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CARTA DEL DIRECTOR

Rajoy, a orillas del marrón

JOSÉ ANTONIO FRÍAS

Domingo, 11 de abril 2010, 03:58

Todos con 20 años más. La imagen no deja lugar a dudas para nadie. Para Fraga, el que menos. A orillas del Guadalquivir y con la Torre del Oro al fondo, José María Aznar ha posado con quienes formaron parte de su primera ejecutiva tras el congreso que le aupó en Sevilla como líder del PP y le despejó el camino para, seis años después, llegar a la Moncloa. Almuerzo en el mismo restaurante en el que comió con su primer equipo para revivir los «bonitos momentos» de un comienzo que acabó en la Presidencia del Gobierno. Pero los nubarrones estaban ahí, y el encuentro primaveral quedó ensombrecido. ¿Quién podía abstraerse del marrón del 'caso Gürtel'?

Uno de los mayores escándalos de corrupción de la democracia golpea al principal partido de la oposición con su ex tesorero a la cabeza, diputados, eurodiputados, miembros de gobiernos autonómicos, munícipes por doquier...Todos bajo la órbita de Francisco Correa y sus adlátares, con una trama de empresas y sociedades interpuestas, en España y en paraísos fiscales, que generó un botín impresionante y ofreció todo un festival de lujo indecente y merdellón. Se mire por donde se mire, en la espesura de los cincuenta mil folios del sumario se encuentra la misma masa supurante y viscosa. No hay ni un milímetro de tejido sano, todo está infectado. Por tanto, la intervención no puede ser en ningún caso un paripé para capear el temporal, como ha ocurrido por ahora, sino una operación a fondo que extirpe el mal purulento y evite la gangrena. Rajoy ha echado a Bárcenas, pero dejándolo a buen recaudo, con despacho en Génova y dentro de las filas populares en el Senado. El líder del PP no predica con el ejemplo en este caso cuando defiende no tolerar situaciones que no sean presentables más allá de la legalidad o ilegalidad de las mismas. La imagen de Rajoy ha quedado lastrada por falta de firmeza, de claridad y de agilidad ante la trama. Pero también ha mostrado una debilidad ética ante la corrupción y ahí Aznar le ha leído la cartilla: «Los españoles no entenderían que el PP dejase de ser incompatible con la corrupción. Por eso debemos estar siempre alerta, no restar nunca valor a la honradez, y no tolerar nunca ni minimizar la corrupción». Y eso que Correa campaba a sus anchas en la etapa aznarista.

A Rajoy le ha caído encima una tonelada de inmundicia. No es el culpable, pero sí el responsable de poner orden. El líder del PP es muy dado a los movimientos lentos y a esperar a que escampe, pero ahora diluvia y no es sólo una cuestión de leyes o de respetar la presunción de inocencia, sino de ejemplaridad.

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