José Francisco Murillo Mas: «Hoy por hoy, la selectividad sigue siendo necesaria»
La UMA, a través de su vicerrectorado de Estudiantes, organiza este año las pruebas de acceso para el conjunto de universidades públicas andaluzas
A tres meses de los exámenes de selectividad, la actividad en el Vicerrectorado de Estudiantes de la UMA es incesante. La Universidad de Málaga organiza ... este año la prueba de acceso para el conjunto de universidades públicas andaluzas. Su responsable, José Francisco Murillo Mas, asume este reto con tranquilidad. Maestro y profesor de Secundaria antes de llegar a la universidad, es profesor y ha sido decano de la Facultad de Ciencias de la Educación.
–La Universidad de Málaga será la encargada de organizar este año la selectividad para toda Andalucía. ¿Cómo afrontan esta responsabilidad?
–Es una responsabilidad muy importante. La prueba es un tema de mucha trascendencia a nivel andaluz y nacional, que despierta mucha expectación entre los estudiantes y las familias. Pero es una responsabilidad que asumimos con absoluta tranquilidad, porque disponemos de un excelente equipo liderado por la vicerrectora adjunta de Acceso, Beatriz Lacomba. Alta responsabilidad, pero absoluta tranquilidad convencidos de que se va a abordar con todas las garantías.
–¿La UMA ya tiene experiencia en la organización de la selectividad?
–Hay un turno rotatorio entre todas las universidades andaluzas que van organizando la selectividad por orden alfabético. Málaga ya la ha coordinado en una ocasión, pero ni Beatriz ni yo estábamos entonces con estas responsabilidades. Así que para nosotros sí es la primera vez.
–La selectividad 2022 va a seguir el modelo pandemia, un único tipo de examen con más preguntas a elegir. Las universidades ya habían pedido volver al modelo tradicional, ¿por qué?
–Es cierto lo que comenta, las universidades andaluzas se habían posicionado a favor de un modelo postCovid, que era una especie de transición entre las dos opciones del modelo anterior y el que se definió para el Covid. Pero tengo que reconocer que aunque nos posicionamos en ese modelo de transición, sí hubo un debate entre las universidades porque no lo teníamos muy claro. A mí me parece razonable el modelo Covid, porque los alumnos que se examinan este año sufrieron la situación de la pandemia, con clases semipresenciales en primero de Bachillerato. Así que me parece razonable este modelo de examen.
–Entre los estudiantes ha habido casi unanimidad en el rechazo a la selectividad, ¿cuál es su opinión sobre esta prueba?
–Se suele decir que la democracia es la forma de gobierno menos mala. Nosotros entendemos que la selectividad sigue incluyendo una corrección que hoy por hoy es necesaria. Que se podría mejorar ese sistema de corrección, pues sí. Pero ahora mismo de alguna manera interviene en la corrección de las notas de los alumnos que proviene de sus centros.
–Pero la selectividad tal como la conocemos puede tener los días contados.
–Sí, efectivamente. Ya se está hablando de un nuevo modelo de selectividad para el año 2024, una evaluación más competencial, como se establece en el modelo de PISA. Parece que todo señala a que el nuevo modelo de selectividad hacia el que vamos es menos memorístico y más competencial. Por ahí puede ir la mejora de este sistema de evaluación para el acceso a la universidad.
« La educación, en cualquiera de sus niveles, debe ser gratuita»
«La educación, en cualquiera de sus niveles, debe ser gratuita»
–Las universidades también pueden introducir su propio sistema de selección, ¿lo han valorado?
–Efectivamente. Además de la prueba de selectividad, las universidades se pueden reservar el derecho de una prueba para la admisión. El problema es trabajar con el número de estudiantes que nosotros manejamos. Imagine pruebas tipo entrevista a ocho mil estudiantes, que es el número aproximado de los que acceden a la UMA cada año, aunque los que lo solicitan son muchos más.
–En su época de estudiante, ¿participó en muchas manifestaciones contra la selectividad?
–Pues mire, fui a muchas manifestaciones, pero ninguna contra la selectividad. Fui un alumno muy activo en manifestaciones políticas de distinto calado y sobre diferentes cuestiones, pero no recuerdo ninguna sobre selectividad.
–Con este modelo de selectividad las notas de corte han subido ligeramente. ¿Esto ha podido crear desigualdades?
