«Sí, quiero... otro altar»
Ser famoso «es más una carga que una ventaja» para disolver el matrimonio católico. Los expertos entierran otros tabúes: «No es más cara, ni más lenta» que la vía civil
antonio corbillón
Martes, 8 de septiembre 2015, 13:09
«Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su ... marido y se casa con otro, comete adulterio». Así era la forma clásica de explicar la indisolubilidad del matrimonio según el 'Evangelio' (San Marcos 10, 1-12) y que ha permanecido durante siglos. Apenas hace un par de generaciones en los pasillos de los tribunales eclesiásticos todavía se imponía la máxima de que «un matrimonio católico no lo disuelve ni Dios». Solo quedaban leves resquicios por los que podía colarse alguna nulidad. Frente a otros aspectos en los que parece que los siglos no pasan por la Iglesia católica, en la gestión del matrimonio sí se aprecia una razonable adaptación a los tiempos.
Consiguieron la nulidad
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Rocío Carrasco y Antonio David Flores Tras una larga pelea, Rociíto logró la nulidad en 2007. Flores se opuso.
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Telma Ortiz y Jaime del Burgo La nulidad civil incluirá la de la boda religiosa en el monasterio de Leyre.
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Francisco Rivera Paquirri y Carmina Ordóñez Tras 6 años de unión y dos hijos, se separaron en 1979.
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Carlos Fitz- James y Matilde Solís Sus 16 años de matrimonio necesitaron dos más para lograr la nulidad.
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Isabel Preysler y Julio Iglesias Tras separarse en 1978, solo necesitaron once meses para conseguir la nulidad.
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Isabel Preysler y Carlos Falcó La segunda boda religiosa le duró a la Preysler siete años. Fue anulada en 1987.
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Rocío Jurado y Pedro Carrasco Se divorciaron en 1989 pero no lograron la nulidad canónica hasta 1995.
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Cayetano Rivera y Blanca Romero En diciembre pusieron fin a cuatro años de trámites tras su boda en 2001.
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Fran Rivera y Eugenia Martínez de Irujo En marzo de 2014 les dieron la nulidad tras su guerra por la custodia de su hija.
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Carmen Martínez y Alfonso de Borbón El duque de Cádiz usó sus influencias tras el primer rechazo de la nulidad.
Pero las nulidades eclesiásticas no logran quitarse su 'leyenda negra', la que dice que solo están al alcance de los famosos que desembolsan un dineral. Una percepción que se acrecienta con las vicisitudes de las últimas anulaciones de postín, como la de Telma Ortiz (hermana de la princesa Letizia) y su marido Jaime del Burgo. Pero la del torero Fran Rivera y Eugenia Martínez de Irujo duró casi cinco años, con una guerra abierta entre ambos y que, una vez acabada, permitió al torero casarse ante el Cristo de las Tres Caídas de la Esperanza de Triana (Sevilla) con su actual mujer, Lourdes Montes, con la que ya lo hizo por lo civil.
«Los padres con matrimonios fracasados no quieren volver a fracasar. Y sus hijos tampoco». La idea que defiende la abogada matrimonialista Rosa Corazón no cuadra con la saga de los Rivera Ordóñez. El hermano de Fran, Cayetano Rivera, ha vivido un proceso paralelo. Logró en diciembre del 2013 su nulidad con Blanca Romero después de cuatro años de trámites ante los tribunales eclesiásticos. Mucho antes, sus padres, Paquirri y Carmina Ordóñez, pasaron por este trago. El diestro hizo después otro paseíllo hasta el altar con Isabel Pantoja. Y también en la familia de la exmujer de Fran hay antecedentes. El hermano de Eugenia, Carlos Fitz-James, duque de Huéscar, logró la nulidad en 2006 de Matilde Solís tras un largo camino.
Hay más familias que heredan esa herencia fatal, como Rocío Carrasco, que anuló su unión ante Dios con Antonio David Flores y siguió así el ejemplo de sus progenitores, Rocío Jurado y el boxeador Pedro Carrasco. Isabel Preysler les supera a todos ya que acumula dos nulidades con Julio Iglesias y el marqués de Griñón, Carlos Falcó.
