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Juan Calderón
Domingo, 30 de octubre 2016, 19:39
Hace sólo unos días, el Unicaja naufragó de forma estrepitosa ante el Bayern mostrando todas sus carencias. Había dudas de cómo respondería ante un rival de mayor entidad y potencial como el Baskonia. Se le demandaba un paso al frente para desterrar la incertidumbre y generar una tendencia más positiva. El conjunto malagueño respondió como debía, dando la talla ante un rival cansado y que no alcanzó el nivel de intensidad que le planteó. La de ayer es una de esas victorias (82-72) que ayudan a crecer a los equipos, por la entidad del oponente y porque se hicieron muchas cosas bien.
El Unicaja de ayer es más creíble, siempre y cuando sea capaz de mantener algunos detalles que le valieron para ganar. Mejoró notablemente en defensa, su juego fue más equilibrado sin depender de los triples, mostró carácter y capacidad para competir. Con estas premisas pudo superar a un Baskonia que, todo hay que decirlo, jugó mermado, sin dos de sus pilares como Bargnani y Hanga, baja de última hora. Son los rigores de competir en la nueva Euroliga.
El Unicaja se aprovechó de esto y desde el comienzo puso un ritmo muy alto y contó con la colaboración de un errático Baskonia en los triples. Sólo tuvo problemas cuando el cuadro vasco elevó el nivel de su defensa. En ese momento también mostró temple para gestionar una situación compleja y al fin apareció Fogg. El estadounidense llevaba intentándolo desde que comenzó la temporada, pero no terminaba de sacar la cabeza. Ayer, en un último cuarto de enorme tensión, firmó 12 puntos que fueron determinantes. Como lo fue el partido de Alberto Díaz y el de Smith.
Desde un primer momento se pudo comprobar el diferente estado de ánimo de los dos equipos. El Unicaja tuvo más intensidad que un Baskonia cansado y con pocas ideas. El acierto precisamente de Smith monopolizó el ataque del equipo malagueño, que se vio favorecido por una circunstancia. A los dos minutos Shengelia cometía su segunda falta y, a partir de ahí, el mejor jugador de los vascos hasta el momento fue ya con el freno de mano echado. Así, del 6-10 se pasó a un contundente 22-14 con el que se cerró el primer cuarto. El conjunto de Plaza fue imponiendo su defensa y se mostró muy agresivo en ataque, con penetraciones, acierto, sin abusar del triple y corriendo siempre que podía.
No levantó el pie del acelerador el Unicaja, que comenzó el segundo cuarto buscando de forma insistente a Musli, que superó como quiso al alemán Voigtmann. Esta vez el ritmo de los locales no decreció con la rotación de banquillo. Díez, Fogg y NDiaye dieron un buen nivel hasta permitir a su equipo alcanzar los 21 puntos de diferencia (39-18). Pudieron ser más, pero NDiaye sólo anotó uno de los seis lanzamientos libres que tuvo.
Con el Unicaja haciendo un partido muy serio, el Baskonia se asemejó mucho al equipo malagueño que días atrás naufragó desde la línea de 6,75. Su primer triple llegó en el minuto 19 después de haber fallado los catorce anteriores. Con semejantes números era imposible que pudiese competir. Fueron tiros muchos de ellos liberados y fáciles, un indicador de que el cansancio pasaba factura ahí. El equipo vasco, que anota una media de 91 puntos, sólo fue capaz de lograr 23 al descanso (39-23).
Reacción visitante
La maquinaria anotadora del Baskonia empezó a funcionar, y también mejoró en defensa. Lo peor para el Unicaja fue que le entraron los triples. Así, en cinco minutos, los visitantes enlazaron un parcial de 6-14 que obligó a Plaza a parar el partido (44-37, min. 25). Cuando peor estaba el Unicaja, Sito Alonso fue sancionado con una técnica. La jugada rescató al cuadro malagueño, que en sólo unos segundos volvió a estirarse. Tiro libre de Díaz y en la posesión extra, triple de Díaz (53-39). El pelirrojo logró un triple más y puso el Palacio en pie (56-42).
Los aciertos del malagueño taparon los problemas para atacar del Unicaja ante la defensa cada vez más sólida del Baskonia. Beaubois empezó a anotar con facilidad y Shengelia sobrevivía con tres faltas haciendo mucho daño. El Unicaja, que antes del descanso ganaba por 16, vio reducida su ventaja a la mitad (58-50).
La tendencia alcista del Baskonia se fue acentuando al amparo de una defensa cada vez más dura, y el Unicaja, ahora sí, sentía miedo. El equipo malagueño era un flan, con pocos recursos para anotar en un partido ya con mucha tensión. En los cinco minutos del último cuarto sólo anotó una canasta en juego, y cuando se quiso dar cuenta su rival ya le echaba el aliento en la nuca (62-59. min. 35). Cuando más presionado estaba, se produjeron dos hechos claves. Plaza mantuvo a Fogg en la pista y apostó por un quinteto con tres pequeños junto a Smith y Díaz. Y derivado de esto, llegó el segundo factor determinante: los triples. Dos aciertos de Fogg, inspiradísimo, y uno más de Smith dinamitaron el choque y la oposición del Baskonia.
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