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SERGIO EGUÍA
Lunes, 21 de junio 2010, 03:40
«Hola, Legs». Allegra sabía si algo malo había pasado, nada más descolgar el teléfono, sólo por el tono de la voz de Anjelica al decir esas dos palabras. Al parecer, su hermana las pronunciaba de una manera diferente. Son ligeras pinceladas como este recuerdo las que le sirven a la pequeña del clan de cineastas para dibujar su vida en 'Hija del amor' (Ed. Circe).
Se trata de un muy recomendable ejercicio de memoria, un 'flashback', que arranca con la notica de la muerte de su madre, Ricky Soma, cuando Allegra tenía cuatro años. «Estoy jugando en el suelo de parqué del salón. (...) Tenemos que ir al dormitorio de Ricky. (...) Me pregunto por qué tenemos que ir a la habitación de mi madre si ella no está». Es lo que Allegra recuerda del día en que le dijeron que no volvería a ver a su madre, fallecida en un accidente de tráfico. Después, en una habitación del hotel Claridge's de Londres, conocerá a un señor con un gran puro. «Éste es tu padre», le dicen.
Hoy Allegra es escritora. Vive en Taos (Nuevo México) con su novio Cisco y el hijo de ambos, Rafa. Ha encontrado su lugar en el mundo, pero durante años peregrinó de país en país sin saber realmente quién era. 'Hija del amor' -traducido por Aurora Echevarría- es la historia de una niña que creció rodeada de adultos demasiado importantes para reparar en ella; de una adolescente que supo esquivar los excesos de Hollywood; y de una mujer que ha sabido entender la importancia de la familia más allá de los convencionalismos. De hecho, lo más llamativo es la naturalidad con la que se presentan los hechos. Recuerdos, relatos de amigos y la correspondencia personal guardada por su madre son la fuente de la que mana un torrente de anécdotas digno de cualquier película.
De Irlanda a Nueva York
Los primeros años de Legs (diminutivo de Allegra) serán en Irlanda. De los cuatro que vivió en Londres, donde nace, no se acuerda. En la propiedad de Saint Cleran pasará buenos años. No comprende por qué se aloja en la Casa Pequeña-la de su madre- mientras papá lo hace en la Casa Grande. Tata será su sombra y su única compañía. De hecho, la única caricia que recibe de John Huston es una noche que, estando enferma, le pone la mano en la frente para comprobar si tiene fiebre.
Un verano volarán a Nueva York para visitar a los abuelos maternos. La idea es que se quede a vivir con ellos. Papá está en Los Ángeles con su nueva esposa Cici. Tenerla con ellos sería «demasiado complicado». Está claro que su familia no es como las demás, pero Allegra lo atribuye a que los Huston son estrellas. Su hermana Anjelica, 18 años mayor que ella, destaca de una manera que ella «nunca podría» y John Huston es tratado literalmente como un rey allá por donde va. De todos modos, no pasará mucho hasta que se mude a California. Cici, la única con la que no tiene parentesco es, paradójicamente, la que más se ocupa de ella. Lo que no quita para que pase larguísimas temporadas en las mansiones de los novios de su hermana. En la de Jack Nicholson primero y en la de Ryan O'Neal, después.
El actor de 'El resplandor' se revela como una magnífica persona, «el elegido por Huston» para casar a su hija, también actriz. O'Neal es otro tipo. Allegra narra como Jel (diminutivo de Anjelica) tiene que esconderse en el armario de la habitación que compartían Allegra y Griffin, el hijo de Ryan, para evitar que el actor le pegara. Más increíbles son los pasajes en los que explica cómo Griffin había días que se quedaba en casa fumando marihuana mientras los demás jugaban al 'freesbie' en la playa. En ocasiones Ryan también le daba cocaína al chaval, que tenía once años. Anjelica no tardó en volver con Nicholson.
En aquella época, Allegra retornó a casa de Cici, su madrastra. Maricela, la asistente, estaba muy deprimida. Al parecer, su novio piloto, Juan, no quería saber nada de ella. Papá tampoco estaba, rodaba 'El hombre que pudo reinar' en Marruecos. Así que Cici decidió regalarle unas vacaciones a Maricela. Quería que recuperara el ánimo. Bien que lo hizo para desgracia de la benefactora. La chica le dijo que le gustaría visitar Marruecos. El motivo de su tristeza resultó no ser un aviador sino un cineasta que se llamaba John.
Llega la verdad
Allegra temió perder a su otra madre. Las aventuras paternas las había asimilado. En Irlanda ya conoció a Danny, su hermano italiano y a Zöe, la madre de este. Sin embargo, la ruptura del matrimonio Huston tendrá otra sorpresa. Cici decide revelar a Allegra la identidad de su verdadero padre: lord John Julius Norwich. Ricky, enamorada de este historiador británico, quedó embarazada. «Tú eres hija del amor», le explicó Cici. Con el tiempo, Allegra aceptó que tenía un papá en California y un padre, y otros hermanos, en Londres. Comprendió por qué estaban en la casa de Maida Avenue el día que le comunicaron que su madre había muerto.
«Legs, soy yo». Allegra sabía como terminaba la frase. «Papá ha muerto». La gratitud por el hombre que la acogió llegó hasta el final. La historia regresa al presente, al bautizo de Rafa, una nueva generación en la familia. Sin embargo, poco faltó para que Allegra acabara por dar la espalda al glorificado cineasta. Fue año y medio antes de su muerte. En Las Caletas, la residencia mexicana donde Huston planificó pasar sus últimos momentos. Gladys, la secretaria personal del director, había fallecido el verano anterior y a Allegra le remordía la conciencia por no haberse hecho cargo de Marisol, una pequeña que Gladys había adoptado tras encontrarla escondida debajo de la cama en la que trabajaba la verdadera madre. Papá decidió que Maricela se ocuparía de ella.
Al desembarcar en la casa de Puerto Vallarta no vio a Marisol por ningún lado. «Está en Guadalajara con la madre de Maricela», le explicaron. Según pudo averiguar, una de las personas del servicio había estado abusando sexualmente de la niña sin que nadie reparara en ello. Allegra no dejaba de pensar que eso mismo le podía haber pasado a ella. Al preguntar a John Huston por lo sucedido este se limitó a decir: «Claro, su madre era una puta». Marisol tenía 7 años. Allegra no podía creer lo que estaba oyendo.
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