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Víctor Rojas
Jueves, 6 de julio 2023, 00:36
Diez de la mañana. Café en mano. Y sonrisa de oreja a oreja, por lo menos, así he imaginado que estaría al otro lado del teléfono la cantante malagueña María Peláe. Y así lo ha demostrado durante la entrevista, en la que no ha parado de reír con su desparpajo natural. La artista actúa el viernes 7 de julio en el Festival Cueva de Nerja y está a punto de sacar su nuevo disco, del que ya ha dado algunas pistas con singles como 'El Grillo' y 'La Putukita'. Un álbum con letras «muy afiladas, crítica y flamencura», que tiene previsto ver la luz a finales de noviembre.
La cantante también ha hablado de su faceta como referente LGTBI, aunque ella no termina de creer que sea así. Y de cómo se presenta el verano. Un verano más en el que no tiene vacaciones, pero se las va a apañar para disfrutar de alguna semana en Cádiz «comiendo chopo y remojándose».
–Hace unos días estrenó 'La Putukita'. ¿Qué puede contar de esta canción?
–Es una auténtica fantasía. Tenía muchas ganas de que la viera la gente. Primero, porque es acompañada de Melody, a la que admiro muchísimo. Tenía muchas ganas de vivir con ella el momento de una canción y un videoclip, además con tanta garra y tanta flamencura. Por otro lado, 'La Putukita' tiene un doble lenguaje, una crítica de trasfondo. Hemos intentado grabar el videoclip donde estuvieron las antiguas folclóricas. Donde, en algunos momentos, han vivido situaciones muy complicadas. Creo que tiene el mejunje perfecto entre crítica y flamencura y, encima, bien acompañada. No puedo estar más contenta.
–¿Era una colaboración pensada desde hace tiempo?
–Estaba pensada desde el momento que salió 'La Putukita'. Estábamos Alba Reig y yo en el estudio haciendo la producción, y ella me lo dijo claro. Me dijo que la única persona en este país que podía defender este tema conmigo era Melody. Y para delante. Se lo propuse y su respuesta fue maravillosa, igual que la experiencia.
–Sus canciones tienen mucha crítica social, pero con mucha guasa y ritmos actuales.
–Es lo que pretendemos, tener esa fusión. Vengo de la canción de autor pero, al mismo tiempo, he mamado del carnaval. De la parte más crítica, pero con un poquito de guasa. Dicen que muchas veces un chiste no es solo un chiste, son las vueltas que le das cuando vas de camino a casa y piensas en lo que te han soltado y que, encima, te has tenido que reír. Estoy en ese doble trasfondo. En concreto, 'La Putukita', que yo ya tengo normalizado el título pero cuando se lo escucho a alguien, me tengo que reír, no tiene nada de broma.
María Peláe
Cantante
–También ha publicado 'Deshielo' y 'El Grillo'. ¿Van las tres dentro del nuevo disco?
–Por supuesto. 'El Grillo' ha sido la primera en cuanto a sonido en la que hemos hecho una clara declaración de intenciones. La siguiente declaración ha sido 'La Putukita'. Se ve un poco el mejunje, la flamencura, el descaro y la crítica que va a tener el siguiente disco. Saldrá a finales de noviembre, dentro de poco podré anunciar la fecha exacta.
–¿Qué diferencia va a haber entre su anterior disco, 'La Folcrónica', y el de ahora?
–Realmente muchas de las canciones de 'La Folcrónica' ya las conocía la gente. Era el revoltijo de todos los singles que habíamos sacado desde 'La Niña'. Cuando la gente vio el disco, solo había cuatro canciones nuevas. Si no contamos 'Hipocondría', me he podido permitir labrar el concepto desde el principio por primera vez. Las canciones van más afiladas todavía. Cosas que se me quedaron en el tintero en 'La Folcrónica', aquí las voy a terminar de soltar.
–¿Dentro del disco va a haber alguna colaboración más?
–Sí, va a haber varias colaboraciones más. A mí me gusta ir bien acompañada siempre.
–¿Puede dar alguna pista más sobre el disco?
–El disco va a tener letras muy afiladas. Tenía ganas de despacharme y de quedarme a gusto en algunas canciones. Al mismo tiempo, va a tener algunas producciones que van a sorprender. Siempre digo eso de 'No es el estilo, es el artista y justo eso es lo que despista'. Cada canción es de una familia diferente, por decirlo de alguna manera. Pero siempre van a tener el mismo sello, que creo que es el que hemos conseguido labrar con 'La Folcrónica'. Que cuando la gente escuche una canción nuestra sin saberlo, la reconozcan porque suene un poquito a nosotras.
