Lo que Varguitas no dijo

En 'El canon occidental', el profesor y crítico literario Harold Bloom apela a un supuesto canon literario como la panacea para conseguir libros y lectores de calidad y a su vez revulsivo frente a la que denomina como la 'Escuela del Resentimiento', que según él corroe a casi toda la teoría literaria y que en síntesis reduce a una cuadrilla de rojos y gente del malvivir (marxistas, feministas, Estudios postcoloniales, Estudios culturales, etc.). En mi modesta opinión, el citado autor y otros de su cofradía, reflejan un profundo clasismo, disfrazado de parámetros estéticos supuestamente limpios y puros de influencia ideológica, salvo la suya, claro está, que ni tiene color ni sabor pero al final consiste en lo de siempre, la defensa de las oligarquías de toda la vida, se vistan como se vistan.

Pasando de los teóricos a los escritores, el caso de mi medio tocayo, el escritor Jorge Mario Pedro Vargas Llosa, es un paradigma de la notable contradicción entre su poderosa inteligencia y calidad literaria frente a su relajada moral cívica. Nada más lejos de mi intención criticar en Vargas Llosa su evidente apuesta por un mundo conservador en lo socioeconómico; cada cual es dueño de sus creencias y prefiero a quien no las oculta frente al 'apolítico' (casi siempre de derechas). Lo que me parece inmoral es traspasar los límites de toda persona biennacida: el respeto a verdad y a los derechos básicos de los semejantes. Más allá de sus correrías políticas en Perú, llama la atención lo selectivo que es este hombre respecto a los derechos humanos a defender (casi siempre centra la atención en los titulares de las cuentas corrientes más abultadas).

Sin embargo hace unos días el autor de 'La tía Julia y el escribidor' se ha superado, y en referencia a unas presuntas amenazas de algunos miembros de Podemos a periodistas, ni corto ni perezoso, se despacha de la siguiente manera: «Es un fenómeno muy preocupante que en España surjan en estos momentos casos de amenazas como las que acabamos de conocer, porque desde la transición no ha habido nada semejante, salvo quizá los crímenes de ETA». Con dos cojones.Ahora resulta que una cuadrilla de asesinos como ETA que mató, hirió y amenazó a centenares de personas en España (entre ellos varios periodistas), es equiparable a la mayor o menor fortuna con la que algunos se traten con la prensa.

Desde un profundo respeto a los votantes y afiliados a Podemos, es bien sabido que discrepo de forma contundente de muchos aspectos de su fondo, de sus formas y en especial de su máximo líder (que tiene un ego que no cabe en la Catedral de León). Sin embargo, poner a esta formación al mismo nivel que los terroristas es una patada de D. Mario a la razón, la misma que asiste a los periodistas despedidos de algunos medios para que quedara un 'sobrante' con el que pagar millonarios sueldos a alguno de sus amigos. Cuestión de elección, como decía su tía en 'Lo que Varguitas no dijo'.