«Tímido, inteligente y sobreprotegido»

Javier García Campayo es psiquiatra y uno de los pocos especialistas de este síndrome en España. Tras tratar con éxito a un paciente 'hikikomori' en 2007, publicó un artículo sobre el trastorno en una revista especializada. Tuve entonces dos casos más y tras publicar el artículo decenas de compañeros psiquiatras me comentaron que ellos también tenían uno o dos casos así, explica el doctor Campayo. El perfil del 'hikikomori' español es el de un joven tímido, pero sin ningún problema psicológico; inteligente, que domina las nuevas tecnologías y es amante de la cultura; y sobreprotegido por su familia, que normalmente suele tener un buen nivel económico, describe Campayo. El desencadenante que convierte a un joven normal de su generación en 'hikikomori' suele ser una experiencia negativa en el colegio. Ante la pregunta de cómo se trata satisfactoriamente a un 'hikikomori', la respuesta es bastante lógica: Recomendamos a la madre que cortase internet. En tres meses estaba mucho mejor, volvió a quedar con los amigos y le devolvimos progresivamente internet.

El doctor Campayo no cree que esta enfermedad se convierta en una epidemia juvenil como pasa en Japón, ya que la culpa de este trastorno no la tienen tanto los manga o los videojuegos. El país nipón tiene mayor desarrollo tecnológico, que provoca menor socialización y más individualismo, apunta el psiquiatra. Además, allí los estudiantes están sometidos a una gran presión académica y a mucha competitividad, cosa que en España no ocurre.

Un foro para solitarios

Sin embargo, al ser una enfermedad nueva y, por lo tanto, desconocida, hay muchos más casos de los que se piensa, ya que la mayoría de pacientes no son tratados por un médico especializado. Así se puede comprobar en Foro Hiki, una red para 'hikikomoris', 'NEETs', solitarios y otras personas en riesgo de exclusión y aislamiento social, que sirve cómo único soporte de relaciones personales para estos jóvenes, además de punto de información y apoyo.

Una de sus usuarias es una chica de 25 años que tiene como seudónimo Yu. Ella estuvo dos años encerrada en su habitación debido a que padecía pánico crónico. Esta enfermedad, que fue provocada por problemas familiares y una dura infancia y adolescencia, le provoca una estado de ansiedad que solo puede calmar en la seguridad de las cuatro paredes de su dormitorio. La pérdida de la ansiedad no compensa el aislamiento, comenta convencida y lo reafirma con sus hechos, ya que lleva dos semanas intentando salir a la calle todos los días. Me rendí, dejé de luchar por mi bienestar, pero me di cuenta de que aunque encerrada los ataques de pánico eran mínimos, no era feliz, reconoce Yu, convencida de que necesita relacionarse aunque sea en un grado menor que otras personas. Al preguntarla por lo que le da más miedo, responde que no se trata tanto relacionarse con la gente sino con las personas prepotentes o que hablen a gritos.

Y es que ésta es una característica común de todos los 'hikikomoris': son individuos extremadamente sensibles y las máquinas, por ahora, no hacen daño.