–A pesar de llevar más de 12 años en la música, en estos últimos ha sido cuando la gente la ha conocido más. ¿Cómo ha cambiado su vida?
–En algunas cosas ha cambiado mucho y, en otras, nada. Sigo mala de los nervios (ríe). Yo me creía que cuando vinieran más de diez personas a un concierto, iba a estar más relajada. Que va, todo lo contrario. Sigo igual de nerviosa. Siento mucha responsabilidad ante el público, que está ahí para pasar un buen rato, porque quiero cumplir esas expectativas en los directos. En las canciones me pongo a mí misma la presión de que cada una sea diferente, de buscar una novedad y, encima, decir algo. Creo que esa presión no ha cambiado. Siempre he sido agradecida y agradezco cada cosa buena que me va pasando. Además, intento disfrutar al máximo.
María Peláe
Cantante
–Además se ha convertido en un referente LGTBI tanto por la letra de sus canciones como por sus declaraciones públicas.
–Si está ocurriendo eso de que soy referente, no era mi intención. Remitiría mucho de mi humildad si fuera mi intención. Simplemente no miento. Hablo de mi vida normal y corriente. No voy a mentir, como hemos hecho muchas personas del colectivo durante muchos años, y no voy a cambiar la a por la o, como puede que hiciera de pequeña. En el momento en el que yo he tenido un altavoz, he intentado ser lo más sincera conmigo misma. Y, siendo sincera conmigo misma, han pasado cosas como que la gente se ha sentido identificada. También, con los tiempos que estamos viviendo, un cuarto y mitad de evidencia y de lógica, yo quiero vivir mi vida como me venga en gana.
–¿Cómo lleva que cada vez que hace un pregón o da un discurso se haga viral?
–Flipo (ríe). Porque, ya digo, no es la intención. Es cierto que a mí me gusta hacer los pregones, pregonados. En la música yo no rapeo, yo pregono. Pues cuando me toca hacer un pregón, pregono. Intento, a pesar de decir cosas, decirlas de la manera más amable y que, después, la respuesta del público sea bonita, que lo pillen por el lado bueno. Aunque, por el último discurso, me he llevado por todos lados. Pero son las 'guantás' que se esperaban. Si me llevo 'guantás' desde ese lado, es porque algo bien estamos haciendo. Tampoco me voy a echar las manos a la cabeza. Pero, la verdad, con alegría de que se reciba bonito. Ojalá estas cosas algún día no tengamos ni que decirlas.
–Hay otros artistas que también pertenecen al colectivo y, sin embargo, pasan de puntillas por estos temas y no se implican como usted. ¿Por qué ha tomado esta postura?
–Cada uno tiene sus formas y sus porqués. Si no me mojara, no sería consecuente con lo que digo en las canciones. No puedo soltar un 'Que venga a por mí' y cuando me pregunten hablar del pienso de mis perros. Es normal que me moje, pero es una cosa de la idiosincrasia de cada artista y de cada uno, y todas son respetables. No por ser del colectivo tienes que mojarte sí o sí. Quieres usar tu altavoz, bienvenido sea. Que no, también es respetable.
–¿Le ha pasado factura esta implicación?
–No lo sé. Como me he implicado desde el principio, no sé cómo hubiera sido si no (ríe). Como cuando me preguntan por el hecho de haberlo dicho en la industria. Yo no tengo una gran discográfica detrás. Yo tengo un equipo que me apoya en todo lo que decido. Como estoy rodeada de personas que confían en el proyecto y que saben que se intentan hacer las cosas con la mayor coherencia y cariño, no sé qué hubiera sido con otra opción de vida musical.
–¿Cómo analiza la situación actual del colectivo?
–No he hecho una encuesta y no sé cada una de las cabezas. Pero el otro día me subí por primera vez a una carroza en el Orgullo de Madrid y, si no se me saltaron las lágrimas diez veces, no se me saltó ninguna, porque había mucha gente y no solo para festejar, que también es cuestión de eso, sino también para manifestarse. Como digo en uno de los pregones, al final, la oveja descarriada parece que somos una 'jartá'.
–El 7 de julio actuará en el Festival Cueva de Nerja. ¿Tiene ganas?
