¿Quién es quién en calle Larios?

La primera bocacalle lateral que comunica desde el lado izquierdo Puerta del Mar con la calle Larios lleva el nombre de Manuel Martínez. Esa es una de las tesis que recoge el archivero e investigador Francisco Bejarano en 'Las calles de Málaga', donde se refiere a este comerciante portugués que en 1730, en los orígenes de la formación de la calle, envió a Málaga a su cajero para que pusiera en marcha en esta vía una casa de comercio de exportación. A los pocos meses, el comerciante se trasladó a la ciudad y aquí estableció definitivamente su residencia, quedando su nombre ligado para siempre al callejero. Sin embargo, esta no es la única versión sobre el origen de la calle: según el libro 'Familias malagueñas del XIX', escrito por el historiador Manuel Muñoz, el Martínez que bautizó la vía fue en realidad uno de los primeros logroñeses que llegó a Málaga desde la sierra de Cameros, lugar de cuna y desde el que emigraron también otros ilustres como Martín Larios y Herreros (I marqués de Larios y padre de Manuel Domingo), Manuel Agustín Heredia o Félix Sáenz. El hecho es que los Martínez, según esta teoría, compraron una modesta casa junto a la playa a finales del XVII o principios del XVIII y los malagueños de entonces se orientaban por la zona hablando de 'la casa de los Martínez'.

La protagonista de la bocacalle que avanza hacia Molina Lario desde el flanco derecho de calle Larios tiene, sin ninguna duda, una de las historias de venganza más apasionantes de la Málaga del siglo XVII (para conocerla en profundidad pinchar aquí). Sancha de Lara y Ugarte Barrientos fue una mujer de linaje aristocrático que además de su aportación a la ciudad logró que su residencia en la plaza del Obispo, conocida como la casa de las Siete Cabezas (originariamente era la que recorría todo el paño frente a la Catedral), quedara para la historia como el escenario sangriento de esa operación para vengar la muerte de su adorado sobrino, Álvaro Torres de Sandoval (que por cierto también tiene una calle en los alrededores de Larios). El joven fue ajusticiado en la horca de la cárcel que se ubicaba en la plaza de la Constitución por un asunto de celos y desencuentros con el alcalde de entonces, Pedro Olavarría, cuya esposa pretendía al atractivo Álvaro. Ciega de dolor, Sancha de Lara utilizó todos sus contactos en la corte de Felipe IV para conseguir el castigo de cuantos participaron en su muerte, desde el propio alcalde al alcaide de la prisión o al verdugo que ejecutó la orden: en concreto, siete cabezas, las mismas que dice la leyenda que exhibió a las puertas de su palacio, en la plaza del Obispo.

Nacido en Cártama el 23 de enero de 1821, don José Alarcón Luján da nombre a otra de las bocacalles más conocidas del entorno. Su importancia en la construcción de la calle Larios fue determinante, ya que como alcalde de la Málaga de la época se encargó de dar impulso a la enorme obra que se prolongó durante cuatro años hasta su inauguración el 27 de agosto de 1891, de ahí que el Ayuntamiento decidiera cambiar el nombre antiguo de la calle (llamada Pescadores) por el de Alarcón Luján. El ilustre cartameño fue alcalde de la ciudad en varias ocasiones entre los años 1876 y 1881, y además de dar impulso a la construcción de la calle Larios fue también el creador de los jardines de la Victoria y de la plaza de Capuchinos. También fue el que encargó al taller de fundición de Duerenne (cerca de París) la fuente de las Tres Gracias, hoy un símbolo de la ciudad. Su trabajo en favor de la transformación urbana de Málaga hizo que el rey Alfonso XII le ofreciera el título de Marqués de Cártama, aunque él lo rechazó. Como curiosidad, su hija María de los Remedios Alarcón Herrera fue una de las madrinas de bautismo de Picasso. José Alarcón Luján falleció en 1902 y está enterrado en su pueblo, que lo considera uno de sus grandes.

Convertido hoy en un lugar imprescindible para disfrutar de la gastronomía malagueña gracias a las decenas de negocios de hostelería que avanzan desde la calle Larios al tramo final de Molina Lario, la calle Strachan recuerda a otro de los protagonistas imprescindibles en la construcción de la calle Larios. En concreto, a Eduardo Strachan Viana-Cárdenas, arquitecto y maestro de obras nacido en Málaga en 1856. Fue el autor de los planos de la calle Larios y sus alrededores y también el director de la compleja obra; y el primero de una saga de arquitectos muy implicados en el desarrollo de la ciudad (su sobrino, Fernando Guerrero Strachan,fue uno de los arquitectos del Ayuntamiento en el Paseo del Parque). Su contribución a la causa de la calle Larios fue tal que la idea de cambiar el nombre de la calle del Desengaño a la calle Strachan fue aprobada por aclamación en una sesión celebrada en el Ayuntamiento el 26 de julio de 1891. Eduardo Strachan también fue el autor del pabellón psiquiátrico del Hospital Civil, los almacenes Álvarez Fonseca, la pensión de La Mundial y numerosas residencias en la zona de La Caleta. También es suyo el proyecto inicial del parque a iniciativa de Antonio Cánovas del Castillo.

