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Momento de la presentación del libro de Andrés Camino. SANTIAGO GUERRERO-STRACHAN CARRILLO

Andrés Camino reconstruye la biografía del obispo y santo Manuel González «desde una respetuosa actitud crítica y sugiriendo conclusiones abiertas»

El exvicario general y actual párroco de la iglesia de San Pedro, Alfonso Crespo, presentó el nuevo libro del historiador, en el que «rescata del olvido a un prelado de nuestra diócesis»

RAFAEL RODRÍGUEZ

Domingo, 15 de mayo 2022, 13:38

El párroco de la iglesia de San Pedro y exvicario general, Alfonso Crespo, presentó el pasado viernes, en el Ámbito Cultura de El Corte Inglés, un nuevo libro del historiador Andrés Camino Romero, en este caso, dedicado al que fuera prelado de Málaga y hoy santo, Manuel González, que cuenta con prólogo del profesor Elías de Mateo y está editado por la Agrupación de Cofradías, perteneciente a la Colección 'Jesús Castellanos' de la revista La Saeta, que, precisamente, celebra su centenario.

'La soledad de Manuel González García. Una aproximación diferente al hombre, obispo y santo', es una publicación en la que su autor «rescata del olvido a un obispo de nuestra diócesis», subrayó el presentador del libro.

Crespo, durante su intervención, destacó la labor investigadora de Andrés Camino, quien ha aportado datos inéditos hasta ahora, hallados en el Archivo vaticano. El autor «mediante un trabajo riguroso, no ha suplantado la persona del biografiado, sino que la ha desentrañado y conocido mejor a través de documentos que nos han revelado algunas sombras», indicó Alfonso Crespo.

Asimismo, el sacerdote hizo hincapié en que, en la obra presentada, «no hay negación de naturaleza del sujeto biografiado, porque este libro se aleja de una loa fácil de la vida de un santo, construyendo un imaginario irreal, a veces cargado de anécdotas sin fundamento y engrandecidas por una piedad, más que popular, ingenua; el autor consigue un acercamiento a diversas páginas de la vida de alguien que llega a santo, desde sus limitaciones e imperfecciones; un hombre que se eleva al cielo con el polvo de lo humano en sus pies, luchando... contra su propio carácter, contra circunstancias adversas, contra maledicencias y calumnias. Andrés Camino nos acerca a un personaje público desde una respetuosa actitud crítica y sugiriendo conclusiones abiertas», explicó.

Por otro lado, Alfonso Crespo recalcó que la biografía de Manuel González «es una parábola de las circunstancias que vivió: son momentos difíciles, de cambio de época, de régimen, de mentalidad... y en estos momentos, los adelantados a su tiempo por reflexión y agudeza siempre son incomprendidos por los que se quedan atrás, paralizados por la costumbre y por los que quieren ir más rápido, montados en su pasión. D. Manuel fue un adelantado al Concilio Vaticano II, por tanto, incomprendido por el catolicismo más rancio; se manifestaba como un obispo atípico, al estar en contacto con el pueblo, pasear por las playas y hablar con los pescadores, catequizar sin delegaciones a los niños: fue un pedagogo adelantado como su amigo el P. Manjón. Se convirtió por tanto en un personaje ciertamente incómodo, criticado por los intereses de muchos, dentro del mismo estamento clerical, y rechazado por parte de las mismas clases populares, adoctrinadas por una siembra anticlerical bien programada», dijo.

De izquierda a derecha, De Mateo, Camino, Crespo y Garín. SANTIAGO GUERRERO-STRACHAN CARRILLO

Además, el presentador hizo mención a los tristes episodios de los años 30 de siglo pasado que Manuel González le tocó vivir siendo obispo de Málaga. Sobre este respecto, Crespo se hizo una pregunta, que también se hace el autor en este libro: «¿Por qué hubo tanta saña contra las iglesias y conventos malagueños?, ¿Por qué era tan odiado el obispo Manuel González? Quizá la respuesta es que lo inexplicable, nunca tiene una explicación total; el corazón humano, muchas veces, impulsa la mano con la fuerza irracional de unos sentimientos heridos y queremos acercarnos a ellos desde la distancia y la frialdad de la razón. En la noche aciaga de la quema del Palacio Episcopal donde residía un obispo bueno, adorado en las clases más pobres de Huelva, venerado por una mayoría de malagueños de distintos estratos sociales, ¿cuál fue la mano que prendió la mecha de aquel incendio? No hay mejor combustible para el fuego que unas ideas sesgadas, vengan del lado que vengan», señaló.

Otro aspecto tratado por el presentador del libro de Andrés Camino tiene que ver con el gran legado de Manuel González en Málaga, el Seminario. En este sentido, Alfonso Crespo expresó que la figura del entonces prelado hay que contemplarla «desde la atalaya de su Seminario; así, adquieren altura las miserias humanas que se cruzan en el corto recorrido que hay entre el Palacio Episcopal y la Santa Iglesia Catedral, sede del Cabildo con el que sostuvo claras diferencias, que adquieren cierto esclarecimiento si contemplamos dos situaciones atípicas que concurrieron en la vida de don Manuel: ser obispo auxiliar de un obispo mayor y enfermo, quizás débil y manipulable por una camarilla refugiada en sus dignidades; y desembarcar desde Huelva, lugar de misión y terreno de pobreza, en una diócesis ya de rango pero paralizada por una autodefensa ante ideas innovadoras. Estas relaciones Obispo-Cabildo son esclarecidas por el estudio de Andrés Camino. El Archivo Vaticano ha desvelado cierta intriga, poniendo letra a una música que ya se cantaba. Y viendo la actualidad, nos hace extraer dos conclusiones consoladoras: el ministerio del obispo tiene, hoy, la limitación de la edad y la capacidad de gestión y ¡cuánto han mejorado los Cabildos!», se congratuló el párroco de San Pedro.

