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La normalidad se ha recuperado tras el violento brote de medusas que afectó a casi la totalidad del litoral malagueño este pasado fin de semana poniendo en alerta a los bañistas. El avistamiento de especies disminuyó drásticamente desde el lunes, excepto en el extremo más oriental de la provincia, donde el mapa de la aplicación móvil infomedusa con el que el trabaja el Aula del Mar para dar cuenta de la presencia de estos invertebrados en las playas de Málaga todavía marcaba ayer existencias en las aguas de Torrox o Nerja. Aunque la presencia de las medusas sea un fenómeno natural en la costa malagueña, especialmente en los meses de primavera a verano, su picadura, según la especie, causa molestias que conviene saber atajar.
En el caso de que se produzca una lesión, acudir a un puesto de salvamento donde el personal de playas sabrá cómo actuar es siempre lo más recomendable. Pero si el bañista no tiene esta oportunidad deberá seguir unos consejos sencillos que empiezan por lavar las heridas solo con agua del mar y quitar los restos de tentáculos y/o fragmentos de medusas utilizando tarjetas o pinzas. La aplicación de hielo envuelto en un paño o toalla para el dolor durante 15 minutos como máximo es también recomendable, así como desinfectar la herida con cualquier antiséptico del botiquín. Desde el Aula del Mar previenen contra el uso de amoniaco, vinagre o incluso orina como aconsejaban las abuelas y recomiendan acudir al médico en caso de dolor persistente o aparición de síntomas extraños.
Estas pautas básicas fueron expuestas ayer durante una jornada de formación técnica celebrada en Marbella impulsada por la Diputación de Málaga, en colaboración con el Aula del Mar, y dirigida, fundamentalmente, a empleados y responsables municipales de playas con la finalidad de que puedan informar y atender de la mejor forma posible a los bañistas afectados por la picadura de una medusa.
Hay distintas clases, aunque en las aguas malagueñas proliferan sólo media docena de ellas, siendo el protocolo de actuación el mismo para todas. La más común y peligrosa debido a lo urticante de su picadura es la Pelagia noctiluca (medusa luminiscente). A pesar de sus efectos, este pequeño invertebrado traslúcido de color azulado/rojizo y largos tentáculos no goza de la misma mala fama que su pariente la carabela portuguesa que comenzó a avistarse en marzo en las costas de Málaga. ¿Es una fama merecida? El responsable técnico de la jornada, Jesús Bellido, afirma que no. A pesar de que se ha alertado mucho sobre la peligrosidad de su veneno, el experto subrayó que se trata de una especie que produce una picadura muy dolorosa pero que no es mortal. Por lo tanto, a priori, según Bellido se deben observar las mismas precauciones que en picaduras de otras especies de medusas.
El presidente del Aula del Mar, Juan Antonio López, concretó que la carabela portuguesa o Physalia physalis entra al mar Mediterráneo desde aguas atlánticas de forma puntual algunos años, debido a condiciones climatológicas, oceanográficas y ecológicas que favorecen este movimiento hacia la cuenca mediterránea. Normalmente los individuos desaparecen entre los meses de abril y mayo, siendo este año 2018, atípico en este aspecto, pues se han continuado avistando durante todo el mes de mayo; la buena noticia es que «se ha constatado que ya no están aquí».
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