Continuando el ascenso por la calle Larios hacia la plaza de la Constitución desde el tramo izquierdo se encuentra la calle Marín García, que rinde homenaje a José Marín García (1794-1868), un gran benefactor de la ciudad. Nacido en la localidad almeriense de Vélez Rubio, tras una etapa en Granada y enviudar decidió instalarse en Málaga. Lo hizo en la zona conocida como el Conventico (en la confluencia de lo que hoy es su calle y Liborio García), en un edificio que albergaba su residencia y el almacén de su empresa. En efecto, fue un próspero comerciante, pero también una pieza clave en la vida institucional de la época: fue vicepresidente de la Diputación, concejal del Ayuntamiento y obrero mayor, es decir, responsable de las obras municipales. Su principal legado, sin embargo, está en el capítulo filantrópico. Como ejemplo, costeó su propio bolsillo el material sanitario con el que se atendió a los soldados evacuados de África que habían contraído el cólera o parte del reloj de la Catedral. A su muerte, en 1868 a causa de una peritonitis, dejó en herencia a la ciudad 1.600.000 reales para que se invirtieran en obras de utilidad pública para la ciudad y para retribuir con ellas «a la gente jornalera de esta ciudad de Málaga».

Fue regidor de Málaga entre los años 1886 y 1889 y, según las crónicas históricas, el único alcalde a quien en su mandato le fue reconocido el derecho de tener una calle en Málaga. Ésta se encuentra a continuación de la calle Marín García y conecta también la calle Larios con la calle Nueva. Durante su mandato, Alarcón Luján acordó con el apoderado general de los Larios, Antonio Jiménez Astorga, que fuera la familia la que asumiera la responsabilidad absoluta de las obras y por lo tanto que desplazara en favor de estos el mando municipal. De hecho, el ya mencionado Francisco Bejarano da cuenta en sus archivos de una firma ante notario el 11 de mayo de 1887 en el que Liborio García deja a los Larios el mando de la construcción de la calle. El texto recoge expresamente que «las obras deberían quedar finalizadas en cuatro años a partir de la firma del acuerdo y, entre otras cosas, los Larios cederían en favor de la ciudad para vía pública 4.800 metros cuadrados de terreno, renunciando a percibir cantidad alguna por este concepto». Liborio García Bartolomé está enterrado en un nicho en el cementerio histórico de San Miguel.

Continuando el ascenso por la calle Larios, la bocacalle que une ésta con la plaza de Las Flores está dedicada al doctor Manuel Pérez-Bryan Souvirón (1901-1958). Su nombre está ligado a la ciudad por su aportación no sólo desde el campo de la medicina; también por su trabajo primero al frente de la Diputación Provincial de Málaga, que presidió entre los años 1939 y 1941; y luego como alcalde de la ciudad, cargo que ostentó entre 1943 y 1947 tras la repentina salida de su antecesor Pedro Luis Alonso. De hecho, de su discurso de toma de posesión se trasluce que acepta el cargo ante la situación de vacío en el Ayuntamiento; siendo su vocación médica el auténtico motor de su vida. De su huella en la vida municipal quedó su prioridad por reestructurar servicios y mejorar la limpieza; mientras que el legado médico pasa por la creación de un servicio de Medicina Interna en el Hospital Civil donde se formaron muchas generaciones de médicos malagueños y que llegó a dirigir entre los años 1956 y 1958. Su esposa, Mari Pepa Estrada Segalerva, también fue una figura destacada en la vida cultural y artística malagueña por su contribución pictórica al movimiento naïf.

El flanco derecho de la calle Larios en su ascenso hacia la plaza de la Constitución cuenta con otra calle cuyo origen sea probablemente desconocido para muchos. Se trata de la calle Moreno Monroy, hoy convertida en uno de los mejores lugares para tapear y que debe su nombre a José Moreno Monroy, arquitecto provincial en los tiempos de la construcción de la calle Larios. Hizo un proyecto para la apertura y ensanche de la calle Alcazabilla, pero fue anulado en el año 1864; y suyo también es el proyecto del nuevo Hospital Civil, inspirado tanto en el hospital 'La Princesa' de Madrid como en el 'Larivoisier' de París. El Ayunyamiento propuso que esta calle llevara el nombre de Moreno Monroy en octubre de 1887.

La última de las bocacalles de calle Larios que recuerda a personalidades ilustres de la ciudad está en la margen izquierda, a apenas unos metros de la plaza de la Constitución y comunicando la vía principal con la zona norte de la plaza de las Flores. Está dedicada a José Álvarez-Net Fonseca, senador por Málaga y durante unos años presidente de la Cámara de Comercio de la ciudad. Su familia fue muy conocida en la ciudad por ser la propietaria de la casa comercial Álvarez Fonseca. La familia Álvarez-Net cuenta con un panteón en el cementerio histórico de San Miguel que fue diseñado por el arquitecto Gerónimo Cuervo.