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RAFAEL RODRÍGUEZ
Viernes, 18 de noviembre 2022, 00:09
El prolífero taller de Joaquín Salcedo (Málaga, 1971) se ha trasladado a Sevilla. Aunque, de momento, el estudio de la malagueña calle Gigantes sigue adelante, « ... no sé hasta cuándo, porque no quiero estar todo el día dividido entre dos talleres», advierte Salcedo, lo cierto es que el bordador ya se encuentra instalado en la capital hispalense, donde pretende dar continuidad a su carrera profesional con el mismo éxito, o más si cabe, que el que ha tenido en su ciudad natal, no en vano, su nombre siempre estará ligado a la Semana Santa de Málaga.
Un nuevo proyecto empresarial, un nuevo taller, en definitiva, una nueva vida en Sevilla para Joaquín Salcedo, «pero siempre, como indica mi carné de identidad, llevando el nombre de Málaga por delante», recalca.
-Muchos años ya en el mundo de bordado, ¿verdad?
-Pues sí. Son 37 años. Mucho tiempo ya en el que he tenido la suerte de desarrollar grandes obras y disfrutar día a día del taller y mi creatividad.
-¿Por qué el bordado?
-Porque siempre me ha encantado el arte. De niño era mi juego, la forma de entretenerme. Dibujaba, modelaba, confeccionaba. Todo lo que fuese hacer cosas con mis manos, me fascinaba hasta que descubrí la Semana Santa y vi que ahí había mucho arte. Me llamó la atención. Empecé a probar en el bordado haciendo cosas por mi cuenta. Ya con 14 años comencé a aprender en un taller en Málaga, donde pasé tres años, y como quería aprender más, durante ese tiempo ya iba a Sevilla, donde pasaba horas y horas admirando todos los bordados de las cofradías. Hacía fotos y, una vez en casa, intentaba estudiarlos y probaba cómo hacerlos lo más parecido posible. Sevilla tiene las grandes obras antiguas de este arte. Sus técnicas se han ido transmitiendo de generación en generación.
-Entonces, entiendo que no tuvo maestro. ¿Empezó de manera autodidacta?
-Sí tuve maestros, pero siempre aprendí más viendo piezas ya ejecutadas. La técnica la adquirí contemplando obras en Sevilla. Eso sí, teniendo ya una base que me enseñaron otros bordadores, claro que sí. Vi muchas obras en Sevilla, porque tenga en cuenta que en Málaga se perdió casi todo en 1931 y 1936. Esta profesión se quedó en ese momento en los conventos de Málaga hasta que arrancó de nuevo y, la verdad, es que Málaga ha dado una escuela muy buena en las últimas décadas. Hoy día tenemos unos grandísimos bordadores en Málaga y mucho arte.
-Imagino que recuerda con cariño su primera obra para una cofradía.
-Claro que sí, el guion de la Hermandad de los Estudiantes. Había hecho antes otros trabajos de restauraciones, pero mi primera obra de bordado fue este guion. Estudiantes fue la primera hermandad que confió en mí. Fue un trabajo que, incluso, no quise hacer, pensando que aún no estaba preparado. En ese tiempo estaba de hermano mayor Ildefonso Fernández-Baca, que me decía que lo tenía que hacer. A raíz de este trabajo, empezaron a venir de una obra, otras. Justo ahora vamos a restaurar este guion de los Estudiantes, algo que me hace mucha ilusión, ya que, cuando lo bordaba, pensaba que me daría tiempo a restaurarlo algún día, pues era muy joven. Y así va a ser, si bien ya he pasado y restaurado varias obras, como los guiones del Rocío de Málaga, el Cautivo y la Piedad, y el manto de coronación de la Virgen de la Trinidad.
-Ha realizado un montón de obras para las hermandades malagueñas y, además, algunas, de envergadura, entre palios y mantos. ¿Con qué pieza se queda por especial significado?
-Con todas, por pequeñas que hayan sido. El trato con las hermandades, sus hermanos, es muy gratificante. En cada pieza hay muchas ilusiones. Disfruto y aprendo más y más con cada una de ellas.
-Pero alguna obra, por su significado, será especial.
