Feijóo enfila a un PP eufórico y sin fisuras a la Moncloa al grito de «¡los vamos a arrasar!»
Apela a la centralidad para ganar los diez millones de votos que le permitan gobernar en solitario y pide al partido que le eche si emula a Sánchez
Mientras Pedro Sánchez braceaba este sábado para salvarse del naufragio, Alberto Núñez Feijóo no podía esconder su euforia por ver la Moncloa cada vez más ... cerca. Después del regusto amargo de quedarse a las puertas en 2023, el líder del PP tiene claro que va a quemar su última bala y que, esta vez, sí va a gobernar. Pero, avisó, de que no lo hará a cualquier precio porque él a diferencia de su rival no está dispuesto a aplicar a la corrupción la doble moral de «ser indulgente con los nuestros y exigente con los otros». «Yo no soy como él pero no quiero un partido que me lo consienta. No me lo consintáis. Si hago lo que hace él ¡echadme!», dijo, en alusión al presidente del Gobierno, al que nadie nombró explícitamente en el escenario pero cuyo sombra sobrevoló durante todo el día.
Con un partido unido, sin fisuras, y centrado en arrimar el hombro, todos a una, para descabalgar a Sánchez del poder, Feijóo desplegó las líneas maestras sobre las que sostener un futuro mandato al frente del Ejecutivo, sin «mentiras», «cesiones», «maniobras», ni propaganda y sin «enfrentar» tampoco a los españoles y que girará en torno a la «centralidad política». Es la fórmula con la que cree que conseguirá volver a llevar al PP a los diez millones de votos, siguiendo los pasos de sus antecesores José María Aznar -que la víspera le recomendó construir una «mayoría nacional ancha a izquierdas y derechas»- y Mariano Rajoy cuando obtuvieron sus mayorías absolutas. Casi dos millones más de sufragios de los que el partido conservador obtuvo el 23 de julio de 2023 y que espera atrapar entre los votantes moderados del PSOE y de Vox. «La centralidad no es una renuncia, es un compromiso con el sentido común y una aspiración de la que no desisto», recalcó.
Ese ambicioso objetivo es el encargo que Feijóo ha hecho al nuevo secretario general, el todopoderoso Miguel Tellado, al que ha encomendado «pelear cada voto» y ala que dedicarán todos los esfuerzos de aquí en adelante. «Es una opa hostil al centroizquierda», apuntan en el equipo del líder del PP, donde reconocen que la transferencia del voto del PSOE a sus filas es ahora mismo «elevadísima».
En la presentación de su candidatura a la reelección, que fue respaldada con el 99,24% de los votos, Feijóo abogó por un plan de regeneración democrática que concretó en diez compromisos que van desde elaborar un proyecto nacional común y con respeto a la diversidad, en el que la pluralidad, subrayó, no sea un problema, a la defensa de los valores democráticos. «El PP no es una secta», ahondó el dirigente conservador, que celebró los distintos acentos que suenan en la formación y que no restan. Al contrario, «suman y construyen».
Puso en valor la tranquilidad de un cónclave que, a todos en el partido pilló por sorpresa, pero que a día de hoy, en pleno desmoronamiento del PSOE elogian. «No podía haberlo hecho mejor», reconoce un dirigente territorial. Ausente de debate, el cónclave fue una balsa sde aceite sin precedentes recientes. Hace tres años, el partido estaba con als costuras reventadas tras la guerra interna entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso, y que supuso la tumba política del primero. «La principal diferencia es que entonces el reto era interno», reconoció el propio Feijóo, que pidió «libertad» a los suyos para ejecutar su proyecto cuando se abran las urnas.
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