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LA ROTONDA

Tararí que te vi

Ignacio Lillo

Miércoles, 1 de octubre 2014, 13:01

Málaga se fundó más o menos a la vez que Wisconsin, hace tres cuartos de hora, mal contados. Los fenicios no llegaron nunca a amarrar por aquí, que para sus trapicheos, mejor Gibraltar (eso no ha cambiado). El garum que iba para Roma se fabricaba en el País Vasco, como todo en aquella época. Y El Zegrí fue un cobarde, que salió huyendo de Gibralfaro al primer asalto de los Reyes Católicos.

Picasso nació en París pero le tenía cariño a la plaza de la Merced porque venía de vacaciones los veranos, desde chiquitito. Más o menos cuando esta era conocida como la Ciudad Eterna, la de las mil librerías y una sola taberna. El Piyayo fue un industrial del siglo XIX, aficionado al flamenco; y en el Café de Chinitas le dijo Paquiro a su hermano: «Niño, acércate a la barra y pídeme otro gintonic».

La Guerra Civil en la ciudad fue un paseo; los militares llegaron y besaron el santo porque todo el mundo estaba de carnaval, y plenamente de acuerdo con el Alzamiento nacional, faltaría más. Desde entonces, la gente tiene por costumbre salir a dar paseos por la carretera de Almería.

Nadie ha conseguido todavía que una sardina se esté quieta en una estaca delante de las brasas. Las biznagas son unas plantas silvestres endémicas, que solo se encuentran en Huelin; y la Jábega, un palo flamenco que le gusta a la gente del Palo. Lo de los secaderos que dan nombre al barrio del Perchel era para unas plantas medicinales que venían de Marruecos.

Esta es, después de la capital hispalense, la segunda ciudad del mundo con más abonados al Sevilla. Alguien planteó que la capital andaluza estuviera en Antequera, pero los antequeranos la cedieron por cortesía. ¿Un metro en Málaga? Eso no se puede inaugurar en la vida.

En la Junta nadie sabe nada de unos expedientes de regulación de empleo donde se colaron unos pocos cientos que no habían pasado por esas empresas ni para dar un recado; ni de los cursillos para parados que salieron mal parados. En el PP tampoco les suena un palabro alemán que significa Correa. Y los ahorros multimillonarios de Pujol -¡por supuesto!- nada tienen que ver con la corrupción.

Como dijo el maestro Antonio Burgos: «No ni ná». Y añado: Tararí que te vi.

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