Nerea Luis, experta en inteligencia artificial
«Las pymes van a ser las grandes beneficiadas por la IA: equipos pequeños y bien engrasados que se 'supervitaminan'»Este viernes estará en Málaga hablando de cómo acercar la inteligencia artificial a los niños
Decir que Nerea Luis es experta en inteligencia artificial no le hace justicia ahora que cualquiera con un uso medio avanzado de ChatGPT se autoconcede ... ese título y se permite dar lecciones. Ella es experta en IA desde antes de que se pusiera de moda. Ya en 2020 había noticias que hablaban de ella como «la ingeniera de 28 años que le explicó al rey cómo funciona la inteligencia artificial». Luis es doctora en Ciencias de la Computación y, antes de establecerse como consultora freelance, trabajó en Sngular, donde llegó a ser la directora del equipo de IA. Es, además, una reconocida divulgadora en este campo a través de programas como 'Órbita Laika', conferencias y charlas en centros escolares. Por este motivo recibió la Orden al Mérito Civil que concede la Casa Real. También ha escrito sendos libros sobre IA y robótica para niños y este viernes por la tarde estará en Málaga dando una conferencia con el título '¿Cómo hablar de la inteligencia artificial a mis hijos'. Es una actividad organizada por Yes We Tech, la asociación feminista de mujeres en tecnología, que incluirá talleres para niños y es gratuita, previa inscripción.
-Ha escrito sendos libros sobre inteligencia artificial y robótica para niños. ¿Cómo les explica algo tan complejo de entender como la IA generativa?
-Sobre todo lo que intento es que vean que la IA no solamente les va a contestar a lo que pregunten o les va a generar una imagen, sino sobre todo que es una herramienta que les va a ayudar en el aprendizaje. Obviamente a un niño no se le puede decir así, pero lo que he querido transmitir en el libro es esa faceta tan transversal y multimodal, de que la IA puede trabajar con texto, con imagen, con audio… Así es más fácil que el niño lo perciba como algo que le vale casi para todo. Pero siempre desde ese punto de vista del del aprendizaje.
-¿Desde qué edad aconseja que se produzca ese primer contacto con la IA?
-A los niños de 5 ó 6 años les pilla todavía un poco pequeñillos. En esa etapa sí que es más el trabajo con los padres de que sepan que pueden utilizar estas herramientas para personalizar esa creatividad que los pequeños les demandan: lo típico de contestar los porqués o crear un cuento en el que el niño se convierte en un dragón o en un astronauta… Luego yo creo que ya cuando le empiezan a sacar más partido esa de 9 años en adelante, en la que ellos tienen su primer acercamiento a la tecnología. Creo que en esta etapa es bueno trabajar con ellos para que perciban la IA como una herramienta que les va a ayudar a aprender. Por ejemplo, les puede acercar de forma muy sencilla a sus primeras tareas de programación o abrirles el campo en áreas o 'hobbies' que sean de interés.
-Supongo que la clave sería hacerlo de modo que no sea un consumo meramente pasivo y que la IA no sea algo que coarte su imaginación o su iniciativa.
-Efectivamente. Al final la idea es que entiendan que es una herramienta más dentro de su proceso de aprendizaje y que ojo, tampoco tiene la verdad absoluta. Es verdad que esto es difícil porque los más pequeños ya nacen encontrándose la información perfectamente cocinada.
-¿Cuál es su posición ante el movimiento antipantallas en el mundo de la educación?
-Yo respecto al tema de las pantallas en el entorno educativo, la verdad que las defiendo totalmente y creo que tienen que estar presentes porque creo que es una condición que iguala. Es decir, sabiendo que cada niño o niña puede provenir de entornos muy distintos, el que lleguen a la escuela y tengan ese porcentaje de uso de pantalla desde un punto de vista educativo puede reducir la desigualdad de acceso y también garantiza que la forma en la que están accediendo es segura. Yo creo que es indispensable. El momento en el que se complica es después del cole, en casa, donde ya puede venir ese consumo desmedido: los típicos niños que ves que están con el YouTube o TikTok todo el día.
-Si ese uso desmedido se centra en ChatGPT, ¿puede derivar en una dependencia emocional?
-Una cosa que se empieza a observar con ChatGPT y herramientas similares es que al final son aplicaciones que generan una especie de vínculos de confianza. El niño igual empieza a usarlo para los deberes, pero termina utilizándolo para preguntarle cuestiones vitales, que quizá no esté dirigiendo a sus padres o sus amigos. Tendremos que ir marcando una serie de buenas prácticas porque creo que es algo que que poco a poco, desgraciadamente será más habitual.
-Frente a estos riesgos, está el impacto positivo que puede tener la IA en la educación, ¿no? ¿Alguna experiencia concreta que le haya impresionado en este campo?
