La Sangre de Colón: Realidad y ficción
LA TRIBUNA ·
Se mire como se mire, su gesta cambió la Humanidad, porque el mundo conocido se transformó vertiginosamenteMIGUEL RUIZ MONTAÑEZ / AUTOR DE 'LA SANGRE DE COLÓN'
Lunes, 22 de junio 2020, 08:57
Secciones
Servicios
Destacamos
LA TRIBUNA ·
Se mire como se mire, su gesta cambió la Humanidad, porque el mundo conocido se transformó vertiginosamenteMIGUEL RUIZ MONTAÑEZ / AUTOR DE 'LA SANGRE DE COLÓN'
Lunes, 22 de junio 2020, 08:57
Hace unos días se ha publicado mi última novela, 'La Sangre de Colón', tras más de cinco años de trabajo. El libro comienza con el ataque a la estatua de Columbus Circle en Nueva York. Salió al mercado justo en plena desescalada, con librerías a medio abrir. Cuando ya presumía que se vendería poco, ha sucedido todo lo contrario, en uno de esos casos donde la realidad supera a la ficción. Porque ha ocurrido algo curioso: debido a los acontecimientos que se están produciendo en los Estados Unidos, el gobernador ha tenido que salir en defensa de esa misma efigie, muchos quieren destruirla. De novela.
La ira desatada por el movimiento 'Black Lives Matter' está causando actos vandálicos dirigidos contra numerosas estatuas de esclavistas y miembros del ejército confederado. Tras la muerte de George Floyd, esa cólera urbana no tiene fin, y aunque cualquiera podría preguntarse qué diablos tiene que ver Cristóbal Colón con eso, lo cierto es que almirante ha entrado de lleno en la diana de los manifestantes.
La situación tiene tintes novelescos. Desde hace unos años, se están llevado a cabo campañas contra los símbolos del Descubrimiento de América. Ya son muchas las ciudades donde se ha sustituido el Día de Colón por el Día de los Pueblos Indígenas. Ahora, siguiendo la estela de desagrado por los símbolos del pasado, Colón vuelve a aparecer como un antihéroe de la conquista, opresor de los nativos americanos, una empanada monumental fruto de un fenómeno revisionista de la Historia.
¿Es realmente Cristóbal Colón el malo de la novela? Su legado ha cumplido más de cinco siglos. Se mire como se mire, su gesta cambió la Humanidad, porque el mundo conocido se transformó vertiginosamente. Desde que los españoles pusimos los pies en esas tierras, pasaron a formar parte de la cultura occidental por la vía rápida. Aquellos que le quieren ver tumbado, que dicen que fue un genocida, tienen que saber que con él también desembarcó la cultura de los derechos humanos y de la libertad. En esta ola de rabia, ya nadie recuerda cómo eran las sociedades precolombinas, o no interesa. Solo relatar un hecho: en el segundo viaje el almirante se encontró con los indios caribes en la isla Martinica cuando estaban cocinando un caldero con restos humanos. Y en ese mismo viaje, en el regreso a La Hispaniola, descubrió horrorizado que los indios tainos habían masacrado a todos los españoles. Colón tuvo luces y sombras, de eso no hay dudas, pero ahora se le relaciona con el tráfico de esclavos de África, asunto muy posterior a su muerte. Y lo más curioso es que la esclavitud era ya una práctica abominable entre los indios nativos antes de la llegada de las naves europeas. Si hoy día pudiésemos preguntarle a la mayoría de las razas aborígenes de aquellos tiempos, dirían que respiraron el día que Colón llegó por esas tierras, porque se vieron liberados de tiranos mucho peores, que practicaban sacrificios humanos.
Aunque ha pasado mucho tiempo, lo cierto es que la situación actual de los indígenas en América es injusta, pero no se puede culpar a Colón de eso. Las críticas deben recaer sobre los gobiernos emancipados, que han contado con más de doscientos años de soberanía para solventar el estatus de las razas aborígenes y no lo han conseguido. Es más, en España también fuimos invadidos, incluso por una lista de conquistadores mucho más larga. No hubo descanso en la península Ibérica. Sin embargo, América aún tiene pendiente digerir su pasado, un proceso tan complicado, tan difícil, que ha acabado en la fobia a las estatuas.
Y aquí, en nuestro país, surgen voces de políticos que tratan de resolver el entuerto con la simple propuesta de retirar estatuas colombinas. Hay veinticinco repartidas por todo el territorio nacional, y son más de cien las placas, bustos y monumentos que enaltecen el Descubrimiento. Es decir, lo tienen difícil, porque nuestro país ha considerado durante siglos que Colón hizo un buen papel, cumplió la promesa que le hizo a los Reyes Católicos: encontrar una nueva ruta comercial. Pero, de paso, hizo un gran favor a la Hispanidad. Aunque a algunos no les guste.
'La Sangre de Colón' es una obra de ficción, de esas que tratan de atrapar al lector y sumergirle en una trama vertiginosa. Sí, lo reconozco, es un thriller actual. Pero también he intentado que aporte valor al debate, más necesario que nunca a la vista de los acontecimientos. Pasemos de la ficción a la realidad, digamos alto y claro que, retirar, decapitar o pintar de rojo las estatuas de Colón, no es solución a un problema complejo. Solo el análisis sosegado puede conducir a un final feliz en esta historia.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Síntomas que pueden alertar de un posible cáncer de vejiga
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.