–Bueno, realmente todos los alumnos han jugado con las mismas cartas; las notas de corte suben, pero también la nota de selectividad. Ahí no hay agravio comparativo. Y había que tomar medidas para los estudiantes afectados por la pandemia, que ha sido muy dura para ellos. Imagine que de un día para otro pasamos a clases telemáticas, sin estar preparados, improvisando en muy pocos días, aunque luego se hizo muy bien. ¿Que eso tiene algún efecto indeseado? Puede ser, pero en todo caso es un mal menor. Y no hay que olvidar que la selectividad es el 40% de la nota final para el acceso a la universidad, y el 60% es la media que traen del instituto.
–Un debate recurrente cada año tras la selectividad es la publicación de las notas por centros. ¿Por qué no ofrecen esos datos?
–Esto se ha debatido mucho entre los vicerrectores andaluces con responsabilidad en el acceso de estudiantes. Entendemos que puesto que los centros no corresponden a la universidad, sino a la enseñanza secundaria, es competencia de la Consejería de Educación tomar esa decisión. Nadie mejor que ellos sabe cuáles son los pros y los contras de formular o dar publicidad a determinados 'ranking' en relación a las calificaciones de selectividad. Por esto tenemos que ser muy respetuosos con las competencias de la Consejería de Educación.
–Un acceso a la universidad basado exclusivamente en la nota, ¿no cree que puede perjudicar a jóvenes muy vocacionales, pero que no llegan a ese mínimo exigido?
–No sé cómo se mide la vocación; es más, yo no sé lo que es la vocación. Si hablamos de vocación como ese rayo de luz que te llega y te inspira y sabes lo que vas a ser de mayor, el resto de tu vida, a mí no me pasó. Y dudo que eso ocurra en la inmensa mayoría de los casos. Yo he aprendido a saber lo que quería hacer en un continuo de decisiones desde pequeño hasta ahora que soy mayor. Me parece que la inmensa mayoría de los casos es una concatenación de sucesos. Yo digo a los padres o alumnos cuando se presentan a selectividad, y que ven como uno de los momentos más críticos de su vida, que no es una trampa, no es un momento tan crítico. Hay muchas, infinitas, situaciones de toma de decisiones tan importantes o más que la que decidir qué estudio. Por lo tanto, es muy difícil, a mí se me hace imposible pensar en pruebas que puedan valorar la vocación.
–Usted es profesor y ha sido decano de la Facultad de Ciencias de la Educación. ¿Cómo valora que el Gobierno quiera poner una prueba especial para el acceso a los grados de Ciencias de la Educación?
–A mí no me cabe duda de la importancia de la formación de los futuros docentes, máxima para el bienestar y nivel de desarrollo social y económico de un país. El nivel educativo de un país está directamente relacionado con la calidad de la educación. La cuestión es: ¿el acento lo ponemos en la selección de entrada o fundamentalmente hay que ponerlo en el modelo de formación inicial y permanente? Yo sigo creyendo que los cambios, las modificaciones, tienen que ir dirigidas al modelo de formación inicial y permanente del profesorado, que es mucho más importante que el modelo de acceso a esa formación. Hasta que no vea cuáles son las pruebas de acceso que se proponen no voy a ser capaz de valorar en qué medida eso puede ayudar a subir el nivel educativo, de formación de los futuros docentes.
–Como dice, la elección de una carrera es un momento muy importante, crítico en la vida de los jóvenes. En ese sentido, la orientación en los institutos parece fundamental. ¿Cree que los jóvenes llegan bien orientados?
–Creo que hay buenos profesionales de la orientación en la enseñanza secundaria. Pero a la edad de 18 años es muy complicado ser capaz de prever qué voy a ser el resto de mi vida. Y a medida que vas tomando decisiones vas valorando la que has tomado y tienes la posibilidad de volver a retomar otro camino. Y siempre digo a los padres que eso no es un fracaso, ni mucho menos, y les animo a que si perciben eso de ninguna manera retomen esa decisión, la vida es equivocarse. Estudiar algo unos años no es un error, es una formación que tienes. El error sería pegarse ahí y una vez que te das cuenta de que eso no funciona no rectificar. Lejos de ser un error hay que animar a que padres y familias entiendan esa situación con absoluta normalidad.
–Su vicerrectorado llevó gran parte del peso de la respuesta desde la UMA a la emergencia social provocada por la pandemia. ¿Cómo recuerda esos meses?
