José Faura toca la campana del Cristo de la Buena Muerte el Jueves Santo de 1997. :: sur
El general que llevó al ejército a la Democracia
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José Faura fue enterrado en Gaucín, tierra de sus antepasados, el pasado día 15 / Dictó, en 1995, una de las órdenes que más polémica levantó en Málaga: suprimir los militares en las procesiones, pero reconoció su equivocación y acabó todos los Jueves Santo viendo a Mena / 97 años de La Legión con el Cristo de la Buena Muerte como testigo / Carlos Álvarez, en Granada
No me compare usted con San Pablo, ¡por Dios!». Quien así hablaba, amable y sonriente, al periodista era el teniente general José Faura, Jefe del Estado Mayor, en los actos de Mena el Jueves Santo 27 de marzo de 1997, horas antes de dar los primeros toques de campaña en el trono que portara, majestuoso, al Cristo de la Buena Muerte. Quién diría que este militar de honda tradición familiar, recto y leal como pocos, ceutí de nacimiento pero malagueño de devoción (su familia por parte de padre era originaria de Gaucín) fue el protagonista de una de las mayores polémicas en la historia de la Semana Santa de Málaga, cuando en el mes de abril de 1995 firmó la orden por la que se recortaban la presencia militar en las procesiones de Semana Santa, algo que afectaba muy directamente a Málaga. Inicialmente no era restringir, sino 'suprimir' los militares de las procesiones, pero ante el enorme impacto que la noticia produjo en Málaga y la polémica mediática, se 'suavizó' la decisión original. Aquella orden significaba que en la Semana Santa de 1995 no vendrían a Málaga la Brigada Paracaidista (Fusionadas), los cadetes de la Academia de Infantería (Huerto), Compañía de Mar (Prendimiento) y la banda de cornetas y tambores de Caballería (Zamarrilla). De la misma forma, se reducía a la mitad la presencia de Regulares (Cautivo) y no asistirían por vez primera los coroneles jefe de los cuatro tercios legionarios y los trece guiones y banderines que precedían al Cristo de la Buena Muerte (SUR, página 10, edición 5 de abril de 1995). La decisión apuntaba al teniente general Faura, pero parece que surgió de la Capitanía General Sur, con sede en Sevilla, y que el 'padre' de la orden fue el teniente general Agustín Muñoz Grandes. José Faura nunca habló ni aclaró este tema: «Yo firmé la orden, y yo soy responsable. Ahora reconozco que me equivoqué. Simplemente me equivoqué. Esto no es un tema de dinero, ni de ahorro, ni de nada... Lo que yo estoy viendo en las calles de Málaga con La Legión y el Cristo de la Buena Muerte es bueno para todos, para La Legión, para el Ejército y para España», dijo, con el compromiso de que hablaba 'of the record'. Hoy esa promesa ya se puede suspender porque el teniente general Faura (que acabaría siendo un enamorado de la Semana Santa de Málaga y desde 1998 no faltó mientras tuvo salud a ni una cita con el Cristo legionario el Jueves Santo) descansa para siempre desde el viernes 15 de este mes en el cementerio de su querido Gaucín, donde tantas horas de ocio pasó, y de donde eran originarios su bisabuela y su abuelo. El sepelio resultó multitudinario y muy emotivo, ya que aparte de la masiva presencia de amigos y conocidos que se unieron a su familia para darle su último adiós, el ataúd con sus restos mortales fue portado por caballeros legionarios de Ronda, los mismos que escoltaron a quien fuera el máximo jefe del ejército español.