–Imagínate. Es en Málaga, que es mi tierra y, encima, en Nerja, que es un sitio al que voy desde pequeñita. Es un sitio privilegiado y, más aún, las Cuevas de Nerja. Además, todos los espectáculos que ha habido ahí, desde siempre, han sido de grandes artistas. Así que verme ahí me hace pequeña y grande a la vez. Es un honor estar ahí. Encima con toda mi familia, que le da un plus de nerviosismo y alegría.
–¿Nota diferencia entre hacer un concierto en Málaga o hacerlo fuera?
–La diferencia, sobre todo, es para conmigo misma porque sé que están mis padres, sé que están mis tías… Al mismo tiempo, cuando entro por Málaga, se me vienen las imágenes de mi vida como en una película: desde la primera tetería hasta la botica donde canté tantos años, el primer concierto un poquito más grande que fue en un tablao… Se te vienen muchas cosas… La primera vez que fui telonera de Vanesa Martín en el Cortijo de Torres... Te vienen muchas imágenes y, de repente, sales ahí a cantar. Intentas controlar las emociones, pero es normal que notes diferencia.
María Peláe
Cantante
–¿Tendrá vacaciones este verano?
Me da a mí que no. Intentaré bajarme en agosto una semanita a Cádiz, remojarme y coger un tono. Me vio el otro día mi padre y me dijo que qué era ese tono de piel. Ya ves tú, malaguita, malaguita, que están ya todos más morenos que todas las cosas. Paso yo por allí y dan ganas de no sacarme. Me da vergüenza salir con ellos a comer espetos (ríe).
–¿Cuánto hace que no coge vacaciones?
–¡Uy, una barbaridad! A ver, vacaciones, como tal, mucho tiempo, desde que empezó toda esta aborigen. Los tres añitos, fácil. Pero siempre intento en una semana de agosto, en la que no haya conciertos, hacer un reseteo y hartarme de chocos y de bañarme en Cádiz.
–¿Cómo se presenta la gira este verano, con mucho movimiento?
–Hay una mezcla entre movimiento y acabar el disco. Los discos hay que entregarlos bastante meses antes de su salida. Ahora estamos en el momento del bucle mental con la última frase, con el último estribillo. Una locura, vamos. Me he descargado hasta el sudoku en el móvil para desconectar porque la cabeza ya no da más. Va a ser una mezcla entre la gira y acabar las canciones nuevas, entregarlas, hacer la sesión de fotos del disco nuevo… Vamos, el día que yo entregue el disco, ya te digo yo, que me planto en Cádiz.
–¿Le apetece entregarlo ya?
–Llega un momento en el que quieres entregarlo por ya echarlo. Estás haciendo el potaje y lo que quieres es ya comértelo. Estamos en ese proceso, pero está quedando bonito y sabroso.
–¿Qué sensaciones tiene cada vez que estrena single o disco?
–Es una mezcla entre alegría y úlcera (ríe). Pese a lo que pueda creer la gente, las cosas cuestan mucho trabajito. Alba y yo estamos detrás de todo, videoclip, guion ideas… Yo no le entrego las cosas a alguien y me lo hace. Además, yo tengo la maldita cosa de estar pendiente de todo. Estaría bien ir soltando como me dice mi psicóloga, pero no me sale bien del todo. Entonces, cuando lo ves fuera es una mezcla de orgullo y satisfacción, como diría el rey y, al mismo tiempo, úlcera.
–¿Cuándo publica algo mira las críticas o pasa?
–Según la red social la miro más o menos. Algunas son más dolorosas que otras. Una vez que lo saco, veo un poco la reacción de la gente. Por momentos suelto el móvil para disfrutar de que ya está echado. Aunque es imposible no tener curiosidad de saber cómo se está recibiendo.
–¿Le afectan las opiniones negativas?
–Según, hay muchos tipos de opiniones negativas. Aunque meterte en la cuenta de alguien para decirle que no te gusta, para eso no te metas. ¿Para qué le vas a dar el día? Digo yo (ríe). Es como si te veo por la calle y te digo feo, pues no me mires. Eso tiene un plus de maldad y, luego, hay ahí algo extraño. Dentro de eso, hay algunos que tienen hasta arte. Si tienen arte y son graciosos, hago captura de pantalla y lo envío a un grupo que tengo con mi hermana y un par de amigos para que sigan la broma. O frivolizas o te terminan doliendo las cosas. Hay otras que no permito: faltas de respeto o intentar convertir algo bonito en algo feo. Esas más que molestar, si están ya agrediendo, bloqueo.
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