–La Universidad de Málaga actuó con especial rapidez y eficacia frente a esta situación. Fuimos de las primeras universidades en las que ofrecimos ordenadores para todo aquel que tuviera problema para seguir la enseñanza virtual y todas, absolutamente todas las peticiones de nuestros estudiantes que necesitaban un ordenador fueron atendidas y en un tiempo récord. Nadie se podía mover de casa y recurrimos a empresas que les llevaron esos ordenadores a sus domicilios. También facilitamos conexiones a la red a estudiantes de rentas más bajas. Triplicamos los recursos para las becas de cohesión social o se retrasaron los pagos de matrícula. Facilitamos incluso ayuda jurídica para los alumnos que tuvieron problemas con los alquileres. Medidas muy rápidas y eficientes para atender las necesidades del alumnado en aquellas circunstancias que eran absolutamente inesperadas.
«Las universidades privadas no deben estar dopadas con recursos públicos»
–¿Le inquieta la llegada a Málaga de universidades privadas?
–No me inquieta en absoluto. Me parece que las universidades privadas en estos momentos no son competencia en absoluto para las universidades públicas. Ni a nivel de recursos, ni de investigadores ni de docentes preparados. No hay comparación posible. Lo que sí me preocupa es que se dediquen recursos públicos a que lleguen o se instalen universidades privadas. La universidad privada no debe estar dopada con recursos públicos. La universidad pública está a un nivel muy superior al de cualquier privada y por lo tanto no van a ser competencia, pero sí me preocupa que reciban ayudas públicas sabiendo el problema que tenemos de financiación las universidades públicas en Andalucía.
–El consejero de Educación, Javier Imbroda, manifestó hace un tiempo que la formación del profesorado es «mejorable», ¿está de acuerdo?
–¿Y qué actividad humana no es mejorable? Es una afirmación de nuestro consejero que expresada en esos términos debemos darle la razón. Además, todos los que trabajamos en cualquier ámbito tenemos que basarnos en el sentido de esa frase, trabajamos para mejorar lo que hacemos porque todo es susceptible de mejora. Y coincide con lo que acabo de decir, hay que plantear propuestas de mejora en la formación de los docentes.
–De su vicerrectorado depende también la gestión de las becas, que ahora ven modificado su calendario. ¿Puede beneficiar esto a los estudiantes?
–Lo importante ahora es que los alumnos se enteren de este cambio de plazos y que ninguno se quede fuera. Esto propiciará que el estudiante sepa antes si va a poder optar a esas ayudas o no. Pero creo que lo que el alumno necesita es el dinero de la beca. Y con esta modificación las ayudas no van a llegar antes. El gran problema que supone que a los alumnos les llegan los recursos económicos tarde no creo que esta reforma lo mejore.
–También, respecto a las becas, se han modificado los criterios para la concesión, rebajando la nota a un 5. ¿Cree que así se deja de premiar el esfuerzo del alumno?
–Las becas como ayudas económicas al estudio deben tener una relación directa con el nivel económico de las familias, más que con los resultados académicos. Un argumento muy claro, y no es opinión, sino un dato: los recursos económicos están en relación directa con los éxitos académicos. Es decir, un alumno que tiene la suerte de nacer en una familia acomodada o de estrato social medio o medio alto tiene muchísimas más posibilidades de tener éxito académico que un alumno que tenga una familia de un estrato social desfavorecido. Las estadísticas lo avalan y la explicación es clara: un chico o chica que nace en una familia de nivel social alto tienen una serie de estímulos y de posibilidades que no tiene el chaval que ha nacido en una familia de situación económica desfavorecida. Y por tanto eso hay que compensarlo ¿Cómo se compensa? Pues haciendo que sean los niveles de renta los que decidan fundamentalmente a quiénes ayudamos y a quienes no. Rebajar los méritos académicos para acceder a las ayudas creo que es una buena decisión.
–Habla de compensar situaciones injustas relacionadas con las diferencias económicas. ¿La bonificación de matrículas de la Junta de Andalucía a todos los alumnos, independientemente de la renta, es entonces un error?
–Sigo pensando que igual que la sanidad es gratuita, la educación en cualquiera de sus niveles debe ser gratuita. Y para personas que vienen de estratos favorecidos, bueno, parece que les corresponde pagar a través de sus impuestos. La misma consideración que tenemos para la Seguridad Social, la salud, deberíamos tenerla para la educación. Salud y educación son dos necesidades a las que hay que atender de manera prioritaria en las sociedades democráticas avanzadas. Y esta medida de la Junta avanza en esa idea de gratuidad de la educación y por lo tanto me parece que es positiva.
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