El guindo
José Antonio Trujillo
Sábado, 9 de abril 2016, 10:39
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José Antonio Trujillo
Sábado, 9 de abril 2016, 10:39
El guindo es el nuevo símbolo de la política española. Su ascensión se ha convertido en un auténtico ritual para los nuevos políticos. Desde la altura que procura sus ramas, los nuevos líderes se sienten a salvo de la política común que demandan los ciudadanos. Escapan a la demandante contienda diaria de sus días, prometiendo que el pobre árbol tiene ramas suficientes para sostener y dar cobijo a todo aquel que quiera sustraerse de la realidad tanto como ellos. En el debate ficticio, a varios metros de la tierra, se pretende conformar una nueva realidad, tipo Matrix, que quieren imponernos con el afán de sustituir la vida real. No contaron con una cosa: los españoles sabemos que del guindo uno sólo puede caerse.
Estos últimos días las urgencias traumatológicas han estado plagadas de políticos con heridas provocadas por sus caídas desde tan bello árbol. Lo que el común de los mortales conocíamos parece que ha sido un descubrimiento para todos aquellos que ascendieron entre ruedas de prensa a las ramas frágiles del primo del cerezo. Con la entrada de la primavera y la aparición de sus bellas flores blanquecinas con su cáliz y corola con cinco elementos, algunos creyeron que lo que del todo era imposible, por el mero paso de los días, se transformaría en un estupendo fruto maduro en forma de acuerdo. Nada que ver con la realidad.
Los resultados de las pasadas elecciones generales en España dispusieron sólo dos alternativas. La más europea apuntaba a una gran coalición entre el partido vencedor de los comicios, su adversario, con experiencia y vocación de gobierno, y un tercer nuevo partido, como Ciudadanos, que introduciría el aceite necesario para engrasar esta nueva compleja maquinaria gubernativa. La alternativa era la de apostar por un gran bloque de izquierdas al que debían sumarse los nacionalistas, por activa o por pasiva, en el que Podemos mostrara su lado más moderado. La realidad ha mostrado que ni una vía ni otra ha podido ser ni mínimamente explorada, porque las formaciones políticas han seguido negociando desde sus posiciones e intereses propios, y no han construido los nuevos espacios de diálogo y entendimiento necesarios. El PP y Podemos han fiado su suerte a la mejora de sus resultados en unos nuevos comicios y no han movido ficha; el PSOE y Ciudadanos se han visto obligados a jugar por su propia supervivencia, y temen que los españoles apuesten en un futuro inmediato por las marcas originales de la derecha y la izquierda. En junio sabremos si la dulzura de las cerezas se impondrá a la acidez de las guindas.
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