En todo caso, después de diez años de continuos descensos en las peticiones de nulidad, 2013 registró un repunte. El Tribunal de la Rota (nada que ver con la localidad gaditana del mismo nombre) recibió 480 causas, un 15% más que un año antes. Un dato que el presidente de este órgano, algo así como el Tribunal Supremo eclesial, Carlos Morán, tampoco considera «especialmente positivo, ya que cada vez se casa menos gente y menos por la Iglesia porque vivimos una privatización del matrimonio».
«Se ha abierto la mano»
Los expertos no tienen claro los porqués. «Se ha abierto la mano. Y, aunque el matrimonio sigue siendo indisoluble, se declara nulo y se empieza de nuevo», resume el abogado matrimonialista Luis Zarraluqui. Si el también presidente de honor de la Asociación de Abogados de Familia contara todo lo que ha vivido llenaría varias portadas de la prensa 'rosa'. Zarraluqui cree que en España «casarse, lo que se dice casarse, sigue siendo algo que ocurre en una iglesia. Y no en registros civiles como el de Madrid, que te llaman por el altavoz como si fuera una estación de autobuses», bromea.
El matrimonio es siempre un cara o cruz. Por eso, la letrada y escritora Rosa Corazón, otra referencia en la materia, ha desarrollado en sus libros 'Nulidades matrimoniales' (cuarta edición con descarga libre en www.autorescatolico.org) y 'Cásate y verás', ambos lados de la moneda. Cree que vivimos tiempos de un sacramento «vapuleado», con figuras como el 'divorcio exprés' que «ha hecho mucho daño al vínculo conyugal». Corazón ve en el aumento de nulidades una prueba «del repunte de la religiosidad». Coincide con ella el notario del Tribunal Eclesiástico Metropolitano de Madrid, Javier Sánchez-Cervera, el órgano que más casos revisa. «Cuanto más viva está la Iglesia más matrimonios en situación irregular se acercan, piden, se les aconseja y se animan a iniciar la nulidad para regularizar su situación», asegura. Las cifras de este tribunal rompen el tópico sobre precios. No ha subido las tasas ni un euro desde 2009 y sus ingresos apenas cubren el 35% de sus costes. Encima, la tercera parte de sus expedientes logran el 'gratuito patrocinio' (gratis) debido a que el promotor no supera los 1.300 euros de ingresos -tras descontar hipoteca, pensión...-. Cada tribunal tiene su precio, pero ninguno llega a mil euros y algunos incluso la mitad. «Si se compara con los divorcios, las cifras de nulidades son anecdóticas», insiste Sánchez-Cervera.
La lentitud es otro lastre histórico. «Si tuviéramos más jueces, la tramitación sería incluso más ágil que la civil. Resolveríamos en menos de dos años», asegura el vicario general del Tribunal Eclesiástico de Valladolid, José Andrés Cabrerizo. España se beneficia además de ser el único país católico con Tribunal de la Rota Española, ese 'Supremo' al que se debe acudir para llegar a la nulidad completa, ya que se necesitan las dos sentencias confirmatorias. El resto de países solo pueden ver resueltos estos casos en su equivalente del Vaticano. Pero, entre las 'revoluciones' en marcha del Papa Francisco, está el permitir 'ad experimentum' que la Rota Romana emita fallos de nulidad en una sola instancia.
«Bendita reforma»
Además en los últimos años se ha desmontado el último gran 'sambenito': el de una Iglesia cerrada y poco comprensiva con el fracaso matrimonial. El extorero Curro Romero nunca logró la nulidad con la tonadillera Concha Márquez Piquer. Igual frustración sufrió Luis Miguel Dominguín con Lucía Bosé. Ser famoso ha llegado a ser un freno porque la Iglesia se sentía observada con lupa. Pero la última reforma del Código Canónico incluyó un amplio capítulo de nulidades por 'vicio de consentimiento'. Un epígrafe que apela a «las causas psicológicas y la capacidad de asumir las obligaciones matrimoniales y que es posible gracias al avance del estudio de la psicología humana y que la Iglesia ha incorporado», destaca Cabrerizo, que actúa como defensor del vínculo, lo más parecido al fiscal, y cuyo trabajo es dudar siempre de las alegaciones en pro de la disolución.
En todo caso, el 70% de las demandas en España acaban en nulidad. «¡Bendita reforma!», clama la letrada Rosa Corazón, que destaca como «un gran avance social, el que la Iglesia entienda la infelicidad humana ante el fracaso matrimonial y ayude a despejar sa carga».
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