
Antonio del Moral García, magistrado de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo
«La inteligencia artificial te puede decir lo exacto, pero no lo justo»Secciones
Servicios
Destacamos
Antonio del Moral García, magistrado de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo
«La inteligencia artificial te puede decir lo exacto, pero no lo justo»David Lerma
Domingo, 28 de abril 2024, 00:00
A Antonio del Moral, magistrado de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo desde 2012, un niño le dijo: «Quiero ser juez o payaso». « ... Entonces tienes que hacerte fiscal». El pasado viernes estuvo en el hotel Lima, en Marbella, donde recordó esta anécdota que ocurrió durante una visita escolar al edificio de la más alta instancia judicial de este país. Tras sus inicios como fiscal y una destacada carrera judicial, sigue pensando que «el temor a equivocarse es una virtud de un buen juez». No le gusta que toquen «la presunción de inocencia y dice no creer ni en «el juez militante» ni en «juez positivista».
-En 2022, antes incluso del auge popular de la inteligencia artificial, usted ya defendía su uso en el ámbito jurídico.
-La inteligencia artificial en el uso judicial tiene muchas vertientes. Desde el juez robot, que dice si algo es bueno o no, si es que alguna vez se puede llegar a eso, hasta las cosas más elementales para la gestión de la información. Desde 2019 hay una aplicación del Ministerio de Justicia que funciona como una especie de calculadora de condenas, con unos algoritmos extraídos del Código Penal bastante complicados. Cuando una persona es condenada por muchos delitos, hay que refundir todas las penas con unas reglas complicadas, porque hay que ir sumando sentencias y poner un límite. Operaciones con reincidentes que acumulan 20 o 30 condenas y que he tardado tres horas en resolver, en dos segundos te lo soluciona. Hay que hacer mucho todavía, porque falta conexión entre los programas. Se cometió la torpeza de que cada comunidad autónoma tuviera su sistema y no están coordinados. Parece una cuestión obvia, pero es difícil echar marcha atrás.
-¿Que pasaría si una máquina impartiera justicia?
-Ya hay experiencias en China, Estonia y algún otro país a nivel de decisión en asuntos de poca monta, así como programas que se presentan como auxilio del juez. Y está el caso Loomis, en el que se empleó el programa Compas que funciona en Estados Unidos y que, a la hora de decretar la libertad provisional, te dice qué riesgo hay de que el preso reincida. Loomis era un señor de raza negra al que juez le iba a decretar la libertad condicional, pero el programa lo presentó con un alto grado de reincidencia. Se la negaron, recurrió, pero no tuvo éxito. En España funciona el programa Viogén, generado por la Policía Nacional, que mide el riesgo en asuntos de violencia de género; en la Generalitat de Cataluña, hay uno en las prisiones que mide la conveniencia de conceder permisos carcelarios. Esto tiene su peligro: ¿Qué juez se atreve a llevar la contraria a una máquina cuando esta dice que hay alto riesgo?
-Al final cuenta el factor humano. Compas tenía sus sesgos.
- Esa es la clave, porque tú no conoces los algoritmos, pero tienen sus sesgos, como en el caso Loomis en Estados Unidos. Un juez también los tiene y su deber es combatirlos. Se está investigando mucho, pero mi idea final es que la inteligencia artificial puede aportar mucho cuando se trata de la justicia civil. Si las dos partes están de acuerdo, no hay ningún problema. En el derecho público, el penal sobre todo, el elemento humano es imprescindible, porque hay elementos humanos y de inteligencia emocional. La máquina te puede decir lo exacto, pero no lo justo. ¿La justicia humana se equivoca? Sí, pero prefiero que se equivoque un hombre.
-Tras acabar la carrera de Derecho tardó solo un año en convertirse en fiscal.
Sí, tardé un año en aprobar la oposición. Tuve suerte, no es lo habitual. La media ahora está en 4 o cinco años.
-¿Fue vocacional?
-Sin duda influyó mucho mi padre. Fue juez en Yecla y allí nací. De pequeñito me movía alrededor del juzgado cuando me llevaba mi padre, si me portaba bien. Me dejaba pintar en su despacho y tocar la campanilla que entonces tenían los jueces. Eso me fascinaba.
-¿El idealismo inicial se va agotando?
-Es parte de lo que quiero transmitir en esta charla. Es muy importante, no solo para los jueces, tratar de desempolvar esa ilusión y mantenerla viva. Un compañero viejo, fiscal, me decía cuando era joven: Antonio, el día que no tengas resquemor en el estómago o inquietud tienes que resetear y volver a empezar. Vale para muchas profesiones.
-¿Cómo estamos de cultura jurídica en España?
-Hay una visión equivocada. Hay mucha ligitiosidad, lo cual tiene su lado negativo, porque carga a la Justicia, pero por otro lado es bueno, porque la gente confía en que se lo van a resolver. Sobre la justicia es algo sobre la que todos podemos y debemos opinar. Todos tenemos un sentimiento de lo que es justo, pero hay que tener una cultura de respeto, que no significa que la Justicia no sea criticable. Habría que cuidar un poco más al sistema de justicia.
-¿Qué cambiaría del sistema?
-Hay una cosa que funciona muy mal. Es el retraso. El sistema es muy lento y gran parte tiene que ver con la falta de compromiso de los gobiernos. No hablo de los últimos cinco años ni de los veinte últimos años ni de los treinta últimos años. La justicia no motiva a los gobiernos. No creo que sea una estrategia. Prefieren invertir en Hacienda, en parque, jardines, servicios públicos… Invertir en justicia siempre es a medio y largo plazo, y además la ciudadanía no lo percibe con claridad. Hay que invertir. Cualquier que trabaja en justicia lo sabe. Los primeros son los ministros de Justicia.
-¿Está indefenso el ciudadano cuando litiga contra la Administración?
-A una administración eso le puede parecer estupendo, porque voy comportándome y dentro de cinco años el político piensa que ya no va a estar aquí. El ciudadano está protegido, aunque ciertamente es muy mejorable. Lo tarde que se llega a las resoluciones hace que la tutela parezca algo simbólica. El Tribunal Supremo tiene un problema grave, porque vamos a llegar a un tercio de vacantes. Hay casos como la sala cuarta de lo Contencioso-Administrativo, en que de 33 magistrados hay diez que se han jubilado. El Congreso General del Poder Judicial no se renueva y el poder legislativo ha desapoderado la posibilidad de realizar nombramientos desde hace dos o tres años. Es una tragedia que parece no importar ni a unos ni a otros.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Terelu repetirá en el Zorrilla tras aplaudir el público en pie su debut en el teatro
El Norte de Castilla
Una luna de miel que nunca vio la luz
El Comercio
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.