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MIGUEL GONZÁLEZ
Domingo, 18 de abril 2010, 03:44
Rafael González-Cobos dejó ayer de ser el presidente del Marbella. El cansancio de poner dinero y la nula respuesta de una plantilla que hoy podría certificar el descenso de categoría, han sido algunos de los argumentos que le han llevado a tomar una decisión que se esperaba de un momento a otro. El ya ex mandatario de la entidad deportiva no pondrá un céntimo más, y serán los que conformen la gestora que lleve las riendas del club a partir de ahora los que deberán buscar el dinero para abonar las nóminas de los jugadores hasta que finalicen los contratos.
El empresario salmantino atendió la llamada de este periódico para argumentar los motivos por los que deja el club. «Aquí la gente se cree que las cosas son gratis y pueden serlo eternamente. He realizado un esfuerzo económico para que sobreviva el club y no me he visto correspondido desde la plantilla y tampoco económicamente desde otras instituciones. Cuando no tienes apoyos ni internos ni externos, llega un momento en el que uno dice basta», comentó. Reconoce González-Cobos que esta decisión la tenía que haber tomado antes, y admitió que una buena solución para intentar reconducir la situación deportiva era el no haber pagado una sola nómina más hasta que no se hubiesen logrado resultados positivos. «El que tira del carro soy yo y esto tiene un límite. A partir de ahora, que los problemas se lo solucionen cada uno». Manifiesta, además, que «la esclavitud se abolió hace muchos años, y como no soy un esclavo, tengo la libertad de estar el tiempo que considere oportuno. Ahora ya estoy librado de cualquier responsabilidad en la entidad».
¿Engañado?
Una de las razones que podía haber llevado a González-Cobos a dimitir como presidente del Marbella ha sido el sentirse engañado. Sin negarlo con rotundidad, entiende que no tiene motivos para pensar en ello y reconoce que sería «infantil» el justificar una acción como esta. «Soy lo suficientemente mayorcito como para no decir eso, salvo que sea una cosa muy flagrante. No me siento engañado por nadie. Lo que siento es que he hecho un esfuerzo y que no me he visto correspondido. He realizado un desembolso bestial en los tiempos de crisis que corren. Ahora me dedicaré a mi empresa, a que mis trabajadores cobren todos los meses, a mi familia, y no a un proyecto que se ha demostrado que no tiene recorrido. Seguro que yo tendré una parte de responsabilidad en esto, pero no toda».
Reconoce que pudo haber tomado esta determinación el pasado mes de diciembre y no lo hizo, así como que tenía otras medidas mucho más drásticas de la que tomó en su día de rebajar el 10% del sueldo a la plantilla, admitiendo que se le pasó por la cabeza no pagar hasta que no hubiesen sumado una serie de puntos.
La decisión de dimitir ya la tenía en mente desde hacía unos días, incluso el mismo miércoles pasado antes del que el equipo volviera a perder nuevamente. Precisamente, el caer derrotados en casa frente al Roquetas fue «la gota que ha colmó el baso», momento en que notó que las escasas opciones que tenía la plantilla para encontrar el camino de la salvación se perdieron.
Hoy, ante el Caravaca
El hecho de que esta tarde el equipo tenga que jugar un nuevo partido liguero (18.00) ha perdido todo el interés; primero, por la dimisión del presidente, y segundo, porque antes de salir a jugarlo sabrán si han perdido matemáticamente el descenso a la Tercera División. La única buena noticia ha sido la convocatoria de Christian Leroy que, después de ocho meses lesionado, podrá tener la oportunidad de jugar un partido con sus compañeros.
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