-Bueno, si me tengo que decantar, escojo los cuatro simpecados rocieros que he realizado. El del Rocío de Torre del Mar, que fue el primero, Torremolinos, Antequera y Arroyo de la Miel, que es el más reciente. Para mí fue importante bordar la saya que hice a la Virgen del Rocío de Almonte, pero los simpecados, que llegaron luego, han supuesto mucho, porque es la única forma que tiene el bordador de meterse en el papel de escultor, ya que son obras para rezar y reciben culto en iglesias. El simpecado es como algo divino. Luego, claro, las obras grandes, como los palios y mantos de las Vírgenes de la Trinidad y de Amor Doloroso o el palio de la Virgen de Gracia del Rescate. Estas obras pasarán a la historia. Son conjuntos que difícilmente se repetirán. Las sedas que llevan los palios del Rescate -Virgen de Gracia- y la Trinidad, son impresionantes. Detrás de cada una de estas piezas hay horas y horas de trabajo. Hacer esas sedas fue algo increíble. Es como pintar con un hilo muy fino y agujas. He disfrutado mucho con esas obras, porque, además, tuve mucha libertad a la hora de ejecutarlas y hubo 'feeling' con las hermandades. El Rescate, el Cautivo o la Pasión han sido cofradías maravillosas para mí. He estado trabajando para el Rescate y el Cautivo más de 20 años. Imagínese. No obstante, hay cosas pendientes que se harán. También recuerdo la saya y el estandarte de coronación de la Virgen de la Soledad de la Congregación de Mena. Tenía muchas ganas de realizar una pieza con hojillas y cartulina, siguiendo los patrones de José del Olmo, de Sevilla, basado en la Hermandad de El Cachorro. Ese tipo de bordado me encanta. Disfruté haciendo esta saya, tan compleja técnicamente. Mucha gente de fuera de Málaga me habla de la saya de la Soledad de Mena. Me han hablado de esta saya en Sevilla, en Jerez de la Frontera... Es posible que haya llamado la atención, incluso, más fuera que en la propia Málaga.
-No me negará que se quedó con las ganas de realizar el palio de la Virgen de Gracia y Esperanza después de trabajar para los Estudiantes durante muchos años.
-Claro que me hubiera gustado, aunque, bueno, todo no se puede hacer. La Virgen del Amor Doloroso también tenía el manto a juego y su palio coincidió en el mismo tiempo. El diseño era una gozada, obra de Fernando Prini, con quien tanto he trabajado con sus diseños. Solo hay que ver cómo ha quedado el palio. Coincidieron en fechas, había dos obras y encajó el palio de la Archicofradía de la Pasión. O hacía uno u otro. Los dos no los podía hacer en ese momento. Ahora, con un taller más grande, las cosas pueden ser diferentes, pero, en ese momento, me era imposible. Tenga en cuenta que, además, tenía otros trabajos que hacer, amén del palio de Amor Doloroso, como el palio del Rosario de la Hermandad de la Virgen Milagrosa de Sevilla.
-Y un día se levanta y dice: «me voy a Sevilla a montar un taller». Porque, desde este verano, usted tiene taller en la capital hispalense.
-Pues fue más o menos así. Es un sueño que siempre había tenido. Incluso, personas cercanas siempre me lo decían: «Tú un día te irás a Sevilla (...). Si la gente de Sevilla te conociera más (...), si estuvieras en Sevilla (...)». Me ataba mi ciudad, me ata, porque siempre me he sentido muy cómodo en Málaga, muy feliz, pero ha llegado un momento en el que tienes ganas de evolucionar profesionalmente, como persona, espiritualmente... y me gustaba Sevilla para ello. Como le decía, siempre he viajado mucho a Sevilla. De hecho, tengo un piso allí. Por otra parte, también ha influido el calor que me ha dado mi querida Hermandad de Monte-Sión, que me ha acogido con los brazos abiertos. Tenía el sueño de trasladarme a Sevilla. Era algo que se me pasaba por la cabeza, pero pensaba que nunca lo haría hasta que, de repente, un día, digo: «vamos para adelante». Y todo encajaba, pues encontré un taller y a gente que quería trabajar conmigo, mujeres con unas manos maravillosas, enseñadas en los mejores talleres, que han heredado la tradición del bordado. Es muy enriquecedor trabajar con ellas, porque aprendemos juntos. Tienen unas manos privilegiadas. También he de advertir que yo ya habían hecho bastantes obras para Sevilla, incluso, el palio de la Hermandad de la Milagrosa, y soy asesor artístico del patrimonio de la Hermandad de San Esteban de Sevilla con un gran equipo de gente muy formada que aprendió mucho.
-Entiendo que al estar en Sevilla, donde se establecen artistas de todo tipo dedicados a la Semana Santa, es más fácil que le lleguen encargos. ¿Es así?
