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A CADA UNO LO SUYO

El macho alfa

PEDRO MORENO BRENES

Lunes, 27 de octubre 2014, 11:21

«No soy imprescindible, soy un militante, no un macho alfa». Esto viene a cuento de la frase de Pablo Iglesias en la asamblea que celebraron en Madrid los partidarios de Podemos. La palabreja me la trae al pairo, pero si me llama la atención el alcance y el contexto en la que es utilizada. Soy consciente que en un discurso, debate o cualquier otro contraste dialéctico, en muchas ocasiones los medios aíslan la cita anecdótica, complementaria, secundaria o simplemente desafortunada, y se deja de hablar de exposiciones serias y rigurosas, se compartan o no, para regodearse en la puñetera expresión, que por otra parte sería fácilmente sustituible por otra que no diera lugar a polémicas ni a críticas. Sinceramente creo que lo de «macho alfa» no fue espontáneo y había conciencia de que tendría repercusión.

El debate de Podemos en su asamblea tiene como objeto principal la forma en la que se tienen que organizar, algo que les afecta a sus miembros y que pueden enfocar como estimen conveniente. En España hay muchos motivos para la indignación, paro, corrupción, exclusión social y podríamos seguir, pero la solución no está en maximalismos populistas, sino en alternativas, que con defectos y virtudes, tienen el programa y trayectoria del que carece Podemos. La lucha por la justicia social no es monopolio de Podemos, miles de personas han dejado lo mejor de ellas en ese intento y no merecen el facilón recurso de la 'casta'. Me inquieta el mesianismo que rodea a los gestos, palabras o actuaciones del joven portavoz de Podemos. Uno no necesita aclarar lo que no es, salvo que en el fondo se sienta de esa forma, note que los demás así lo consideran o simplemente quiera dejar en el ambiente que algo de eso hay. No hablo de la autoestima (al que suscribe no le falta) ni de la grata sensación que uno pueda sentir ante elogios sobre el quehacer propio; es normal sentirla y salvo casos heroicos de humildad, todos aspiramos a una positiva percepción ajena sobre nosotros.

Si con apenas unos meses de vida como alternativa política Iglesias ya se ve de presidente del Gobierno, pone su cara como anagrama en las papeletas electorales o no entiende la convivencia con otras opciones de sus compañeros de filas, el problema de Podemos no es la ausencia de programa o el populismo, más bien lo será que una parte de sus partidarios confunden el liderazgo (imprescindible en cualquier proyecto colectivo) con una desaforada carrera para alimentar un ego que ya andaba bien nutrido.

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