
Una verdad escondida
#AlhilodelaSemanaSanta ·
antonio moreno
Domingo, 4 de abril 2021, 00:29
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#AlhilodelaSemanaSanta ·
antonio moreno
Domingo, 4 de abril 2021, 00:29
Hay quien dice que la Resurrección de Jesús no fue un hecho histórico, sino una invención de sus seguidores para sostener al grupo tras su ... muerte. Fingiendo que su líder había vuelto a la vida, conseguirían hacer gloriosa la memoria del fundador y ganarían adeptos entre la gente crédula.
Pero lo cierto es que la narración de la Resurrección que recoge el Evangelio de hoy parece de todo, menos una de esas epopeyas que narran las hazañas de los grandes héroes. En primer lugar, porque nos presenta como primera testigo de la Resurrección a una mujer, María Magdalena. En una cultura en la que el testimonio de alguien del sexo femenino no era digno de crédito, ¿no habría sido más convincente poner en su lugar a alguien confiable? Quizá alguna figura de prestigio…
En segundo lugar, porque la escena que nos narra el hecho fundacional, trascedente, cuya veracidad sustenta el resto de la doctrina y enseñanzas que promueve el grupo es… ¡cómica! Lee, lee el Evangelio de hoy y ponle de fondo la sintonía de Benny Hill, a ver si no parece una de esas persecuciones de comedia. La Magdalena que echa a correr; los dos discípulos que corren de vuelta al sepulcro; uno llega primero, pero no entra; luego entra el otro… Si de lo que se trata es de hacernos creer, no de hacernos reír, ¿por qué contarlo así? ¿No será porque, en realidad, fue así? El relato nos habla de sorpresa, de la torpeza propia de quien no esperaba la noticia… ¿cómo que se han llevado el cuerpo? ¡Corre Bully, corre!
El poema épico de nuestro Dios comenzó el domingo pasado con su ridícula entrada a lomos de un pollino y termina hoy con un sketch. Pero tras la ineptitud de los protagonistas, el asombro, el misterio, la fe: «vio y creyó». Así de sencilla es la fe que se oculta a los sabios y entendidos.
En este año en el que tampoco hemos podido ver procesiones en la calle, muchos miles han seguido siendo testigos del Resucitado en una sencilla cola ante una casa hermandad. Habrá quien los haya mirado con desprecio, como a la Magdalena, pensando: «¡qué ridículos!». Pero seguro que otros muchos, con menos prejuicios, aunque solo sea por curiosidad, habrán entrado a alguna de las iglesias, visto «las vendas y el sudario» y sentido en su corazón una verdad: ¡Que ha resucitado!
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