-No es por trabajo. Por mi edad, llega un momento en el que te cuestionas que si quieres hacer algo, lo tienes que hacer ya antes de que se me vaya el tiempo. No lo voy a hacer cuando tenga 60 años. Ya para qué. Ahora, con 50 años, estoy en una madurez personal y profesional. Creo que era el momento. Cuando el Señor tiene programado algo para ti y todas las cosas cuadran, hay que hacerlo. En Sevilla había bordadoras que me pedían que trabajáramos juntos el día a día. Para ellas, el tiempo de la pandemia ha sido muy complicado.
-¿Dónde tiene el taller de Sevilla?
-En el Parque Empresarial de Arte Sacro, donde están muchos de los artesanos, en la zona de Macarena. No sabe usted la facilidad que supone trabajar allí. Al lado de mi taller tengo orfebres. «Toma, arréglame esto». Es una comodidad, no solo tenerlo en la misma ciudad, sino, cerca. Aquí tengo escultores, bordadores, orfebres, tallistas, doradores, representantes de telas, de hilos, encuadernadores... De todo. También tiene la ventaja de que te requieren de más sitios. Ahora me han llamado de Jerez, por ejemplo. Te llaman de otros puntos que en Málaga sería más complicado. De todos modos, trabajo siempre he tenido y siempre irá saliendo. No me he marchado a Sevilla por trabajo. Ha sido también por disfrutar de la ciudad. Con 14 años conocí su Semana Santa. Soy muy, muy feliz en Sevilla. Estoy muy adaptado y, aunque parezca mentira, cada día soy más feliz, incluso. Tengo la sensación de que estoy donde tengo que estar. Ahora es el momento de estar aquí, independientemente del trabajo. Trabajo voy a tener siempre, esté donde esté. Eso no me preocupa.
-¿No echa de menos Málaga?
-Pues claro. Echo de menos a todas las hermandades, el taller, la gente que trabaja allí conmigo... También he de decir que gente que tenía en Málaga se ha venido conmigo al taller de Sevilla.
-Ah, se ha llevado a Sevilla personas que trabajaban con usted en Málaga.
-Sí, porque querían seguir trabajando conmigo, les apetecían el cambio y seguir aprendiendo, incluso más. Los oficios nunca se terminan de aprender.
-¿No cabría la posibilidad de combinar los dos talleres?
-En un principio, esa era la idea. Queríamos llevar los dos talleres, pero pienso que es mejor estar en un sitio, porque llevar dos talleres en diferentes ciudades puede debilitarlos.
-¿Pero el taller de Málaga sigue abierto?
-Sí, sigue abierto, pero se va a desplazar totalmente a Sevilla. Puedo decir que está abierto de momento. Ya, lo que decida el Señor, no lo sé, aunque, de momento, funcionan los dos talleres a la vez. De hecho, las piezas del manto que estoy haciendo para Córdoba se han hecho muchas en Málaga y en Sevilla las estamos montando encima del terciopelo. No sé qué tiempo le quedará al taller de Málaga, pues no quiero estar todo el día en carretera. No quiero estar en dos sitios a la vez y en ninguno. Esto me parecería horrible para las obras. Me gusta disfrutar del día a día del taller. Al fin y al cabo es lo que me gusta. Me gusta trabajar en las obras, estar con las bordadoras del taller, la pequeña familia que somos, porque pasamos más tiempo en el trabajo que con la familia. No merece la pena tener un taller cuando no voy a estar, porque, al final, no estás en ninguno de los dos.
-¿Y por qué lo mantiene?
-Porque tengo que solucionar las cosas. Primero me fui a Sevilla para ver qué tal, pero estoy cómodo allí y tengo que darle una solución al taller de Málaga. Insisto, no pienso estar en la carretera todo el día. Lo tengo muy claro. Y más ahora, que cada día estamos todo el equipo más unido y disfrutando de ese manto de Córdoba, que es una joya.
-¿Cuántas trabajadoras tiene en el taller de Málaga hoy día?
-Depende de las obras que estemos haciendo. Últimamente, hemos estado restaurando el guion de la Cofradía del Cautivo allí. Depende del momento. En los talleres no siempre hay el mismo número de bordadores. Con el manto de Córdoba también había mucha gente. Ahora somos siete los que estamos en el taller de Sevilla, pero ha habido hasta diez bordadoras trabajando en el manto a la vez.
-¿Cuándo abrió el taller de Sevilla?
