mucha disciplina, como es lógico con un padre militar. Me llamaba la atención la limpieza y el ambiente». Cuarenta y cuatro años después de afincarse en la capital de la Costa del Sol todavía conserva amigos al otro lado del Mediterráneo. «A algunos los he encontrado por Facebook», explica. «Después de tantos años en Málaga, quiero mucho a esta ciudad, pero me considero melillense de pura cepa. Nací en la Plaza de Armas, imagínate», cuenta orgulloso de su ciudad, a la que vuelve cuando puede. Terminado el Bachillerato, hizo la mili en infantería, en Viator y en el Gobierno Militar de Málaga.

Preparación

A su llegada a Málaga encontró trabajo en Intelhorce. Mientras tanto, se preparaba y hacía distintos cursos, entre ellos uno fiscal y otro de contabilidad, oficio con el que se ha ganado la vida (trabaja en Contreras y Gómez Carrera). Fue en Intelhorce donde comenzó a desarrollar su extensa actividad deportiva. «Empecé con el equipo de baloncesto de la empresa y también en el balonmano, con el padre Calleja, en los torneos de la Federación y en los de la organización sindical de Educación y Descanso». Pronto se sacó el carnet de entrenador 'amateur', provincial y regional. «Conmigo estaban en aquella época Alfonso Queipo de Llano, Jesús Bonilla y Martín Urbano», recuerda. Practicó ambos deportes. «Era portero de balonmano, pero me gustaba más entrenar», confiesa. Tras ser preparador de baloncesto en la Universidad Laboral, ingresó en el Club Juventud y se decantó por el balonmano allá por el año 1977. «Entrenábamos por amor al arte. Después de trabajar, a entrenar, y los fines de semana se los dedicábamos al equipo». Relacionada con su dedicación, Rafael Álvarez cuenta una anécdota: «Cuando nació mi primer hijo, en 1975, me pilló en Murcia en un campeonato con el Juventud». Nuestro personaje no para de evocar nombres asociados a las distintas etapas, y en la del Juventud recuerda a Juan Luis Moreno y Gabriel García. «Después pasé al Caja de Ronda de balonmano, pero enseguida me fui al Colegio Alfonso X, y después al Puertosol, donde fui coordinador de balonmano, tarea que también desempeñé en el Colegio Maristas. Me llamaron de la Federación y estuve de director de deporte base en 1986». Después pasó al Maristas en División de Honor. «Dejo Maristas y vuelvo a la Federación Malagueña como presidente en funciones durante dos años, en 1989», añade.

Su vida deportiva dio un vuelco al cambiar las canchas cubiertas por los barcos, el mar y el aire libre. «Mi primer barco fue el 'Sistema dólar', con Ernesto Vera y Ángel Medina, campeones de España y del mundo, respectivamente. El siguiente fue el 'Yandará', en el Club Mediterráneo». Sobre su cambio de club, es claro: «Me echaron. Era una época convulsa con cambios en el Mediterráneo y alegaron que no pagaba mi cuota, pero les demostré que no era cierto. Entonces me dicen que van a quitar la sección de socios deportivos, pero al único que echan es a mí. El nuevo presidente, José Agustín Gómez Raggio, me ha dicho que vuelvo a tener abiertas las puertas del club». Álvarez explica su objetivo en El Candado: «Fomentar la participación. La vela tiene futuro en Málaga. Hay cantera».

Con su mujer, que es de Periana, tuvo dos hijos: David, de 35 años, y Pachi, de 31. El primero le ha dado ya dos nietas, a las que recoge del colegio cada día: Claudia, de siete años, e Irene, de dos. Con ambas ejercita otra de sus aficiones: la fotografía.

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