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Hubo unanimidad en las crónicas e incluso en los comentaristas televisivos. Fue una actuación nefasta, calamitosa, pero también acompañada de sonrisas absurdas al mostrar la amarilla a jugadores del Málaga. Iñaki Bikandi Garrido no olvidará en absoluto aquella mañana del 12 de febrero de 2017, porque sus graves errores contra el equipo blanquiazul acabaron por costarle el descenso a Segunda. Pasado mañana, casi diecinueve meses después, el árbitro vasco volverá a cruzarse en el camino...
La apuesta del Comité Técnico de Árbitros (CTA) por Bikandi acabó por salir rana. Sus anteriores dirigentes, Sánchez Arminio y Díaz Vega, veían en el joven árbitro vasco a uno de los futuribles en la élite europea y lo elevaron muy pronto a Primera. Pero, al contrario que Martínez Munuera, Gil Manzano y Sánchez Martínez, él no fue internacional pese a haber participado también en un cursillo de la UEFA llamado Core auspiciado por el mediático Pierluigi Collina. Paradójicamente, Bikandi ascendió por delante de otro colegiado de la misma territorial, De Burgos Bengoetxea, aunque a la postre este sí logró la escarapela.
Aquellos errores en el Villarreal-Málaga le costaron el descenso, pero Bikandi ya llevaba tiempo al filo de la navaja. Que pregunten en el Levante. Sus dirigentes incidían el pasado mes de abril en las vueltas que da el fútbol. «Ya ves, hoy podemos certificar el descenso del Málaga cuando nosotros bajamos allí, en La Rosaleda, tras un grave error arbitral», recalcaban. Efectivamente, así fue. El 2 de mayo de 2015, con empate a uno en el marcador, el árbitro vasco y su asistente principal, Huerga Cermeño, anularon un gol legal a Morales (ya entonces la estrella del conjunto granota) que provocó la salida a la banda, en estampida, de todos los componentes del banquillo. Quedaban dos jornadas para el final de la Liga. En los últimos minutos Cop y Chory Castro dejaron el marcador en 3-1 y dieron la puntilla al equipo de Orriols.
Pero nada comparable a aquella actuación en El Madrigal dos temporadas más tarde. Se desconoce hasta qué punto influyó en el estado anímico de Bikandi que días antes, en el cónclave arbitral celebrado en Madrid, recibiera una evaluación negativa y ya se diera por segura su candidatura al descenso. Desde luego, su labor no pudo ser más negativa, aderezada encima con sonrisas al mostrar la amarilla que enervaron al malaguismo.
El Málaga, entonces bajo la dirección de Marcelo Romero, estaba muy necesitado de puntos después de diversas derrotas a raíz de la dimisión de Juande Ramos. El riesgo de desplome era evidente y fue una etapa de actuaciones nada brillantes del equipo, pero precisamente aquel mediodía Bikandi destrozó toda esperanza de victoria más que justa. Al comienzo de la segunda parte no vio un clamoroso penalti a Charles, agarrado claramente cuando saltaba para rematar de cabeza. Con 0-1 en el marcador, aquella acción habría supuesto un paso gigantesco para asegurar los tres puntos. El árbitro vasco, encima, amonestó a Charles y Camacho. Por cierto, esa jugada fue puesta de ejemplo recientemente como «clara de VAR» (es decir, revisable al ciento por ciento mediante el videoarbitraje).
Siete minutos más tarde, en el área contraria, Bikandi pitó un penalti más que dudoso por falta de Rosales. La indignación malaguista creció y fue entonces cuando el árbitro vasco mostró una dentadura profidén al amonestar a Demichelis. Aquel detalle, más que sus errores de interpretación, fueron juzgados duramente por el CTA y sentenciaron su futuro. Pasado mañana habrá que ver su actitud...
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