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DESDE EL SUR

Una respuesta proporcional

Hay que amparar a esa cuando menos mitad silenciosa de Cataluña que ya votó seguir en España

Javier Recio

Miércoles, 11 de noviembre 2015, 12:06

Es difícil poner paños calientes a la declaración aprobada por el Parlament de Cataluña. Ya no valen medias tintas. No se acaba de entender que con la mitad de la sociedad catalana en contra los separatistas sigan con una huida hacia adelante que debe estar condenada al fracaso. Pero lo han hecho. Debe ser muy romántico eso de crear un Estado y de querer pasar a la historia por ello, pero deben tener los pies en el suelo o si no, parárselos. Para empezar no se puede obviar que la mitad de los catalanes quieren seguir siendo españoles. La imagen del panel electrónico con el resultado de la votación el lunes resultaba muy reveladora frente a la ya manida propaganda de esteladas en el Camp Nou. Hay que amparar a esa mayoría, o cuando menos, mitad silenciosa que ya ha hablado en las urnas. Tampoco se debe perder de vista que en el resto de España también importa lo que sucede allí. ¿Acaso no tendría nada que decir un andaluz ante la independencia? Más que nada, porque viviría en un país más pobre. Si Cataluña se va también pierde España. Qué menos que decidir sobre la pobreza de uno mismo, porque perder un 20% del PIB nos haría a todos irremediablemente más pobres. El órdago ya está echado. Y el texto, incluso leído en catalán, no deja lugar a dudas. Van a por todas. Quieren crear por la vía rápida la Seguridad Social y la Hacienda catalana y ya han advertido, negro sobre blanco, que no le van a hacer ni puto caso al Tribunal Constitucional. Con dos coyons. Es la hora de los líderes. Rajoy se ha puesto al frente de la manifestación para frenar este desafío al Estado de Derecho. El momento es extraordinario y hay que tener cuidado con caer en la tentación tan española de empatizar con quien te quiere destruir. El PP y el PSOE tienen que actuar unidos como si formaran parte de un gobierno de concentración nacional, que no habría que descartar ni mucho menos si el desafío continúa más allá del 20-D. La proximidad electoral, aunque pueda parecer lo contrario, ayudará a que se dé este clima de unidad, porque en el conjunto de España no se entendería que los principales partidos no respondieran conjuntamente en defensa de la integridad del país, porque se trata precisamente de eso, no ya de dar unos cuantos euros más a los catalanes.

Ya no se puede poner la otra mejilla, como ha podido pasar hasta ahora como pago a unos apoyos parlamentarios en Madrid. El presidente del Gobierno ha asegurado que combatirá este disparate con la ley, «con toda la ley». A ver si es verdad. Rajoy también ha dejado claro que la respuesta será proporcional. Cuando se esgrime la proporcionalidad se da por seguro que nadie se pasará de frenada, para evitar caer en lo que en términos jurídicos se denomina preterintencionalidad. El problema es quedarse corto. Y hoy la gente lo que quiere, lo que demanda de sus gobernantes es precisamente eso. Que la respuesta sea realmente proporcional. Sin complejos.

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