-A día de hoy hay muchos productos en este campo que intentan encontrar su hueco: los más conocidos son Duolingo, Khan Academy. Estas plataformas están incorporando las posibilidades de personalización que ofrece la IA generativa. Por ejemplo, que te anime a repetir ejercicios de las partes que tienes más verdes, con nuevas variantes. O el intentar guiarte con la voz: eso es una cosa que estamos viendo ahora, una tecnología nueva que nos permite mantener conversación con un foco que puede ser la 'tablet' o la hoja que estemos enfocando con el móvil y que el sistema nos vaya diciendo, por ejemplo, cómo resolver una ecuación. Son todavía ejemplos aspiracionales de lo que puede llegar a cambiar la IA el proceso de aprendizaje. Y luego están los profesores que les mola el tema de la tecnología, que son creativos y se vuelcan con este tipo de de herramientas. Por ejemplo, hay profesores que utilizan Notebook LM para generar audios a partir de documentos, para hacer los 'listening' de inglés. También empiezan a utilizar las herramientas de generación de imágenes para ilustrar algunos conceptos o les proponen a los alumnos que las usen para determinados trabajos.
-Hablando ya no de niños sino de adultos, ¿por dónde debería empezar alguien que aún no se haya animado a experimentar con la IA?
-Nunca ha sido tan fácil, porque al final es como una conversación de WhatsApp o incluso de voz. Básicamente yo creo que las primeras interacciones tienen que ser lo más naturales posible. Lo interesante quizá es decirle a ChatGPT o al modelo que sea: «Oye, cómo me puedes ayudar? Yo soy una persona que trabajo en esto, mis tareas del día a día son estas o tengo este hobby, ¿qué puedes hacer por mí? De forma que puedas encontrar cosas en las que puedas empezar a utilizarlo diariamente. Creo que hay que empezar por ahí, poco a poco, escogiendo una o dos tareas, y comprometiéndote a incorporar en ellas de forma constante la IA.
-¿Cuáles serían las líneas rojas que deberíamos tener al usar herramientas basadas en IA? Hablo de privacidad, por ejemplo.
-La línea roja para mí siempre están los datos personales. En cualquier servicio de internet que usemos tenemos que ser conscientes de cuándo compartimos información personal. Hay una forma que puede ser divertida, pero también reveladora, de hacerte una idea de lo que has compartido: pedirle a la IA que, con todo lo que sabe de ti, elabore un perfil. También puedes irte a la configuración de los módulos de memoria, donde puedes ver frases que ha guardado de ti que le han resultado relevantes en las conversaciones. En general, no es necesario que la IA sepa ni cómo te llamas ni dónde vives ni cosas sensibles, no porque vaya a haber una filtración directa de información, porque son sistemas bastante seguros, pero no deja de ser una buena práctica en general. Así que yo marcaría ahí una línea roja. Y la otra es no utilizar ChatGPT para diagnósticos de salud. Le puedes pedir que te explique qué significa algún concepto, pero no mandarle una foto o explicarle síntomas para que te diga qué enfermedad tienes.
-Vamos con el estado del arte: hemos visto los primeros modelos razonadores y nos dicen que este es el año de los agentes, pero a la vez los modelos se siguen equivocando y siguen alucinando a veces. ¿Hasta qué punto se puede hablar de dejar tareas en manos de agentes de IA? No veo a nadie dándole su tarjeta de crédito a una IA para que le contrate un viaje.
-Claro, todavía falta. Estamos en un momento en el que lo que se está planteando, sobre todo por parte de las grandes tecnológicas, son los primeros protocolos de conexión a aplicaciones. Es decir, sí que empezamos a ver un salto en que ya no son sistemas tan conversacionales, sino que lo que les vamos a dar son tareas, que pueden implicar que vayan a consultar internet o ficheros como vienen haciendo, pero también entrar en otras aplicaciones, en formularios, en bases de datos… cosa que hasta ahora era inviable. Lo que intentamos ahora es personalizarlo de cara a nuestro ecosistema de aplicaciones, si hablamos de un móvil, o de programas instalados en el ordenador, o la nube de una empresa. La IA tiene que aprender a moverse entre todos esos programas y bases de datos y para eso necesitamos construir las carreteras, digamos. Estamos primero pavimentando un poco todos esos protocolos para que sea accesible y también para que no sea excesivamente caro. Porque la incógnita es si esa tecnología de agentes será viable en cuanto a que tenerlos más tiempo computando también hace que entonces las respuestas sean más caras. Así que hay que ver ese 'trade off' cómo se queda. Pero es una tecnología muy prometedora. Yo creo que sí que va a eliminar puntos de fricción que existen ahora mismo, porque hay mucha empresa preguntándose: «¿Me hago mi proyecto medida o espero a que un Google me saque este conector a mi base de datos?» Y es verdad que parece que vamos por ese segundo escenario donde ya va a ser mucho más sencillo el que esos sistemas estén integrados en nuestras aplicaciones.
