La batalla de Belgrado, un recuerdo

Ayer, en estas mismas páginas, Sergio Cortés recordaba un partido que no se jugó. El Málaga, que no se ha privado de nada a lo largo de su historia, no se presentó en Algeciras: madre mía la que se lio aquellos días. Pues bien, puestos a recordar (que ahora andamos sobrados de tiempo para la nostalgia), no he podido sustraerme a la idea de otro partido, internacional, que la televisión nos ponía en bandeja en la serie de encuentros que se vienen ofreciendo en estos días de vacaciones hogareñas a causa de esa pandemia que está poniendo al mundo boca abajo. Se trata de un partido Yugoslavia-España clasificatorio para el Mundial de Argentina. Se jugaba en Belgrado, en el estadio del Estrella Roja, y por allí andaba yo con mi compañero y amigo Fernando González, padre del malogrado e inolvidable Fernandito, fotógrafos de lujo uno y otro. No podíamos perdernos aquel partido que ganaría la selección española, dirigida por Ladislao Kubala, con un gol de Rubén Cano en jugada iniciada por nuestro recordado Juanito. Lógicamente la televisión me ha refrescado los recuerdos y, sobre todo, la alineación en la que era hombre fuerte el madridista Pirri, el Sergio Ramos de la época. Y fue precisamente Pirri quien cayó lesionado al comienzo del partido, lo que complicaba aún más un duelo en el que Yugoslavia también se jugaba la clasificación para el Mundial. El encuentro fue, según preveían las crónicas de la época, una encerrona y acabó siendo una batalla campal con botellazo a Juanito al ser sustituido y tremenda entrada al barcelonista Migueli (el otro baluarte de la defensa) que provocaría varias tánganas hasta el final.

Un partido, en suma, difícil de olvidar y que figura ya en los anales del fútbol como 'La batalla de Belgrado'. Todo eso ocurría en el mundo del fútbol hace cuarenta años. Ahora andamos liados en algo mucho más serio y peligroso en la vida de todo el mundo como es la batalla del coronavirus que si algo bueno está aportando es el sentimiento de solidaridad que nos empuja a creer que acabaremos venciendo. Seguro.