-En el mes de julio. Acabamos de llegar, como quien dice.
-¿Qué obras han salido ya de este taller?
-Han salido cosas pequeñas, porque los meses de verano no cuentan. Por ejemplo, una colaboración para la Pasarela Cibeles de Madrid, del modisto internacional Álvaro Calafat, en dos trajes. La vida, como quien dice, ha empezado en septiembre. La primera obra grande que va a salir de Sevilla es el manto de la Virgen de la Trinidad de Córdoba, que estará listo ya mismo, para noviembre.
-¿La túnica del nuevo Cristo de la Humildad y Paciencia no ha salido del taller de Sevilla?
-No. Esa túnica la hicimos en Málaga hace ya tiempo, pero estuvo guardada hasta que se bendijo el Cristo.
-Dígame la verdad. ¿Se siente reconocido en Málaga?
-Sí, muchísimo. Las grandes obras de Málaga han salido de mi taller. Me siento valorado en mi tierra, sin duda. Esto es lo que me da el empuje, también, para venirme a Sevilla: seguir con mi labor y disfrutar.
-Pero en Sevilla, aunque el mercado es mayor, también habrá más competencia que en Málaga al existir más talleres. ¿No es así?
-Nunca he notado la competencia. Hay muchos talleres, somos compañeros y hay trabajo para todos. Yo, no quiero hacerlo todo, porque, entre otras cosas, no podría por falta de tiempo. Quiero seguir disfrutando con mi taller y el día a día con las bordadoras.
-¿Su marcha a Sevilla afectará a la cesión de la Virgen de la Divina Providencia de la Cofradía de la Clemencia (Mutilado)?
-Para nada. La Virgen es propiedad de la hermandad y de Málaga. Yo la vestía, pero vuelvo a decir lo mismo: no voy a estar todo el día metido en carretera, para arriba y para abajo, porque no disfrutaría de una ciudad ni de otra, y de un taller ni de otro. Por tanto, no me es posible seguir vistiéndola.
-La hermandad ya ha anunciado su sustituto: Francisco Miguel Navarro Arjona.
-Va a estar en unas manos maravillosas y, de cualquier modo, siempre estaré de una manera u otra. También he venido arreglando a la Virgen de los Dolores en su Amparo y Misericordia, de la Hermandad de la Santa Cruz, muchos años, pero ocurre lo mismo. Está claro que cuando haga falta algo para mi ciudad, allí estaré, pero algo continuado, no, porque me es imposible. Prefiero hacer un trabajo de calidad y centralizado en un sitio.
-En Sevilla está empezando a vestir imágenes, ¿estoy en lo cierto?
-Sí. Ahora he vestido a la Virgen de la Paz de Estepa, que es una imagen maravillosa de Francisco Buiza. Sin embargo, en estos momentos, mi prioridad es el taller. Lo de vestir a la Virgen de Estepa fue porque le confeccioné unas ropas, me pidieron el favor y lo he hecho, pero quiero centrarme en el taller. Cuando termine el manto de Córdoba, empezaré una nueva etapa. Una vez asentado y resueltos todos los asuntos, no descarto vestir más imágenes, porque es una labor que me gusta y en la que disfruto mucho. Necesito estar, de alguna manera, cerca de la Virgen María.
-Aunque ha manifestado que se encuentra feliz, imagino que los primeros meses habrán sido duros.
-Claro que sí. Los cambios son duros. Y de mucho jaleo. Que si la obra, que si te das cuenta que te faltan cosas y llamas a una agencia para que te manden lo que te falta. En fin, duro en todos los aspectos. Por eso pienso que estar en dos sitios es muy complicado. Hay que centrarse en un solo sitio. Además, qué más da donde uno esté y más hoy día, que las comunicaciones son más fáciles. En épocas más difíciles se han hecho tronos e imágenes hasta en Madrid. Fíjese hoy día. Qué más da donde estén los artistas.
-¿Se habla en Sevilla de los artistas malagueños actuales?