El teniente general Faura Martín fue clave en la modernización del Ejército español y capitaneó, con paso firme y en momentos tremendamente difíciles su democratización. Fue Jefe del Estado Mayor del Ejército de España más tiempo que nadie (1991-1998) y conoció como tal a tres ministros de Defensa y a dos presidentes, Felipe González y José María Aznar, y nadie se cuestionó nunca que era el idóneo para tal cometido. Pero además, Faura fue un personaje muy importante en la transición: «La cita fue en un hotel. Andrés Cassinello y yo llegamos al aparcamiento y subimos directamente a la habitación. Allí nos esperaban Felipe González y Alfonso Guerra. Llevábamos el encargo de Adolfo Suárez de tender puentes y atraerlos, que también eran España, para que participara en lo que se estaba preparando. Estuvimos tres o cuatro horas y tengo que decir que nos entendimos muy bien, quizá porque los cuatro éramos andaluces. Había un punto de afinidad, no ideológica. Salimos de allí con la impresión de que habíamos dado un paso muy importante». Así explicó Faura su primer encuentro con los líderes del entonces todavía clandestino PSOE en los inciertos tiempos que siguieron a la muerte de FranciscoFranco.
José Faura, falleció el día 13 en Madrid a los 86 años, fue enterrado en Gaucín, como ya hemos dicho, cuatro días antes del 20 de septiembre, fecha del 97 aniversario de La Legión, celebrada en los acuartelamientos legionarios, siempre con la presencia del Cristo de la Buena Muerte (en cada uno de ellos hay una réplica de la imagen de Palma) y de la Congregación de Mena. Así, el ex hermano mayor Antonio González estuvo en los actos celebrados en Melilla, el hermano mayor, Antonio de la Morena, en los de Ronda, y el segundo teniente hermano mayor, Manuel Baca, en Almería, donde presidió la ministra María Dolores de Cospedal.
Antonio González recuerda perfectamente la conversación referida al inicio de estos Horizontes con José Faura con : «Se quedó enamorado de la Semana Santa de Málaga, impresionado por lo que vio aquel primer Jueves Santo, y ya no falló. Fue muy amigo de Francisco Fernández Verni, Rafael Serrano Carvajal y Luis Guerado, con quienes estaba cada vez que venía a los actos de la cofradía».
Ni que decir tiene que la orden dictada en su día se rebajó muchos enteros, aunque los motivos que entonces decidieron a Faura a firmarla eran irreprochables desde la lógica: el denominado Plan Norte fue la mayor transformación del Ejército desde la guerra civil, con una importante reducción de personal y supresión de unidades. Para ello, tuvo que convencer a los más recalcitrantes de que era una decisión inevitable para abordar, entre otros retos, la supresión de la mili, la incorporación de la mujer y una participación creciente en misiones internacionales...
Descanse en paz quien fue un gran militar, una excelente persona, y un enamorado de la Semana Santa y de Málaga.
Carlos Álvarez
El Auditorio Manuel de Falla de Granada registró anoche 'un lleno hasta la bandera' para ver el recital que ofreció el barítono malagueño Carlos Álvarez con la Banda Municipal de Granada dentro de los actos que con motivo del centenario de esta agrupación, una de las más prestigiosas de España, se desarrollan en la referida ciudad andaluza. Alvarez, que tras este concierto marchará a Barcelona para cantar en el Liceo, ofreció un amplio repertorio de zarzuela y ópera, y durante la semana ensayó con el director de la Banda, Miguel Sánchez Ruzafa, y el profesor, compositor y músico malagueño Gabriel Robles, autor de la 'Fantasía sinfónica malagueña', que precisamente fue instrumentada por el referido Sánchez Ruzafa, quien como no toca el piano (cosa extraña pero que se da en algunos directores de orquesta), para conseguir la perfecta compenetración con el malagueño, le pidió que se desplazara a Granada para que lo hiciera, y miel sobre hojuela. Buenos amigos, con la música como nexo principal de unión, los dos malagueños y el director valenciano pasaron más que buenas sesiones preparando el concierto que anoche estaba previsto en medio de la una gran expectación en el magnífico auditorio Manuel de Falla. Todo un lujo.
Ya en otoño, los mismos deseos de siempre: que disfruten de la vida y permitan que servidor lo vea y practique.
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