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Abascal consuma el divorcio. El PP es un traidor que no tacha a los menas como delincuentes. De forma automática, como hay que hacerlo. Sin ... discriminar. Todos delincuentes, todos violadores. Inquietantes aprendices del crimen que llegan con la única idea de delinquir. Cómplice el PP de un gobierno dedicado a la importación de asesinos alevines. Si Núñez Feijóo y los presidentes autonómicos del PP han pedido que se aumenten los fondos estatales para acoger dignamente a los menores, para Vox eso no es más que la prueba de la infame complicidad con la izquierda antiespañolista, traición.
Traición no es integrarse con el grupo europeo de Orban. Meloni les parece una izquierdista sospechosa. Mucho mejor unirse a quienes quieren dinamitar la Unión Europea desde dentro. Ser compinches del antieuropeísta Orban y viajeros de segunda en su caballo de Troya. Aunque poco le puede enseñar Orban a Abascal sobre xenofobia. El líder de Vox señala con su dedo inmaculado a esa mugre negra, a esos niños y adolescentes que han cruzado el mar en una patera huyendo de la miseria o la guerra. Hablar de humanidad en relación a esos adolescentes no es otra cosa que debilidad y complicidad con el crimen, según el código abascaliano.
Una oportunidad única para el PP. Despegarse de esa corriente turbia. Con ello no solo contribuiría a silenciar el mantra que llega desde la izquierda con tan cansina repetición, la derecha y la ultraderecha, el afán de asociar al PP con Vox, sino que mostraría una cara algo más razonable. Sobre todo, si ponen en un rincón y contra la pared a Miguel Tellado y sus disparatados proyectos de utilizar la Armada para cortar la corriente migratoria. Cortar amarras. Que tiemblen algunos presidentes autonómicos populares pero que la extrema derecha se quede sin coartadas vagamente constitucionalistas derivadas de su emparejamiento con el PP en comunidades autónomas y ayuntamientos. Replanteamiento general. Se supone, además, que para eso llegó Núñez Feijóo a Madrid. Paladín del aislamiento de Vox en Galicia, defensor de un giro hacia el centro del partido a pesar de Ayuso y compañía. El movimiento de Vox en el parlamento europeo puede contribuir a que se visualice el divorcio. El PP es un partido europeísta y supuestamente un partido de Estado. Tiene la oportunidad de demostrarlo. El asunto de los menas no es una cuestión secundaria. Requiere una política que está muy por encima de los intereses inmediatos y localistas. No solo se trata del concepto sobre la solidaridad y lo humanitario de Vox, que ya sabemos cuál es, sino del que el PP tiene sobre el futuro del país y del continente.
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