El ejemplo de la dificultad del Málaga para fichar hasta en Segunda B
César Díaz, estrella del Castellón, es un perfil casi inalcanzable en estos momentos para el conjunto blanquiazul
Es de primero de malaguista ya el conocer las extremas limitaciones del Málaga para poder aspirar a reforzarse en el mercado de invierno. Siguiendo con lo publicado en la edición de ayer en este periódico sobre las diversas condiciones y diferentes escenarios en los que trabaja la secretaría técnica, dirigida por Manolo Gaspar, esta vez abordamos un ejemplo muy concreto (entre otros numerosos casos), tanteados por la entidad malaguista, que viene a dar una visión tangible que sirve para calibrar las crudas ataduras del club, en permanente movimiento para intentar anticiparse al periodo de fichajes que arranca en menos de un mes. Para esta próxima ventana de transferencias, pero también pensando en la temporada que viene, que es oportuno reseñar. Para eso también se peina con especial hincapié el mapa de los futbolistas que acaban contrato.
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Pero yendo a los intereses inmediatos del Málaga, es conocido también el objetivo primordial de intentar ocupar la ficha número 18 (la plantilla a la órdenes de Víctor Sánchez del Amo, muy activo también en este aspecto junto a Manolo Gaspar, tiene ahora mismo 17 profesionales) con un delantero, una zona clave para la fabricación de puntos mínimos para asegurar la permanencia. El encargado de la secretaría técnica fue siempre claro con los condicionantes con los que iba a buscar en el mercado: un futbolista que no haya jugado más de 20 partidos en sus últimas temporadas, que aunque sea libre no puede tener una gran valoración porque como ya pasó con el portero Roberto Santamaría (incorporado recientemente al Rayo Vallecano) en verano, LaLiga no acepta bajadas exageradas en la tasación de los jugadores. Que juegue en ligas de clase B o Segunda B española...
Y ahí precisamente es donde quiere pescar el Málaga. Y no es un capricho. El objetivo es conseguir una adaptación más rápida del jugador que venga, ya que aterrizará con la exigencia de rendir desde el minuto uno. Por eso entran en juego otras variables personales, donde se intenta eliminar todos los riesgos posibles con aquellos que hayan tenido 'antecedentes' por mal rendimiento y falta de trabajo. Todo lo anterior, ya conocido entre los malaguistas, se precisa aún más con la aparición de nombres propios que están en la mesa de 'La Cueva' de Manolo Gaspar. La famosa oficina donde la secretaría técnica, con Martín Viberti y Francisco Capote, tiene su laboratorio para encontrar jugadores.
Caso real
Entre un sinfín de nombres e informes, la dirección deportiva preguntó por la actual estrella del Castellón, César Díaz, por ser un perfil idóneo. El Málaga está rastreando entre lo mejor de Segunda B. Este es un atacante de 32 años criado en la cantera del Albacete y que se ganó a la afición blanquinegra siendo un puntal fundamental en la salvación del equipo el año pasado en su grupo de Segunda B. Por eso este año se ha convertido en jugador franquicia tras rescindir con el Racing de Santander (que lo cedió al Castellón la pasada campaña).
En esas condiciones, el manchego, que comparte representante en España con el exdelantero malaguista Blanco Leschuk (ahora en el Antalyaspor turco), firmó un alto contrato económico para su categoría y fijo una cláusula de rescisión de 150.000 euros. Pero es una cantidad que no puede asumir el Málaga en estos momentos. Y aunque la oferta sea jugosa para el jugador (el club malaguista sigue teniendo la fuerza de su imagen), el escaso margen de acción estrangula cualquier posibilidad. Y así ocurre con múltiples casos en la categoría de bronce, donde incluso en los filiales, un caladero que Gaspar anunció que estudiarían, los sueldos siguen siendo altos para lo que puede ofrecer el club, entre 40.000 y 45.000 euros según la fecha de la firma del contrato.
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