Atardeceres con encanto: Baena

El corazón de la campiña cordobesa acoge uno de los yacimientos arqueológicos más importantes que se han descubierto recientemente. Torreparedones, una antigua ciudad íbera y romana, ha permanecido durante siglos bajo tierra, pero tras las excavaciones que se vienen realizando desde 2006, este enclave, situado a unos 20 kilómetros de Baena, ha recuperado un trozo de su historia. Los últimos hallazgos han tenido lugar hace tan solo un par de semanas, cuando se ha exhumado parte del entramado viario que articulaba la ciudad, a la que los romanos llamaron Ituci Virtus Iulia (no se ha podido confirmar plenamente que ese fuera su nombre y también se barajan otros como Bursavo).

En cambio, estas tierras fueron ya habitadas en la Antigüedad (IV milenio aC.) y antes y después de los romanos también pasaron por allí otros pueblos, como los íberos y los musulmanes.

El Ayuntamiento de Baena inauguró el parque arqueológico en 2011, aunque no se ha dejado de investigar en la zona, ya que historiadores y arqueólogos aseguran que aún queda mucho por descubrir en Torreparedones.

Visitar este vestigio, ubicado en el techo de la campiña (a casi 600 metros sobre el nivel del mar), es ya una maravilla para los amantes de la historia. Pero además, los turistas que lleguen hasta aquí en verano podrán disfrutar del encanto de este lugar también al atardecer. Todos los viernes, por tan solo 3 euros, habrá visitas guiadas que comenzarán a las 8 de la tarde.

Atractivos arqueológicos

Entre los principales atractivos de la antigua ciudad encontramos la puerta oriental, el santuario, la plaza del foro, el mercado público, el castillo de Castro Viejo o la Ermita de las Vírgenes, así como numerosos exvotos y esculturas romanas.

Fuera de Torreparedones, la ciudad de Baena ofrece también un amplio abanico de motivos para visitarla. Las calles del casco antiguo y especialmente la Almedina (ciudad en árabe) hablan por sí solas del pasado de la localidad. En esta zona hay varios miradores, templos y plazas que merecen atención, pero quizás los elementos más simbólico sean el castillo y la Leona de Baena.

Del primero, solo quedan los restos de lo que fue una importante fortaleza cristiana del siglo XIV. Sin embargo, las intensas labores de reconstrucción están devolviendo al castillo su imagen inicial. El alcalde de Baena, Jesús Rojano, ha dicho que en septiembre concluirán las actuales obras y comenzará un proyecto complementario para facilitar el recorrido y la visita turística a través de la superficie de los depósitos y el Patio de Armas.

En cuanto a la Leona, una escultura de piedra del siglo VI aC., se encontró en otro yacimiento arqueológico de Baena, el del Cerro del Minguillar, un asentamiento iberorromano que fue conocido como Iponuba. La mayoría de los monumentos que aparecieron allí, entre ellos la Leona, fueron comprados por el Museo Arqueológico Nacional y están expuestos en Madrid. Pero en Baena hay varias réplicas de su popular Leona; en la Plaza Palacio de la Almedina podemos ver una de ellas. Además, en el Cerro del Minguillar se hallaron otras estatuas de felinos (formaban parte de la necrópolis ibérica) y algunas se encuentran en el Museo Histórico Arqueológico de Baena.

El Museo del Olivar y el Aceite y el Museo de la Semana Santa son las otras dos colecciones que no podemos dejar de ver para conocer Baena y su cultura. El principal tesoro de esta tierra es oro líquido, virgen extra. Los distintos aceites de la Denominación de Origen Baena acaparan tantos galardones, incluso internacionales, que se han ganado el honor de ser considerados como unos de los mejores del mundo. El objetivo del Museo del Aceite es que el visitante se enamore de este saludable zumo y mostrarle la riqueza histórica del olivo y su fruto.

Semana Santa

Por su parte, el Museo de la Semana Santa ilustra la fiesta más popular de Baena, que ha sido declarada de Interés Turístico Nacional. Uno de sus mayores atractivos es la figura del judío: vestido con chaqueta roja, pantalón negro, pañuelo al cuello y, lo más peculiar, un casco que lleva un plumero de colores y una cola de caballo que puede ser negra o blanca, en función de la cofradía a la que pertenezca. Y obviamente no puede faltar el tambor, que inunda de un ininterrumpido sonido las calles del municipio, no solo durante Semana Santa, sino también en otras fiestas locales como la de la noche de San José, en la que los baenenses tocan el tambor recorriendo las hogueras que se encienden en diferentes partes del pueblo.

Además, para completar y dinamizar la tradicional oferta turística, en unas semanas se abrirá al público la Cueva del Yeso, la cuarta gruta más grande España y la primera en nuestro país sobre esta materia que podrá visitarse. Por si fuera poco, es la única cueva de origen hídrico de Córdoba y en ella habitan una gran colonia de murciélagos en peligro de extinción y varias especies de gambas únicas en el mundo.

Como la cueva tiene dos plantas, la primera, de mejor acceso, se dedicará a las visitas turísticas, mientras que la segunda se reservará a investigadores. Este proyecto y otros más, que están diversificando el turismo en Baena, se están realizando en gran parte gracias a los fondos que llegan desde la Unión Europea.

Y, mientras se espera la inminente apertura de la cueva, los amantes de la naturaleza pueden optar entretanto por otros planes al aire libre, como pasear por la Vía Verde Guadajoz-Subbética que transcurre hacia la vieja estación de tren de Baena. Asimismo, la pedanía de Albendín ofrece un hermoso destino: el pantano de Vadomojón. Es uno de los embalses más importantes del Guadalquivir y hay varias zonas de baño. Además se está finalizando la construcción de un embarcadero y zona de recreo.