-El nivel del bordado en Málaga está muy alto. Pienso que saben lo que hacemos. No obstante, el sevillano quiere mucho, de partida, a su ciudad y, en este caso, a sus artesanos. Entonces, para ellos, los grandes bordadores están en Sevilla. A mí han llegado a decirme hermandades que, como tengo bordadoras de Sevilla, mi escuela es ahora más sevillana, porque las manos de esas mujeres son expertas salidas de los mejores talleres de Sevilla. Si para el sevillano, Sevilla es la ciudad más bonita del mundo, sus bordadores son los mejores del mundo entero. Aún así, claro que ven lo que se hace en el resto de Andalucía. Málaga tiene un nivel muy grande en escultura, bordado, restauraciones... Lo del escultor Ruiz Montes es increíble, por ejemplo. Tenga en cuenta que, para Sevilla, prácticamente, no se hace nada nuevo de imaginería, porque está todo hecho. Tienen imágenes antiguas y maravillosas. No les preocupa que haya un artista muy bueno en tal sitio u otro. Les preocupa la conservación de su patrimonio. Lo nuevo, por muy bueno que sea, es nuevo. Que gente y artistas de Sevilla miran otras obras de fuera, le aseguro que las miran. Sin duda. Y saben que en Málaga hay un nivel muy grande. Málaga puede estar orgullosa de que, poco a poco, han ido saliendo artistas muy grandes. ¿Y Sevilla lo sabe? Claro que lo sabe. Málaga ha partido casi de la nada y eso tiene mucho valor. Está dando unos frutos maravillosos. José María Ruiz Montes es uno de los grandes escultores de hoy día. Solo hay que ver sus dos últimos Cristos, el de Almogía y el de la Humildad y Paciencia. Y la evolución de Juan Vega es maravillosa. Cada obra que saca este chico es mejor que la anterior. En talla, lo mismo te puedo hablar de Manolo Toledano. Fíjese que no ha tenido una formación en ese campo, porque en Málaga, casi todos partimos de cero, y mire cómo talla. Si hubiera estado en un taller de tradición en Sevilla, no sé yo lo que hubiese sido, porque ya, de por sí, es un artista increíble. Bueno, a decir verdad, mejor no puede ser, porque es muy, muy bueno. Él tiene ese don que le ha dado el Señor y su pasión y su vida la desarrolla en la talla. En Málaga hay una escuela buenísima en muchos campos.
-Por cierto, ¿dónde vive en Sevilla?
-Yo ya tenía una casa en Sevilla desde hace más de veinte años. Al lado del Señor -se refiere a Jesús del Gran Poder-, en San Lorenzo. Es que siempre me ha encantado ir a Sevilla para ver las obras de arte, su Semana Santa, esos bordados antiguos. No obstante, la Semana Santa de Málaga ha cambiado mucho en las últimas décadas. Hay que tener en cuenta que en Málaga se perdió casi todo. Si ve un vídeo de hace 30 años, no tiene nada que ver cómo es la Semana Santa hoy, su magnífico patrimonio, la forma de procesionar, las bandas... Málaga tiene mucho mérito. Ha avanzado muchísimo y Sevilla es consciente de lo que ha avanzado Málaga y tan rápido.
-Para terminar, ¿nos puede avanzar algunos proyectos de futuro?
-Hay varios proyectos que están por definir y, por tanto, no puedo avanzar aún. Tenemos piezas más pequeñas para Monte-Sión, San Esteban y otras hermandades andaluzas, y obras grandes, hay tres encima de la mesa.
¿Y para Málaga?
-Para Málaga también hay alguna idea, sí. Para Málaga siempre habrá algo.
-Bueno, en Málaga se va a hacer un manto de unas dimensiones considerables.
-Sé lo que está buscando (risas). No tengo noticias si se refiere al manto de la Virgen de la Esperanza. Son dos proyectos magníficos, tanto el de Fernando Prini como el de Sánchez de los Reyes, pero este manto tiene muchísimo trabajo. Hablamos de ocho metros de largo. Va a ser una de las obras más importantes de Andalucía.
-A nadie le amarga un dulce.
-Hombre, a cualquier artista le gustaría hacerlo. Es una obra impresionante y para tu ciudad, imagínese.
-Sé que no me va a contestar, pero, por si acaso. ¿Qué diseño le gusta más?
-Me gustará el que le guste a la hermandad. Los dos me encantan. Son obras y creaciones magníficas.
-Buena respuesta.
-La Archicofradía de la Esperanza hace las cosas muy bien. Seguro que cogerá el mejor taller. Y de los diseños, qué voy a decir de Fernando Prini y de Javier Sánchez de los Reyes. Con ambos he trabajado. Lo mismo la hermandad hace los dos.
-Hablamos de un trabajo de envergadura y horas.
-Pueden hacer uno ahora y el otro, dentro de 50 años o más. Hablamos de dos joyas de diseños que ya son propiedad de la hermandad, así que, quién sabe.
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