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DAVID LERMA
Marbella
Viernes, 10 de junio 2022, 00:29
La escritora María Luisa Huertas depositó ayer en el registro del Ayuntamiento de Marbella más de 200 firmas en apoyo de la conservación del Tablao ... de Ana María que, hasta su cierre el 6 de mayo de este año, concitaba pasiones internacionales en el único lugar que quedaba con auténtico duende en la ciudad. Lo hacía en defensa no solo del humilde edificio amarillo de la plaza del Santo Cristo, sin relevancia arquitectónica, sino del legado cultural e identitario. «Están borrando nuestra memoria», explicó a SUR el lunes en su casa, situada frente al mítico tablao.
Con el inicio de la pandemia, el local que desde 2002 regentaba Isabel Gago Escámez, La Chata, continuadora del legado de su fundadora, la bailaora Ana María, comenzaron los problemas. La caída en los ingresos la avocaron al impago del alquiler. El miércoles por la tarde, en la casa de la escritora Huertas, Isabel decía sentirse engañada. Con seis personas a su cargo y sus respectivas familias, La Chata intentó pactar una moratoria con la propietaria de los locales 4 y 5, pero sin resultados.
En 2021, aparecería una oportunidad de la mano de Adrian Tony Gilbert, un inversor vinculado a La Fonda de Marbella, cercano al tablao. Ambos firmaron un contrato de «Colaboración en la gestión de local de negocios». Fuentes consultadas, aseguran que, pese algún detalle irregular, el contrato es válido. Según La Chata, eso venía a resolver el problema de deuda que tenía. Finalmente, Gilbert descubrió en el registro que la propiedad estaba dividida: «Es la razón de que se haya echado atrás», reconoce. La Chata tampoco lo sabía. Hace un mes La Chata tuvo que irse. «Me habían prometido ayudar», asegura. «Nos gustaría volver».
Huertas, una mujer cosmopolita que considera a los gitanos de La Chata son «como su familia», ha iniciado esta campaña. No está sola, ayer la acompañaban sus vecinas Maripaz, Toñi y María, y algunas más que no desean ser mencionadas. Reconoce que legalmente no pueden hacer nada, pero destaca «el comportamiento inmoral» y «el abuso de confianza» del inversor. En cualquier caso, La Chata y los suyos siguen actuando en el Mercado del Arte, mientras que el futuro del local queda en el aire.
«Siempre nos pillan con el pie cambiado», afirmó ayer el historiador marbellí Francisco Moreno. «Son dos casuchas con mucha historia», asegura, y tienen «un enorme valor etnográfico». Desestima que el Ayuntamiento pueda intervenir. «No se ha desarrollado el Plan de Protección del Casco Antiguo. Tampoco hay inventario», afirmó por teléfono. Así las cosas, María Luisa y la Chata van a seguir luchando.
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