El Unicaja, ridiculizado por el Tenerife (64-97), aleja a su afición

Pedro Luis Alonso

Málaga

Domingo, 17 de abril 2022, 14:18 | Actualizado 18:51h.

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El Unicaja volvió a las andadas. Dejó bien claro que lo sucedido el Jueves Santo en el Palau Blaugrana (63-73) fue un simple espejismo –ante un Barça que por cierto este sábado también cayó ante el Zaragoza–. El tremendo ‘baño’ al que le sometió ayer el Lenovo Tenerife refleja a las claras la diferencia entre una rotación engrasada, la del cuadro canario, y otra que se atasca con frecuencia, anquilosada, necesitada de una amplia y urgente renovación, porque raro será que se cuenten con los dedos de una mano los ‘cajistas’ que sigan otro año en el equipo.

Lo del jueves fue una excepción. Lo de ayer domingo tiene que ver con la normalidad del equipo toda la campaña, incapaz de hincarle el diente a los equipos de la mitad alta de la tabla una y otra vez, no por casualidad. Entre este Tenerife, que sabe a lo que juega y lo ejecuta con simplicidad, y el Unicaja media un abismo. Entre el equipo que más comparte la bola y explota meter balones adentro y otro frágil en defensa y dependiente de su acierto desde el perímetro. Máxime con la desventaja de un Díaz aún renqueante, pero que no se baja del carro, y las ausencias de Abromaitis (el líder invisible) y Suárez. El 7-20 de diferencia en asistencias dice mucho de cómo juegan ambos equipos, o que con trece rebotes más el Unicaja cayera de paliza por su pésimo 3/26 en triples.

Pero lo que más duele comprobar en cada duelo reciente entre verdes y amarillos es que muchos de los hombres del cuadro canario salieron por la puerta de atrás del club de Los Guindos de una manera incomprensible. Además, la derrota aleja de forma definitiva el sueño de los ‘play-off’ (a tres victorias y cinco partidos por jugarse) y se centra ya sólo en la décima plaza, con el consuelo de que el Breogán fue apalizado en el WiZink por el Real Madrid.

Por un momento el arranque del partido fue un ‘deja vu’ del horror en Manresa en la Champions de hace unos días. No fue para tanto, pero el Unicaja se pasó tres minutos y medio sin anotar fallando sus seis primeros tiros, lo que permitió al Tenerife alcanzar ya una ventaja significativa, que se fue al 4-17 tras dos triples de Salin y uno de Todorovic, un excanterano de Los Guindos.

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No hubo emoción alguna casi en ninguna fase del encuentro. La capacidad anotadora de casi todos los hombres del cuadro canario es asombrosa, con una excelente batería de lanzadores exteriores y la presencia siempre amenazante de Shermadini, al que Ibon Navarro trató de defender de salida con Kravic, aunque pronto pasó a Guerrero. Hubo una tímida reacción local, con un triple de Francis Alonso (el único del cuadro malagueño antes del descanso) y canastas de Jaime Fernández y Oliver para el 11-17, pero la superioridad patente en el rebote, con muchas capturas en ataque, no daban rédito, con porcentajes de tiro pésimos y en ocasiones malas selecciones de tiro, como dos intentos de Nzosa, uno de dos sin tocar aro y otro exterior a tablero.

Un parcial de 6-0 al inicio del segundo cuarto permitió el mayor acercamiento del Unicaja (26-30), pero apareció Shermadini, que ya estaba campando a sus anchas en el poste bajo, aunque ya en versión abusadora. El georgiano, ese jugador poco explotado en sus meses en Málaga, sin un base que le suministrara balones, protagonizó una respuesta contundente del Tenerife con un 0-11 para el 26-41, con nueve puntos seguidos suyos, con pases rápidos, mala defensa de los bloqueos o movimientos tardíos del pívot para tapar.

Sendos dos más uno de Kravic y Oliver maquillaron la desventaja al descanso (32-41), pero la sensación era muy parecida a otros muchos partidos de la temporada: sin anotar de tres era poco menos que imposible pensar en la victoria, y el Unicaja se marchaba a los vestuarios con un horrendo 1/16. Habia gozado de ocho tiros más fruto de atesorar once rebotes más, pero no le cundía.

La cosa empezó peor aún en el tercer cuarto, con la tercera falta de un desconocido Brizuela y un parcial de 2-14 que rompió definitivamente el choque. Doornekamp explotó la debilidad del Unicaja en el ‘cuatro’ (sin Abromaitis ni Suárez) con siete puntos seguidos y Huertas empezó a gustarse (34-55). Demasiado partido por delante y muchos minutos de la basura para el Unicaja, que había vuelto a las andadas y se mantenía en un 1/20 en triples con el que no se puede competir en la Liga ACB más igualada de la historia. Más que un problema de acierto, tenía que ver mucho con la precipitación de los tiros. Al final el 7-27 del parcial en esos diez minutos hundía a los verdes en la miseria.

Se percibía además una falta de actitud que provocó una encendida pitada en el Martín Carpena y que expulsó a mucho público de sus asientos. Lentamente, decenas de seguidores fueron desfilando pensando en el almuerzo y hartos ya de su equipo. La desventaja siguió ‘in crescendo’ hasta llegar a unos humillantes 36 puntos (54-90) a poco del final. Algo antes, en un tiempo muerto, Ibon Navarro les suplicaba a los suyos: «Sé que es difícil, pero vamos a hacer las cosas bien». Fue en vano. Un reflejo de la temporada.