Sánchez recaba el resignado cierre de filas de un PSOE desmoralizado por el 'caso Cerdán'
Page se queda solo en la reclamación de una cuestión de confianza o elecciones, zarandeado por una legión de ministros
Nunca hubo demasiada duda de que la única voz crítica en el comité federal que el PSOE celebraba este sábado, en plena sacudida por ... el caso de corrupción protagonizado por los dos últimos secretarios de Organización del partido y aún con el impacto de ver a Santos Cerdán entrando, el pasado lunes, en la cárcel de Soto del Real, sería la del presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page. Y así fue. El único barón con mayoría absoluta se quedó solo pidiendo a Pedro Sánchez que se someta a una cuestión de confianza, «y no a cambio de más chantajes de los independentistas», o convoque elecciones. El presidente del Gobierno logró, formalmente, un cierre de filas casi absoluto de los suyos para intentar agotar la legislatura sin asumir más responsabilidades políticas que la de apartar al propio Cerdán y someter las cuentas del partido a una auditoria externa. Pero la procesión va por dentro.
Si en algún momento el jefe del Ejecutivo pensó que la convocatoria del máximo órgano del partido entre congresos serviría para empezar a sanar las heridas provocadas por lo que él calificó de «traición dolorosa» infligida por dos personas que han sido puntales del Gobierno y el partido, y sin las que sería difícil explicar su vuelta a la secretaría general en 2017, se equivocó. «Salimos igual que entramos o peor», admitía un dirigente tras ocho horas de intervenciones y un discruso en el que el propio Sánchez llamó a salir a la calle con «la cabeza alta» y la tranquilidad de que su compromiso contra la corrupción es, dijo, «total».
Los más cafeteros aún se aferran a la esperanza de que el próximo miércoles, cuando el presidente interviene en el Congreso, haga algún anuncio potente que ellos mismos puedan blandir ante los ciudadanos; y algunos incluso confían en un golpe de efecto como una remodelación del Gobierno. Pero este sábado no fue el caso. Sánchez se limitó a proponer una serie de medidas internas -un protocolo de antifraude y anticorrupción; la exigencia de doble firma para los secretarios de Organización; o que la comisión de garantías pueda actuar de oficio, entre otras- que él mismo admitió difíciles de traducir al común de los mortales por «técnicas y burocráticas». Y la anunciada remodelación de la Ejecutiva del partido resultó un fiasco.
Revés inesperado
El día, de hecho, no pudo amanecer peor, con la noticia de denuncias por conductas parejas al acoso sexual contra Francisco Salazar en eldiario.es. El hasta ahora secretario de Acción Electoral y coordinador institucional de la Presidencia del Gobierno había sido designado como adjunto a la secretaría de Organización que ocupará, por primera vez en 15 años, una mujer, la secretaria de Estado de Industría, Rebeca Torró. Pero el partido asumía que 'de facto' sería él quien llevaría las riendas, por conocimiento y trayectoria.
La bomba provocó su renuncia inmediata y la dirección del partido se apresuró a presumir de su rápida reacción pese a que no constan denuncias por canales oficiales o internos. Pero el daño ya estaba hecho y no es menor porque, precisamente, uno de los retos a los que se enfrenta Sánchez, tras el estallido del 'caso Koldo', es el de recuperar la credibilidad del discurso feminista; algo en lo que incidió especialmente la exvicesecretaria general del partido Adriana Lastra. Por eso, ya el viernes muchos admitían su asombro ante la elección de Salazar, al que vinculaban a Cerdán y a José Luis Ábalos, con los que trabajó muy estrechamente en las primarias de 2017 y en sus primeros años en Ferraz.
La sombra de Cerdán
La misma incomprensión causó también que, finalmente y pese a lo que se dio a entender en un primer momento, se haya mantenido en la Ejecutiva, aunque no en Organización sino como secretario de Política Municipal, a Juanfran Serrano, adjunto a Cerdán. En el entorno del presidente argumentan que no ha querido hacer una «caza brujas».
Pero el resultado son cambios en la dirección elegida en el congreso de Sevilla, hace ocho meses, que nadie sabe explicar bien. La salida de nueve personas con el argumento de una duplicidad de cargos que no se da en todos los casos y la entrada de otras cuatro con criterios que algunos intuyen pero nadie afirma. Entre ellos, el de Antonio Hernando -como el propio Sánchez y el hoy ministro para la Transformación Digital y líder del PSOE de Madrid, Óscar López, uno de los «chicos de Pepe Blanco»-, al que se ve ya como secretario de Organización en la sombra.
Contra Page salieron en tromba varios ministros. El propio López, Óscar Puente, Pilar Alegría, Diana Morant, Ángel Victor Torres... Incluso el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, proclamó un «cuando lo atacan a él, atacan a todo el partido», referido, en teoría, al PP, pero interpretado también en clave interna. «Para estar tan solos-replicaron los de Page- les preocupamos mucho». Sí hubo, aun así, alguien que pidió respeto para la opinión del castellano-manchego: la alcaldesa de Palencia, Míriam Andrés, que también se salió del redil al sugerir que se vaya buscando otro candidato para 2027.
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