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EL CONTINENTE DE LA BASURA

NIELSON SÁNCHEZ -STEWART

Miércoles, 11 de abril 2018, 07:34

Que no se crea, por favor, que me voy a referir a ninguno de los cinco -que son más de cinco- ni a nada que ... tenga que ver con el racismo, la xenofobia ni con las sorpresas que nos está ofreciendo algún que otro tratado. Dejo esos temas para los que saben o se atreven a opinar sin saber. Voy a reflexionar, si se me permite, sobre algo mucho más ramplón y doméstico: la basura que, como se sabe, es el conjunto de cosas que despreciamos porque nos parecen inútiles y que, por razones de conservación o de espacio pretendemos eliminar de nuestro entorno particular. No creo sea necesario profundizar más en el concepto porque es bien conocido. Lo que puede ser interesante es su evolución en cantidad y en calidad. Está estudiado, aunque me parece que el estudio está obsoleto, el peso y volumen de los desechos de los que se desprende un ciudadano y, por eso, se puede calcular, por ejemplo, el número de visitantes en una comarca determinada en un momento puntual. Cuando éramos pobres, todos, hace no tanto tiempo, utilizábamos todo lo disponible, nos enseñaban nuestros mayores que no había que dejar nada en el plato, que la ropa se viraba -aunque los ojales quedaban como una muestra indeleble de la operación en el lado contrario, heredábamos los libros, los cuadernos, los uniformes y toda la impedimenta de los hermanos. Los electrodomésticos eran eternos, se incluían en los testamentos, lego mi lavadora de ropa a mi hijo Luis... Había técnicos especialistas en cada marca que se ganaban la vida reparando estas máquinas. Hoy te recomiendan que la tires y te compres otra porque te resulta más barato y te pones al día. Los zapatos se remendaban hasta las últimas consecuencias, medias suelas, tacones, parches. Hoy todo es distinto, las cosas han bajado de precio. Relativamente, bueno, no todas porque las matrículas de los colegios -nada que ver con los másteres- y los inmuebles se han ido a las nubes. Un coche, sin ir más lejos, costaba la mitad que una casa y ahora una trigésima parte por lo que también se tira aunque podría durar un siglo. Si no me cree vaya a Cuba o al cine que ambienta en esa isla muchas de sus producciones. El cambio ha afectado la calidad de los desechos y la ha relativizado. Por eso, se ve a algunos escarbando y transportando en carritos de supermercado lo que otros han despreciado. En mi casa, sin ir más lejos, hay un par de muebles que su desprendido anterior poseedor había despreciado.

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