«La vida de don Manuel, más allá de la exactitud de los hechos históricos investigados por Andrés, puede argumentar una novela de intriga en tres partes: una introducción, un nudo y un desenlace. La introducción es la parte inicial de la narración (años 1915-1920). Se presenta el escenario, los personajes y sus propósitos, en los tres primeros capítulos. En la introducción se transmite la situación de 'normalidad' inicial que será interrumpida por el nudo. Si cada uno somos también nuestras circunstancias, los dos primeros capítulos del libro describen las circunstancias de don Manuel: Un obispo anciano, don Juan Muñoz Herrera, que necesita ayuda y un arcipreste novel y prometedor, don Manuel González, que misiona en Huelva, entonces un arciprestazgo pobre de la Archidiócesis de Sevilla. El tercer capítulo, narra el encuentro de estas dos circunstancias: el arcipreste de Huelva es preconizado obispo auxiliar y después administrador apostólico de la diócesis de Málaga. La trama está planteada».

Prosiguió: «El dudo de la narración presenta el conflicto que rompe la aparente normalidad, que el protagonista deberá resolver o sortear (años 1920-1931). Aquí ocurren los sucesos más importantes. Son los capítulos del IV al VII, donde ya don Manuel es el personaje principal: D. Manuel González, obispo titular de Málaga; sus relaciones, a veces tormentosas, con el Cabildo catedralicio; los sucesos de mayo del 31; su ausencia de la diócesis. El nudo dramático de la narración toma tintes de tragedia, en la que el protagonista puede ser absorbido por los acontecimientos. Y el desenlace. Tras haber llegado al punto de máxima tensión de la historia, sucede algún hecho que reordena los elementos y se recobra la 'normalidad', que puede o no ser similar a la anteriormente vivida. Sin embargo, las personalidades recias y sustentadas por un ideal superior, siempre salen a flote de los naufragios. Se abarca este momento en los capítulos finales, VIII y IX (años 1935-1940): renuncia a la diócesis de Málaga, preconización como obispo de Palencia, donde muere y es enterrado», narró Crespo, al tiempo que destacó la relación del biografiado con el mundo de las cofradías.

En relación a este asunto, Alfonso Crespo manifestó que «es una historia recurrente, que estimo que siempre está necesitada de una mirada más neutra por parte de las dos instancias eclesiales que mutuamente se necesitan: las hermandades y cofradías como expresión eclesial de la piedad popular y la dimensión institucional de la misma Iglesia, como garante de una disciplina que, si se pierde, puede llevar a una autoinmolación. Sería muy provechoso para ambas partes, en las actuales circunstancias, reflexionar sobre estas relaciones, sin complejos y más allá de anécdotas puntuales. Y así se cumpliría el principio: una buena investigación, siempre suscita otras».

Camino, en la firma de ejemplares, en El Corte Inglés. santiago guerrero-strachan carrillo

Por último, Alfonso Crespo dijo que el título del libro, 'La soledad de Manuel González García', «retrata de forma muy adecuada el trascurrir de la vida de don Manuel González. Pero si nos limitamos simplemente a contemplar lo humano de su figura, el título podría invitarnos a un sentimiento de lástima y compasión por su agitada trayectoria: obispo brillante de Málaga, exilio agitado, impedimento de su vuelta a la diócesis, un periodo de limbo pastoral y por fin la confianza de una nueva diócesis, más pequeña, Palencia, que custodia su tumba, a los pies del Sagrario de su Catedral. Aparentemente, no fue una carrera que culmina en el éxito, sino una vida acompañada de una cierta soledad. Soledad que contempló, recién ordenado, en un sagrario abandonado, con telarañas, de Palomares del Río, durante una misión popular, y que le supuso una experiencia mística fundante, como reseña Antonio J. Jiménez Sánchez», concluyó.

A la presentación de la nueva obra de Andrés Camino asistieron, entre otros, Antonio Aguilera, deán de la Catedral; los expresidentes de la Agrupación de Cofradías, Clemente Solo de Zaldívar y Rafael Recio; el ex hermano mayor de los Gitanos y medalla de oro de la Agrupación, José Losada; el hermano mayor de la Expiración, Manuel Corcelles; la archivera, Trinidad García-Herrera; los redactores de la revista La Saeta, Alberto Palomo, Stella Gómez y Susana Rodríguez de Tembleque; los fotógrafos de la revista Santiago Guerrero-Strachan, Francisco Carneros, Alejandro Valle, Francisco Jodar y José Alarcón, así como el director de El Corte Inglés, Enrique Guevara y Esteban Bueno, de Urania y Anuncios Diana.

Formaron parte de la mesa, además del presentador y autor, Elías de Mateo, vicepresidente de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo y José Carlos Garín, vicepresidente primero de la entidad de San Julián.

El acto fue dirigido por Antonio Llobet, miembro del equipo de Protocolo de la Agrupación.

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