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Aquella noche se encontraba en casa de sus padres. Había ido a cuidarlos, así como a sus sobrinos, a los que se afanaba en dejar dormidos antes de marcharse. Ese es el último recuerdo que asegura tener la conocida como la parricida de La Unión, que desde este lunes se sienta en el banquillo de los acusados para responder del crimen de su padre, así como de haber intentado matar a su madre y a los tres menores. Ante los miembros del jurado popular, la procesada ha reconocido los hechos, pese a que ha afirmado que no se acuerda de lo que pasó y ha insistido en que ella nunca le haría daño a su padre, «era su hija preferida».
Durante la que ha sido la primera sesión del juicio, los miembros del jurado han conocido la acusación que pesa sobre esta mujer, de 42 años y de origen magrebí. Se refieren a la la madrugada del 16 de julio, cuando, según la Fiscalía, la procesada atacó a su progenitor cuando éste se encontraba «somnoliento viendo el televisor», propinándole varios golpes en la cabeza, «llegando incluso a pisotearla una vez la víctima se hallaba en el suelo».
De esta forma, la fiscal dice que mató a su padre. Esa misma noche, también habría agredido a su madre, que dormía en otra habitación. Desde el Ministerio Público se mantiene que la apuñaló por la espalda y, además, la golpeó con un rodillo de amasar en la cabeza, resultando herida. El ataque no acabó y ahí es donde se pudo convertir en masacre, ya que la Fiscalía mantiene que la mujer, «con el ánimo de acabar con la vida de los allí presentes (madre y sobrinos)», aprovechó la situación de indefensión al estar su madre inconsciente y de los tres menores durmiendo para provocar una fuga de gas.
Para ello, la fiscal insiste en que la procesada desplazó la bombona de butano de la cocina al salón, donde dormían los niños y cortó la manguera del regulador para provocar una fuga de gas que habría causado la muerte de los tres menores y de la abuela de éstos y madre de la acusada. La masacre no fue tal porque, al abandonar la mujer el piso, el mayor de sus tres sobrinos se despertó y al percatarse del fuerte olor a gas, alertó a su abuela y salieron de la vivienda para pedir ayuda.
Son unos hechos que la procesada ha asegurado no recordar, aunque ha admitido haberlos cometido después de conocer lo ocurrido de boca de su abogado. Ha señalado en que aquel día fue a casa de sus padres para cuidarlos, así como a sus sobrinos. Su último recuerdo, ha continuado, es que intentaba dormir a los menores. Tras ello, su mente se queda en blanco hasta que vuelve a recobrar la consciencia una vez detenida, cuando estaba en el hospital, según ha precisado.
La mujer ha indicado que por aquel entonces escuchaba voces que le decía que hiciera daño a otras personas, así como a ella misma. Incluso ha confesado que hubo un episodio violento anterior, del que tampoco recordaba nada, pero que la familia no se lo quiso contar a nadie. Tal y como ha explicado su abogado, padece problemas psiquiátricos y no tomaba medicación.
«Ahora la tomo y estoy mejor, tomo muchas pastillas para quedarme más tranquila«, ha precisado. Asimismo, la procesada ha aseverado que ella quería mucho a su padre, que era su favorita entre los hijos, y que nunca le haría daño. »Nunca he tenido problemas con ellos, iba todos los días a cuidarlos«, ha apuntado, a la vez que ha concretado que también se encargaba de llevarlos al hospital porque tenían problemas de salud y que no se iba de vacaciones sin ellos.
Tras la declaración de la acusada, los policías nacionales que se hicieron cargo del caso han explicado las pesquisas que llevaron a la detención de la procesada. Los agentes del Grupo de Homicidios, así como sus compañeros de los radiopatrullas y de Policía Científica, han relatado las pruebas halladas durante la investigación que inculpan a la mujer.
A lo largo de esta semana intervendrán médicos forenses y peritos para determinar la responsabilidad de la mujer. Según la fiscal, la acusada padece un trastorno depresivo que le ha originado distorsiones cognitivas en la apreciación de la realidad, lo que modifica sus capacidades cognitivas y volitivas (su voluntad) y reduce «de forma moderada» su imputabilidad. En cambio, su letrado, Manuel Rincón, del despacho Rinber Abogados, ha insistido en que solicita la eximente incompleta por trastorno mental, lo que le hizo no ser consciente de lo ocurrido.
Por todo lo anterior, el Ministerio Público la acusa de un delito de asesinato, otros cuatro en grado de tentativa (por su madre y sus tres sobrinos) y uno más de lesiones. Le aplica una circunstancia agravante de parentesco y una atenuante de anomalía o alteración psíquica. En total, se enfrenta a una posible condena a 57 años de cárcel.
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