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La rotonda

Desavenencias

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Sábado, 7 de abril 2018, 09:44

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La historia de la Humanidad está cargada de desavenencias. No ha habido una época en la que no hayan existido. No sólo de personajes dignas de aparecer en los libros, sino que las desavenencias no entienden de cargos ni de linajes, y lo mismo existen por arriba que por abajo, por detrás o por delante. Oposición, discordia, contrariedad, así define la Real Academia este sustantivo cuyos sinónimos son mucho menos sonoros que sus consecuencias, a saber: desacuerdo, disconformidad, disentimiento, discordia, discrepancia, diferencia, disputa, disgusto, desunión, escisión, rompimiento, ruptura, cisma... Los hay para todos los gustos y todos los rangos, pero su definición académica es mucho menos dura que sus resultados, porque las desavenencias entre Caín y Abel, entre otras cosas, provocaron el primer asesinato de la historia según nos cuentan.

Desavenencia es, además, una palabreja que cuesta trabajo pronunciar para medio país, que como bien recogen los estudios de las formas de hablar en España, la mitad dice 'desaveniencia', que esto suele ser, para que se hagan una idea, los programas del corazón de Tele 5, como el que estoy oyendo a lo lejos con el cumpleaños de la hija de Terelu, todo un 'acontecimiento' que ha llenado de desavenencias un plató de televisión durante casi dos horas entre los tertulianos.

Las desavenencias hicieron que el tándem más mágico que pudo tener el Málaga en su historia, entre Marcel Domingo y Vibertri, saltara por los aires, lo mismo que el final que tuvieron Felipe y Guerra o mas recientemente entre Aznar y Rajoy.

Las desavenencias llenan las páginas de los periódicos (¡uy, por Dios, en el referido canal televisivo acaban de comparar a Terelu con doña Letizia...!, siendo las 17.09 horas del día de autos, 6 de abril), y así hemos visto cómo ha existido entre la justicia española y la alemana con el nada honorable Puigdemont de por medio, o las que se han vuelto a poner en el escaparate entre doña Sofía (hija y nieta de rey, hermana de rey, esposa de rey y madre de rey, algo que no puede decirlo nadie en el mundo) y doña Letizia, que aunque no hay que ser muy lince para saber que existían, han quedado expuestas a la luz en la misa de una, muy propio... Y desavenencias las que tienen entre sí Cristina Cifuentes, el Máster ese que hizo que dicen que no hizo, y la Universidad Rey Juan Carlos. Y es que una desavenencia en condiciones siempre tiene consecuencias. Que no lo olviden, por este orden, si me lo permiten, doña Letizia, Cristina Cifuentes y la Universidad Juan Carlos I.

Si doña Sofía ayudó a su esposo rey lo que no está en los escritos a conquistar el cariño de España, la actual reina consorte que no se olvide que puede lograr lo contrario. Y Cifuentes puede cargarse su vida política, pero lo que desde luego ha dejado claro es el 'mamoneo' de los masters en no pocas universidades y 'escuelas superiores', que se regalan a troche y moche aquí, allí y más arriba, y que si eres don dinerito tienes de títulos las paredes llenas, y si no, confórmate con llenarlas con una foto grande de los ciervos esos como los pisos de los Alcántara en Cuéntame... Eso, desavenencias.

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