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La Junta anuncia ahora que el nuevo hospital podrá tener más de mil camas

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Martes, 17 de septiembre 2019, 07:37

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Hace tiempo, empezó una corriente periodística todavía no detenida en la cual no había semana en la que no apareciera en los medios de comunicación una noticia inverosímil, absurda o alucinante sobre la sanidad pública andaluza. Vamos a hacer un repaso. En Antequera, a un paciente le dio un ictus en plena sala de espera y tardó cinco horas en ser atendido; es posible que tuviera suerte, porque se han dado casos de esperas de más de 24 horas en urgencias, que se dice pronto, o como lo del individuo aquel que permaneció 70 horas con una infección generalizada esperando el traslado a planta. De la saturación de sanidad ya no se puede culpar solo a los que van a urgencias por un resfriado. Las agresiones al personal sanitario se han vuelto habituales en lugares en los que reina la frustración. Se han dado noches en algún hospital de Málaga en las que dos médicos y un enfermero han atendido a centenares de pacientes (243 un 25 de diciembre). Algunos titulares que han salido de la sanidad andaluza parecían sacados directamente de este modelo de prensa ficción que daba noticias imposibles, tipo 'Noticias del mundo', y que informaban (es un decir) sobre humanos que tenían dos cabezas, avistamiento de extraterrestres en coches oficiales y lenguas humanas de 22 centímetros de largo. La prueba de que todavía queda un poco de realidad impregnada de estas noticias locas es que en Andalucía ya tenemos niños lobo.

Mientras tanto, en aquel momento álgido de desapego respecto a la medicina pública, la maquinaria de autobombo de la Junta seguía el cometido propagandístico de «la joya de la corona», ocultando cifras reales de listas de espera. El éxodo de talento a los hospitales privados pasó la barrera de lo preocupante. Para los que podían permitírselo, echar la tarde en urgencias o ver que te dan una cita para dentro de seis meses funcionaban como publicidad perfecta para las compañías de seguros. También pasaban cosas que devolvían cierta esperanza pero, como decíamos entonces, de qué nos sirve saber que podemos tocar el saxofón mientras nos operan de la cabeza si después nos vamos a quedar tiesos en una sala de espera. Ponerse malo no solo le enfrenta a uno a la enfermedad, sino también al propio sistema sanitario.

En Málaga llevamos muchos años sufriendo la falta de medios sumada al mareo del tercer hospital. Ante la sensación de que aquí no tenemos dónde caernos enfermos, la Junta, personificada en la figura de Elías Bendodo, anuncia que el nuevo hospital no tendrá 800 sino que podrían superar el millar de camas. Se trata de una noticia maravillosa, más de mil camas, digna de celebrarse con el descorche de champán. Ahora recuperan la idea de ubicar el nuevo centro en la zona Este de la ciudad, desierta de servicios públicos. Lo esperable ahora sería que no se demoraran mucho en poner la primera piedra. Que no haya mareos y que poco a poco la sanidad pública andaluza vaya soltando el mortífero lastre de su lentitud.

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