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FRANCISCO J. CARRILLOACADÉMICO CORRESPONDIENTE DE LA REAL ACADEMIA DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS
Martes, 29 de abril 2025, 02:00
Puede afirmarse que un país europeo, Rusia, agredió a otro país europeo, Ucrania. Sin embargo, la opinión pública -y no solo en España- piensa que ... un ente extraeuropeo inició una guerra con una columna de tanques que pretendía llegar a Kiev y que no llegó. La europeidad de Rusia se difuminó con la Revolución bolchevique (1917) y el Telón de Acero, a pesar de que los principales teóricos revolucionarios, Lenin y Trosky, se inspiraron de las teorías de Marx y de Engels, docentes e investigadores con un pie en Inglaterra y con otro en Alemania. Múnich, Londres, Ginebra y París fueron terrenos recorridos por Vladimir Illich.
Rusia también dio muestras de europeidad en la guerra contra los ejércitos nazis. La degeneración de lo que se convino en llamar 'socialismo real', sobre todo con Lenin (asesinato de la familia Romanov para borrar toda influencia europea y la sucesión dinástica) y con Stalin: purgas sucesivas, juicios sumarísimos, deportaciones, el Gulag con sus campos de concentración. Siniestra etapa que finalizó con la llegada de la perestroika (reestructuración) y el glásnost (transparencia) de Mijaíl Gorbachov y la restauración democrática de Borís Yeltsin.
Setenta años de 'dictadura de la nomenclatura' soviética que asumió pautas de comportamiento de las altas burguesías europeas y generalizó el adoctrinamiento del pueblo confrontándolo con todo lo exterior al país, en particular con la Europa democrática tras la derrota del III Reich y con los Estados Unidos, fueron determinantes para el alejamiento de las 'tradiciones europeas' del pueblo ruso. Si repasamos la historia rusa, sobre todo después de la presencia de los tártaros, encontraremos esas raíces europeas predominantes en un país euroasiático, muy marcado por un feudalismo endémico que perduró hasta los planes quinquenales de la revolución.
Rusia es el país más extenso del mundo con 17 millones de kilómetros cuadrados, casi el doble de Estados Unidos y China. Y con una población de 146 millones de habitantes: el 77 por ciento vive en la Rusia europea, que concentra la infraestructura industrial, el poder económico y financiero, y el poder político; el 23 por ciento en la zona asiática. Una imagen del carácter europeo es San Petersburgo, que fue la capital imperial, cuya corte era muy afrancesada y emparentada con varias dinastías europeas, en la que, como anécdota menor, se bebía vino de Málaga.
Con la llegada al poder de Gorbachov y de Yeltsin, se desmantelaron: el Partido Comunista, el sistema de los países satélites que accedieron a la independencia, así como el Pacto de Varsovia que se había creado para hacer frente a la OTAN. Hélène Carrère d'Encausse, destacada historiadora de Rusia con espíritu crítico, premio Princesa de Asturias, en uno de sus análisis destacaba los 'prejuicios y estereotipos' que suelen abundar en Occidente para definir al pueblo ruso que se basan más en las relaciones sociales existentes en la época feudal rusa y en los abusos desenfrenados de la nomenclatura soviética y de los oligarcas millonarios tras la caída de Muro de Berlín: nuevos ricos arrogantes, despilfarradores, autoritarios, bebedores, corruptos.
Los oligarcas crecieron a partir de la década de 1990, cuando los activos del desmantelado Estado soviético, con la apertura del libre mercado, se entregaron a personas privadas mediante, en numerosas ocasiones, tratos de corrupción. El pueblo llano ruso, con mirada europea que resurgía tras la experiencia de la dictadura soviética, quedó al margen del enriquecimiento.
Habría que preguntarse por qué los países europeos (más desunidos que unidos), en sus relaciones bilaterales con la nueva Federación Rusa a partir de Yeltsin (1991), con la restauración de la economía de mercado y un régimen democrático, no tuvieron la voluntad política de promover un Acuerdo de Asociación (como etapa previa a la integración en la UE) entre la nueva Federación Rusa (sin duda, más europea que Turquía en la OTAN) y la Unión Europea. ¿Quién se opuso a ese Acuerdo de Asociación? Se podría pensar que los países desunidos de la UE sacaban ventajas negociando bilateralmente con la Federación Rusa, y los nuevos ricos 'oligarcas rusos' intermediarios potentes de esos negocios.
Un Acuerdo de Asociación habría garantizado la non intervención en terceros países, el intercambio cultural y científico, y una mayor prosperidad económica y social para el pueblo ruso. La UE habría tenido las garantías energéticas para su industria, así como un amplio mercado. Para la Federación Rusa habría significado (y Yeltsin lo deseaba) la total ruptura con la Rusia soviética. Esto habría constituido un freno considerable a la agresión a Ucrania y a cualquier otra tentación expansionista. Y habría sido un importante mecanismo de equilibrio con China.
Ese Acuerdo, pero de Estados Unidos con Rusia, quizá sea ahora un objetivo no manifiesto de Trump, tras el final de la guerra de Ucrania. Sin embargo, aunque reincida en la cita, el general De Gaulle, en plena Rusia soviética y en plena Guerra Fría, insistió, como estratega lúcido, en la europeidad rusa cuando afirmó que las fronteras de Europa se extienden desde el Atlántico hasta los Urales. Un Acuerdo de Asociación de la Federación Rusa y la UE, firmado el fin de la guerra en Ucrania, sería una de las grandes garantías para un porvenir en paz. Pienso que es menos utópico de lo que parece. El tiempo dirá.
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