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Concha Buika asegura que cantar «cura». :: SUR
MÚSICA

Concha Buika, cantante y compositora: «No doy un duro por parecerme a nadie»

«Agradezco no poder hacer todo lo que quiero», admite la mallorquina, que el 5 de julio cantará a Chavela Vargas en el Cervantes

REGINA SOTORRÍO rsotorrio@diariosur.es

Lunes, 28 de junio 2010, 03:45

Responde a las preguntas con otra. Lo cuestiona todo. Exprime cada palabra para sacarle todo su sentido. Y además no tiene «miedo a hablar». Por eso, Concha Buika lo hace alto y claro. Defiende su libertad para elegir su camino -«un orden diferente no es desorden, es identidad propia»- y se salta los tabúes sobre la sexualidad. En la música tampoco sigue el patrón. Jazz, copla, flamenco, rancheras, house... Y ahora la mallorquina de raíces guineanas se atreve con la gran Chavela Vargas en 'El último trago', donde pone voz a los éxitos de la diva mexicana. El 5 de julio lo presenta en el Cervantes, dentro del Festival de Verano Terral.

-¿Hay que ser muy valiente para cantar las canciones de un ídolo como Chavela Vargas?

-Hay que ser muy valiente para vivir las historias que cuentas; para contarlas luego no hay que ser valiente (risas), hay que ser sincero.

-¿No teme las comparaciones?

-Tener miedo a las cosas es malquererlas y a mí me gustan los buenos quereres. Miedo, no, ¿a quién?, ¿a cantar?, ¿a contar cosas que me han pasado? Si no me han dado miedo vivirlas y, aunque me dieran miedo las tuve que vivir, por qué me va a dar miedo contarlas. Y, ¿por qué me va a dar miedo contar cosas que han contado otros si al fin y al cabo compartimos secretos?

El último trago

-¿Sería con Chavela Vargas con quien se tomara el último trago?

-Teniendo en cuenta que el último trago nada más que precede a que levantes la mano y pidas el siguiente, me lo tomaría con cualquier persona. Ahora, contigo misma.

-¿En qué quisiera parecerse a Chavela Vargas?

-En nada, me ha costado mucho parecerme a mí. He tardado casi 40 años en reconocer todos y cada uno de mis movimientos y todavía no termino de reconocer y de entender todos y cada uno de mis actos. Creo que voy a tardar tantas vidas en adivinarme, que no doy un duro por parecerme a nadie. Y lo digo con todos mis respetos hacia mi mamá Chavela, porque es un ser inconmensurable.

-¿La música le ha salvado de muchas cosas?

-Es que yo no he necesitado nunca estar a salvo. Yo vivo a salvo, vivo en la salvación. Yo creo que una mala experiencia no es un lugar del que te tengan que salvar, es un lugar del que tienes que aprender.

-Ha dicho en ocasiones que su infancia fue dura...

-Mi infancia ha sido dura, como la del 90% de los chavales de barriada de la España de los 80, porque crecer es ir comprendiendo y comprender es muy difícil. No es fácil aprender de uno mismo, conocerse, entender el entorno en el que estás creciendo y por qué es cómo es... pero son cosas que te enseñan a vivir.

-Entonces, ¿no le dejó marcas?

-Sí, una felicidad enorme.

-¿Sigue componiendo?

-Sí, siempre. La composición para mí es un ejercicio catártico. Cada día tengo la misión de inventar algo, o apoyar la invención de otros.

-Pero no siempre llegan las musas...

-Las musas están siempre ahí, no tienen otro lugar a donde ir (risas).

-Usted no necesita ir al psicólogo porque admite que cantar le evita la locura.

-(Risas) Cantar cura. Siento que el arte es una necesidad para mí, que cada día me plantea nuevos retos. Y reconozco que en mi caso suelo acudir a ese tipo de psicólogos: a los temas, a las canciones, a los poemas, las fotografías, los cuadros...

-¿Y nunca escuchó cuando empezó con la copla que lo que hacía era una locura?

-Yo acostumbro más a escuchar a mi voz, a esa que nunca se escucha pero que nunca calla, esa voz que vive detrás de los párpados, que a la persona que tengo delante (risas). Eso es algo para lo que no nos han educado, nos han educado para lo contrario.

-¿Esa voz es la conciencia?

-No lo sé, cada uno sabrá. La mía es una voz que siempre está ahí, que me acompaña en las canciones, que me dice por dónde tengo que ir, con la que a veces me peleo...

-Lo convencional no va con usted...

-Lo convencional según quién. Yo creo que un orden diferente no es desorden, es identidad propia.

-Pero es ir a contracorriente.

-No, porque ¿qué es la corriente? ¿La corriente es lo que todos pensamos?, ¿todos pensamos lo mismo de verdad?, ¿quién lo ha dicho?

-¿Siempre hace lo que quiere?

-No, hago lo que puedo cuando me dejan (risas). ¡Como todos! Yo doy gracias a Dios por no poder hacer todo lo que quiero.

Creativa

-¿Por qué?

-Porque soy un personaje muy creativo, entonces tú creas cosas maravillosas y también fantasmas terroríficos. Doy gracias a Dios porque en esta vida pasa lo que tiene que pasar y no lo que yo quiero o tú quieres.

-Su forma de hablar tan directa y clara, ¿le ha traído consecuencias?

-Sí, que normalmente sé lo que digo y así puedo desdecirme o decir «acabo de decirte esto y me he dado cuenta de que no tengo razón». Puedo hacer todo este tipo de cosas tan maravillosas por no tener miedo a hablar.

-¿Por qué cree que las personas tienen miedo a hablar?

-Porque resulta que vivimos en uno de los umbrales de la culpa, y esa palabra tendría que desaparecer. ¡Nos hemos sentido culpables tantas veces siendo personas tan buenas! Es una putada muy grande lo que nos han hecho con esto.

-¿Se refiere a la religión?

-Cada uno sabrá. Quien no lo ha tenido en la parroquia lo ha tenido en su casa con un padre muy autoritario, con un hermano que era muy abusivo... En realidad, no veo a nadie como culpable y sí a todos como víctimas. Entonces, podríamos dejar de hacer el tonto todos (risas).

-¿Usted ha aprendido ya a no sentirse culpable?

-Por supuesto. Yo no me siento culpable, lo que hago es ofrecerme para poner soluciones. Culpabilidades las justas. Porque si todo un atajo de chorizos y mangantes nos han arruinado, lo tenemos que pagar nosotros y aquí nadie se siente culpable, obviamente yo no me voy a sentir culpable por haber ejercido de mí misma.

-Habla abiertamente de su bisexualidad, ¿existen muchos tabúes?

-La libertad de escoger está en menos lugares de los que yo pensaba y en más corazones de los que yo veía. Hay muchas más personas en el mundo dispuestas a quererse y a entenderse que a odiarse, pero la guerra hace más ruido. Pero sí que me he dado cuenta de que no sé si yo necesitaría reivindicar una cara de todo esto, no sé si necesitaría decir que soy heterosexual, bisexual, tridimensional, trifásica, ¡qué más da!

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