Rostro a nuestras ideas
PEDRO MORENO BRENES
Domingo, 19 de mayo 2019, 10:07
Ayer por la mañana, antes de escribir estas líneas, impartía una clase en el Máster de Domótica de la Universidad de Málaga sobre el marco ... jurídico en el cual los alumnos tendrán que desenvolver su actividad profesional (aspectos laborales, fiscales y societarios junto con la normativa industrial, de edificación y urbanística y los procedimientos ante la administración). Comprenderán que unas materias tan densas exigen sacar a colación ejemplos y casos prácticos para mantener la atención de los alumnos y que no se acuerden de mi árbol genealógico (no precisamente para bien). Al entrar en la materia de las responsabilidades jurídicas salen a colación los tópicos habituales: «Todos los... son» (pongan ustedes la descalificación y el colectivo que se imaginen). Entre citas de normas y sentencias, me permití la licencia de 'pontificar' sobre una convicción de la cual no me bajo ni a tiros: el peligro y la injusticia que implica la generalización en las descalificaciones, ya que nadie tiene la garantía de no sufrir algún día críticas infundadas, provocadas por una información insuficiente o simplemente falsa.
¿Por qué les cuento esto? El domingo que viene elegiremos a nuestro representantes políticos más cercanos: hombres y mujeres que van a decidir aspectos básicos de nuestra vida cotidiana en los municipios (la movilidad, el medio ambiente, la limpieza, la seguridad, el urbanismo...). Tengo edad y experiencia en la vida para mantener que la inmensa mayoría de los cargos electos (tanto los que gobiernan como los que están en la oposición) son personas honorables, con independencia del color político en el cual se agrupen. Los chorizos, como las brujas en Galicia: «haberlas haylas», pero son competencia de la policía y de los jueces. Soy una persona alejada del eclecticismo político: en política me sitúo en la izquierda y creo que este mundo es manifiestamente mejorable en cuando a la justicia social, pero no soy un fanático que considera enemigo a los que no piensan como yo. Por todo esto espero que el próximo domingo, como ciudadanos, acertemos a la hora de poner a los mejores en los sillones de los plenos municipales, y que las personas elegidas les pongan a nuestras ideas rostro, sentimientos y acción concreta ante la realidad concreta. Necesitamos representantes políticos con pasado y futuro, y con un presente donde asuman el puesto institucional como un compromiso de servicio a la sociedad y con fecha de caducidad para no convertirlo en su modus vivendi. Y yo, al igual que ustedes, querido lectores, tengo clara la mejor opción para mi querida ciudad, ya que, sin demérito de los demás candidatos, estoy convencido de que el mejor alcalde que pueda tener hoy por hoy Málaga se llama Eduardo Zorrilla, mi antiguo alumno en la Facultad (a pesar de lo cual, sabe mucho Derecho), y ante todo una persona de una enorme preparación y calidad humana, cualidades que comparte con Reme Ramos, reflejando lo mejor de esa IU con la que tuve el honor de concurrir como candidato a la alcaldía en dos ocasiones.
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