-Dejó su trabajo en Sngular hace unos meses y se estableció como consultora autónoma. ¿A qué se dedica ahora concretamente?
-Estoy muy centrada en acercar la IA desde un punto de vista más corporativo. Como ahora mismo hay tanta herramienta, tanto producto disponible, tanto avance que ha sucedido muy rápido, hay mucha necesidad en las empresa de pensar bien las estrategias de adopción. Yo ofrezco una especie de consultoría estratégica. Esa es una línea y la otra sigue siendo la divulgación, que creo que es más importante que nunca porque necesitamos un acercamiento a todos estos temas también desde un punto de vista de la ciudadanía, de: oye, a mí esto, ¿cómo me afecta?
-¿Qué es lo que se encuentra cuando va a hablar con empresas? ¿Cómo calificaría el nivel de adopción de la IA en España?
-Hay diferentes niveles de adopción. Hay empresas grandes que sí que han hecho desarrollo tecnológico y lo que demandan es un asesoramiento con la perspectiva de los próximos cinco o diez años, para saber dónde invertir. Este tipo de empresas también tienen un desafío con el uso masivo de este tipo de herramientas, porque al ser tantos es difícil controlar el buen uso. Y sobre todo, donde estoy viendo mucha aplicación es empresa mediana y pyme. Creo que van a ser los grandes beneficiados en los próximos años, porque son equipos pequeños que están muy compenetrados y engrasados y con la IA es como si les supervitaminas; les das poderes. Yo creo que se va a ver una gran diferencia en los próximos dos o tres años en esas pymes, que empiezan a incorporar esta tecnología de forma superágil y que de repente están haciendo cosas igual que si fuesen treinta o cincuenta personas.
-Le tengo que hacer esta pregunta: ¿llegará la inteligencia artificial general y cuándo?
-Yo soy bastante escéptica con la inteligencia artificial general. Creo que es un salto todavía muy lejano del punto donde estamos ahora. Simplemente el intentar resolver estas conexiones entre aplicaciones requiere bastante camino por recorrer a nivel técnico. Creo que es fácil que tardemos cinco o diez años tranquilamente hasta que todo el mundo lo adopta. Entonces, la IA general propiamente dicha tendría que ser una IA que está preparada para entender nuevo conocimiento, nuevos escenarios no vistos nunca antes, así que no creo que antes de… no sé, treinta o cuarenta años la veamos. Incluso puede que no lleguemos a verla nunca. Hay un techo técnico que se podría llegar a alcanzar. Es verdad se pensaba que eso iba a suceder hace año y medio y no ha sucedido, pero no tenemos por qué eliminar ese escenario. Lo que pasa es que estamos todavía en este momento de que nos sigue fascinando tanto avance en tan poco tiempo. Veremos… Yo creo que los próximos cinco años son clave, sobre todo pensando en eso que hablábamos antes, en cómo evolucionan este tipo de algoritmos basados en agentes y cómo de escalables son.
-¿Cuál es su mayor miedo respecto a la IA?
-Pues hay una parte que tiene que ver con el acceso a estas herramientas. Hay un riesgo de que sea el que más pague el que tenga acceso a estos sistemas y en este sistema que vivimos, eso puede generar brechas. Otra brecha puede ser geopolítica, es decir, que dependiendo de dónde vivas tengas acceso o no. Y luego el otro riesgo que veo es en el mundo del trabajo. Si esta tecnología evoluciona lo suficientemente rápido es verdad que podría desplazar puestos de trabajo, sobre todo pensando en cantidad más que en calidad de la tarea. Este sí que es un panorama muy incierto, pero que se empieza a barajar con el acelerón de los agentes precisamente.
-No sé si lo comparte, pero mi mayor miedo es más antropológico: que lleguemos a volvernos sedentarios intelectuales; que la IA nos lo haga todo y nosotros vayamos perdiendo las capacidades que nos han hecho humanos.
-Claro. Que pierdas capacidad, sí. Es que podría suceder. Si tú tienes una competencia, por ejemplo, hablar un idioma, la IA te va a ayudar a hablar mejor todavía y si el sistema se equivoca lo percibes. Pero si lo empiezas a utilizar para muchos conocimientos nuevos, te vas a sentir siempre como en inferioridad. Al final pasa un poco como con lo del GPS, que llegas a una ciudad y no te sabes orientar. Entonces, yo creo de cara a los próximos cinco o diez años tendremos que procurar que no se nos vaya de las manos el uso de este tipo de tecnología a cada uno de nosotros.
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