Una epidemia de tifus mató a casi 500 personas en Málaga entre 1941 y 1943

Una epidemia de tifus declarada a principios de los años cuarenta del siglo pasado se cobró la vida de 489 personas en Málaga. La enfermedad afectó sobre todo a las clases más desfavorecidas de la ciudad, que eran las peor alimentadas, las que vivían en condiciones paupérrimas y las que no podía costearse las medicinas para hacer frente a la infección. El tifus es un conjunto de enfermedades infecciosas producidas por varias especies de bacterias que se transmiten a través de la picadura de piojos, pulgas, ácaros y garrapatas que portan diferentes aves y mamíferos. Los enfermos tienen fiebre alta recurrente, escalofríos, cefalea y exantema (erupción cutánea).

Aunque los primeros casos de tifus surgieron en junio de 1939, la declaración oficial de la epidemia no se realizó hasta 1941, que fue el periodo de mayor virulencia de la enfermedad. De las 6.296 personas que fallecieron ese año en Málaga, 436 murieron a causa del tifus, lo que supuso una tasa de 6,92 por ciento de defunciones. La situación mejoró en 1942, cuando hubo 47 muertes por tifus de un total de 3.775 decesos (1,25 por ciento). La epidemia quedó controlada en 1943, ejercicio que se saldó con seis fallecimiento por tifus (0,17 por ciento), en un año en que perecieron en Málaga por otros motivos 3.380 ciudadanos.

Los contagios se vieron favorecidos por la fuerte depresión económica y las carencias alimentarias y sanitarias que asolaban a Málaga tras la finalización de la guerra civil. El hambre y la pobreza castigaban a la mayoría de hogares de la ciudad, tal como se explica en la obra 'Historia de Málaga', publicada por SUR bajo la coordinación general del historiador Juan Antonio Lacomba. A la mala alimentación se unía la escasez de viviendas, una circunstancia que propiciaba el hacinamiento de las familias en corralones e incluso en cuevas, con lo que los contagios se disparaban sin que hubiese medios sanitarios para evitarlos. Hay que mantener presente que en esos años una gran parte de los malagueños no disponía de medidas higiénicas (no había agua corriente y el jabón era un producto al alcance de pocos). En ese contexto, es fácil comprender que el tifus encontrase allanado el camino y se extendiese sin dificultad por los barrios más deprimidos de la ciudad.

Por sexos, la epidemia se cebó más con los hombres que con las mujeres. La población más afectada fue la que tenía de 30 a 59 años. Las clases pobre, como se ha dicho, sufrieron más la infección, consecuencia directa de su desnutrición y de tener las defensas inmunológicas muy bajas. Para contrarrestar la epidemia, el Ayuntamiento habilitó un hospital de infecciosos, abrió una estación de desinsectación y limpieza (se entregaba rompa limpia), desinfectó el transporte público y suspendió la feria de agosto para tratar de disminuir los contagios.

Según se narra en la mencionada 'Historia de Málaga', «la presencia del brote principal de tifus y el agravamiento de la crisis de postguerra estuvieron estrechamente interrelacionados». Asimismo, se indica que «las tasas de mortalidad específicas por tifus en la capital malagueña fueron muy altas en comparación con el total nacional, lo que permite afirmar que Málaga fue la capital española que sufrió con mayor rigor el brote en el año 1941», en el que fallecieron 436 malagueños por el tifus, sobre todo entre abril y julio.

Apenas una década después, en 1951, se produjo un brote de fiebres tifoideas. La causa fue la rotura de una cañería y la consiguiente contaminación del agua de consumo público. La cifra de muertos fue pequeña, pero provocó una fuerte alarma en la ciudad, que aún tenía fresca en la memoria la epidemia de principios de los años cuarenta y su reguero de víctimas mortales.