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Ahora que tantos consejos nos están dando de cara a cómo debemos actuar para evitar el contagio del COVID-19, desde siempre en las bodegas se ha procedido a la limpieza periódica de las mismas. El motivo, muy sencillo, eliminar los residuos de materia colorante del proceso de sedimentación natural mientras los vinos descansan en su interior, además de eliminar los depósitos de sales tartáricas adheridos a las paredes de las barricas y que son focos de microorganismos perjudiciales para la calidad del mismo. Una vez hecho este proceso se sulfatan para inertizarlas y eliminar de esta manera toda la fauna microbiana existente en la madera. De esta manera el nuevo vino que se introduzca en su interior quedará a salvo de estos microorganismos que naturalmente afectan a la calidad y crianza de los vinos. No obstante, las barricas no tienen una vida muy larga y pasados alrededor de cinco años las aportaciones organolépticas al vino desde la madera dejan de ser las deseadas y lo más recomendable es eliminarlas porque ya han llegado al final de su vida útil y nada aportan al vino.
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